[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]Una[/cita]Conocemos con bastante precisión todos los hechos sucedidos en Granada en la última semana, pero no el orden interno en que se han producido. La sucesión externa sí la conocemos, claro está, pero no la sucesión de puertas adentro, cuyo conocimiento nos daría algunas claves para cerrar los flecos pendientes de un relato político-judicial que ha conmocionado al Partido Popular de Andalucía hasta el punto de dejar a su dirección regional prácticamente sonada, aunque ella misma no parezca haberse dado todavía cuenta de ello.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]Dos[/cita]Lo excepcional de lo sucedido en Granada, lo nunca visto en la vertiginosa cadena de acontecimientos ocurridos tras el registro y detención durante unas horas del alcalde de Granada, José Torres Hurtado, ha sido 1) la nota de la Fiscalía General del Estado poniendo en cuestión la actuación de la Policía y 2) la gestión de los acontecimientos que ha hecho el Partido Popular. Sobre lo primero nadie del Gobierno o de la propia Fiscalía se ha molestado siquiera en dar una explicación y por tanto solo cabe elucubrar –y sospechar– en el vacío; sobre lo segundo, tenemos más pistas.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]Tres[/cita]Lo ocurrido en los últimos siete días –el circo, la detención, las quejas, los aplausos, las conspiraciones…– ha sido llamativo para unos y dramático para otros, pero no ha sido insólito. No es la primera vez que se detiene a un alcalde en una investigación por corrupción urbanística. Ni la primera vez que el detenido proclama que es inocente. Ni la primera que la oposición se apresura a promover la censura del regidor para echarlo del cargo. Pero sí ha sido la primera vez que el Partido Popular ha sido casi tan rápido y no menos contundente que la oposición al exigir la dimisión de uno de los alcaldes más importantes con que contaba en todo el país.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]Cuatro[/cita]La rapidez del PP pidiendo a Pepe Torres que se marchara de inmediato no fue porque considerara que es un corrupto: muy pocos creen tal cosa en el partido… e incluso en la propia oposición. Esa rapidez hay que atribuirla al puro cálculo político: si Torres dimitía y lo hacía deprisa deprisa, el PP podría conservar la Alcaldía con Sebastián Pérez, el presidente provincial del partido a quien Ciudadanos de Granada sí apoyaba como regidor. Ahora bien, ni la dirección provincial ni la dirección regional del PP (en el caso de que exista la dirección regional) contaban con la ira de Pepe Torres. El alcalde se sintió solo y traicionado cuando, horas después de su detención y puesta en libertad, constató que las ráfagas más intensas contra su campechana persona provenían de sus propias filas. Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros, se diría estupefacto el pobre Torres. Lo mismo, por cierto, que debió decirse la UDEF cuando leyó la nota de la Fiscalía General del Estado.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]Cinco[/cita]A todo esto, ¿quién marco el discurso público del Partido Popular en el muy comprometido caso Torres: Granada, Sevilla o Génova? Granada se apresuró a dictar sentencia 48 horas después de la detención: ‘Hay que matar a Pepe ya mismo’. Génova no habló oficialmente pero sí filtró a los periodistas que cubren la información del partido que pensaba lo mismo que Granada. ¿Y Sevilla? ¿Qué pensaba Sevilla? El líder regional Juanma Moreno tardó todo un día en matizar la pena capital dictada por Sebastián Pérez desde Granada y flexibilizar los plazos de ejecución: no lo matemos ya mismo, mejor mantengámoslo en el corredor de la muerte hasta que declare el 12 de mayo ante el juez.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]Seis[/cita]¿Quién ha ganado la partida dentro del Partido Popular? Buena pregunta, aunque en realidad habría que formularla de esta otra manera: ¿quién no perdió dentro del Partido Popular? Nadie. Todos han perdido en esta crisis: ha perdido Pepe Torres, ha perdido Sebastián Pérez, ha perdido Juanma Moreno y ha perdido Mariano Rajoy, aunque el presidente anda con líos tan graves que la pérdida de Granada no lo habrá inquietado demasiado. ¿Y tanta derrota por qué? Por codicia electoral, por precipitación táctica, por vacío de poder, por tembleque de piernas. Torres Hurtado merecía algo más de clemencia por parte de los suyos. O algo más de tiempo, que en las crisis políticas es un equivalente de la clemencia. Pero no, qué va, todo lo contrario: fue todo uno conocerse la noticia de la detención y ponerse el PP a buscar los clavos para crucificar a su alcalde, que diría para sí mismo. ‘PP, ¿por qué me has abandonado?’.[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]Siete[/cita]¿Había otra forma de hacer las cosas? Si el partido hubiera mostrado algo más de clemencia, en forma de tiempo hasta el 12 de mayo, ¿habría aceptado Pepe Torres no morir matando, es decir, no llevarse por delante a su virtual sucesor? Y no solo Torres: ¿habría soportado el propio PP tres semanas de calvario por no matar a Torres? ¿Lo habría soportado Ciudadanos? Dado que el partido naranja quería inicialmente mantener al PP en la Alcaldía, ¿qué lo hace cambiar de idea sumándose a una moción de censura para entregarle el cargo al socialista Paco Cuenca? ¿Una orden de Madrid? ¿El macutazo de que Torres se llevaba por delante al ‘Sebas’, con lo que el PP granadino se quedaba hecho unos zorros y, por tanto, se convertía en un socio extremadamente inestable con el cual no valía la pena jugársela renovándole el mandato?[cita alineacion="izquierda" ancho="50%"]Ocho[/cita]Y más preguntas: ¿por qué acepta Sevilla sin rechistar la exigencia de Torres de llevarse con él a Pérez a la tumba? Más vale una vez rojo que ciento amarillo, debieron pensar en la sede popular de la calle San Fernando. Un Pepe Torres airado con su partidoy sintiéndose víctima de una trama urdida por su enemigo íntimo Sebastián Pérez le habría dado muchos dolores de cabeza al partido. Seguramente al PP no le quedo más remedio que aceptar las condiciones de Torres: dos por el precio de uno. Paradójicamente, quien sale mejor parado de esta crisis es el mismísimo Pepe Torres: no ha salvado el cargo, pero sí la dignidad, mientras que otros no han salvado ni una cosa ni la otra. Otra cosa es lo que diga la jueza el próximo día 12: como lo deje libre sin cargos, más de un político y más de dos periodistas no encontrarán un sitio lo bastante remoto donde esconderse para ocultar su vergüenza.