Málaga se ha convertido en el epicentro del debate nacional sobre el impacto del turismo en la vivienda. Con 24.012 pisos turísticos activos y 7.473 más en trámite provisional, la capital andaluza roza ya las cifras de Cataluña (25.424) y supera a destinos tradicionalmente turísticos. Sí, más que Canarias, que Baleares, que Madrid. En Málaga no se ha puesto freno, sino que lejos de ello, se ha pisado el acelerador.

A esta cifra oficial hay que añadir las 6.394 viviendas turísticas a las que se ha revocado la autorización por incumplimiento de requisitos y otras 673 viviendas de alquiler de temporada, una fórmula más habitual en otras regiones pero aún testimonial en Málaga. En total, según el INE, la provincia suma más de 48.000 pisos turísticos, con capacidad para cerca de 239.000 personas.

Este crecimiento sin precedentes ha provocado una crisis habitacional que no solo preocupa a los vecinos, sino que ya ha saltado a los medios internacionales. Un reciente reportaje de la BBC llegó a comparar a Málaga con un “parque temático”, cuestionando la viabilidad del modelo turístico y alertando del riesgo de expulsar a la población local. Entre pisos turísticos, licencias sin control, fondos de inversión y una fiebre por monetizar cada rincón que pisa un extranjero surge con inmensa fuerza un drama para los nacidos en Málaga: el desarraigo y el éxodo.

Los barrios se vacían

La radiografía del fenómeno elaborada por expertos y activistas es clara y concluyente: los barrios con mayor concentración de pisos turísticos, como el Centro Histórico, son los que más población y hogares han perdido en los últimos años. Son también los que más han visto incrementarse los precios del alquiler, dejando fuera del mercado a miles de malagueños.

El turismo, que antes se denominaba bendición y un factor de desarrollo económico, ahora es ya una lacra que empuja y obliga  a las familias a marcharse. Colectivos defensores de una Málaga amable con viviendas asequibles, afirman que “Nos venden una ciudad viva, pero la están vaciando. Málaga corre el riesgo de convertirse en un decorado”.

Málaga es una postal en la que se echa al vecino

¿Qué Europa es esta donde se blinda al turista y se echa al vecino? Málaga no es una postal. No es un decorado. No es una Venecia sin canales ni un parque temático del sur. Es —o debería ser— un lugar donde vivir, no solo donde venir. No es una lucha contra el turismo. Es una lucha por el derecho a quedarse. Por el derecho a vivir en tu barrio sin que te expulsen los precios. Por el derecho a que Málaga siga siendo de los malagueños.

Acusan al Ayuntamiento de "inacción"

El portavoz del PSOE en Málaga, Dani Pérez, no oculta su indignación ante la situación: “Llevamos años denunciando que Málaga es la capital con mayor número de viviendas turísticas. Frente al caos, el alcalde De la Torre (PP) sigue de brazos cruzados. Málaga se desangra por la especulación turística y su Ayuntamiento ni actúa ni reacciona”, lamenta.

Pérez recuerda que otras ciudades como Barcelona han aprobado moratorias y planes de retirada progresiva de licencias. “Aquí, cada vez que proponemos limitar los pisos turísticos en zonas saturadas, el PP vota en contra. Han preferido proteger el negocio de unos pocos fondos de inversión antes que garantizar vivienda para la mayoría de malagueños”.

Desde el PSOE apuestan por un plan integral que recoja suspensión de licencias, persecución de la oferta ilegal, fiscalidad disuasoria y una alianza institucional para frenar el deterioro del acceso a la vivienda. “Estamos en un punto de no retorno”, advierten.

Las críticas al alcalde de Málaga, el popular Francisco de la Torre, le vienen también desde Con Málaga. La coalición de izquierdad considera que la nueva restricción del Ayuntamiento a las viviendas turísticas llega tarde y es poco eficaz, al no aplicarse con carácter retroactivo. Propone una moratoria total de entre dos y tres años para nuevas licencias hasta que haya una regulación clara, y exige un plan de inspecciones y sanciones ante las más de 4.000 viviendas irregulares que estiman en la ciudad.

Y la patronal, a lo suyo... y amenazando

Desde la patronal de Apartamentos Turísticos de Andalucía, Avvapro, la lectura es muy distinta. Su presidente se ha reunido con el alcalde para pedirle que defienda la imagen de la ciudad, tras la ola de críticas internacionales. Especialmente les ha dolido la emisión del mencionado reportaje muy crítico de la BBC.

“El relato que se está construyendo desde fuera no hace justicia a la ciudad. Málaga no es Venecia. Es una ciudad viva, con identidad y cultura propia. Se centran en una zona muy concreta del centro, y olvidan que hace 30 años ese mismo barrio estaba degradado y vacío”, argumentan.

Avvapro defiende que el turismo ha dinamizado el tejido económico local. “La incidencia de pisos ilegales es mínima y quienes los promueven ya han sido sancionados”, afirman. Además, han iniciado acciones legales contra los colectivos y entidades que, a su juicio, difunden mensajes que “dañan gravemente la imagen del destino”.

Un modelo de ciudad en disputa

La fractura es evidente. De un lado, los que alertan de un modelo insostenible que expulsa a los vecinos y transforma barrios históricos en zonas para visitantes. Del otro, quienes insisten en que el turismo es una fuente de riqueza compatible con la vida local si se regula adecuadamente.

Mientras tanto, miles de malagueños se enfrentan a precios de alquiler cada vez más inasumibles, especialmente jóvenes, familias trabajadoras y mayores. Y la ciudad, atrapada entre el turismo global y el derecho a la vivienda, busca aún su equilibrio. Si no se reacciona ahora y se revierte de forma radical la situación, Málaga, la “Ciudad del Paraíso” como la bautizó Vicente Aleixandre, será solo un recuerdo con buenas críticas en TripAdvisor y una postal en nuestro álbum de reliquias del pasado.

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