Carlos Arenas, profesor jubilado de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Sevilla, se ha pasado los últimos seis años buscando la huella de los causantes de la desigualdad andaluza. El resultado está en ‘Poder, economía y sociedad en el sur: Historia e instituciones del capitalismo andaluz’, un libro de 600 páginas editado por el Centro de Estudios Andaluces.En él detalla, con una decencia intelectual poco habitual en esta tierra de silencios, quiénes han sido y son los dueños del “cortijo andaluz” y por qué, después de casi 40 años de autonomía, la distancia con las regiones más ricas de España y Europa sigue siendo la misma que antes de la conquista de la autonomía.El profesor parece no haber sucumbido a la cultura del silencio que denuncia en su libro: “Primero vinieron los señores feudales, luego los señoritos y ahora tenemos al PSOE, que es la gran empresa de Andalucía”. Según Carlos Arenas, la causa del atraso andaluz está en una élite económica y política que “ha actuado y actúa de enlace entre el poder centralista y el territorio andaluz, poniéndole barreras al desarrollo”.ANDALUCÍA SUPERABA EN RIQUEZA A CATALUÑAEl momento en que se acelera el declive de la economía andaluza, que hasta el siglo XIX superaba en riqueza a la catalana o vasca, es situado por el autor en la segunda mitad del siglo XIX. Mientras España va perdiendo las colonias americanas, lo que afectó gravemente a la provincia de Cádiz –que era una potencia exportadora-, Cánovas del Castillo promueve la división regional del trabajo. Y la burguesía andaluza, instalada en las Cortes y en el Consejo de Ministros, no apoya la diversificación de la economía y actúa a favor de sus intereses, en lugar de hacerlo por el de las clases populares andaluzas.“Eso hubiera significado no tener mano de obra barata, miedosa, analfabeta y explotada y que la burguesía dejara de acumular riqueza y vivir de las rentas de sus propiedades”, puntualiza.Así, cuando la productividad es bajísima, “la única capacidad de hacer negocio es explotando a más gente. Antes éramos jornaleros, ahora somos albañiles, camareros y dependientes”, un modelo productivo que “sólo es posible con un 30% de paro estructural” y que provoca que los universitarios tengan que marcharse porque la estructura productiva andaluza “no requiere de especialistas”, se lamenta el historiador.Este atraso andaluz, resultado de un capitalismo de élites que acumula mucho capital en pocas manos, se reafirma en la década de los 60 y 70 cuando el franquismo llega a la conclusión de que España no se puede desarrollar de manera igualitaria e instala en el triángulo de Madrid, Cataluña y País Vasco la potente industria estatal con la que la dictadura abre la economía al exterior, nutriéndose de la emigración de millón y medio de trabajadores que abandonan las zonas rurales de Andalucía.¿PARA QUÉ HA SERVIDO LA AUTONOMÍA?Las reivindicaciones por la autonomía andaluza, que se materializó en las multitudinarias manifestaciones del 4 de diciembre de 1977 en las ocho provincias y en el posterior referéndum del 28 de febrero de 1980, no eran más que producto del “desencanto por el modelo de capitalismo” que, tal como detalla el autor en su libro, reducía a Andalucía a la no productividad y a la acumulación de grandes capitales en las mismas familias que fueron premiadas en la conquista castellana por ejercer de nexo de unión del poder central con las demandas andaluzas.Aunque “hemos mejorado cuantitativamente, seguimos en la misma posición del ranking con respecto a otras regiones españolas o europeas”, sostiene el profesor refiriéndose a los casi cuarenta años de autonomía: “Las causas del atraso andaluz es en un 80% responsabilidad de las élites andaluzas”, resume.Este “atraso relativo”, que hace que Andalucía ocupe hoy los primeros puestos de la clasificación en precariedad, desempleo, abandono escolar, negociación colectiva y exclusión social, el autor lo achaca a que “el PSOE ha seguido funcionando como los grandes señores de la conquista castellana”.“Primero fueron los señores feudales, luego los señoritos y ahora es el PSOE”, dice este autor de más 50 publicaciones de investigación social de la historia económica andaluza. A juicio de Carlos Arenas, los gestores de la autonomía deberían haber apoyado a los pequeños y medianos empresarios andaluces y no haber renunciado a llevar a cabo la reforma agraria que hubiese permitido que la propiedad de la tierra, muchas de ellas en barbecho porque “la UE subvenciona la no producción”, estuviese en manos de cooperativas de economía social.NUEVO DEBATE TERRITORIAL Frente a los nacionalismos del norte, que apelan a los orígenes culturales o de la lengua como pegamento emocional de la población, Carlos Arenas está convencido que “la identidad andaluza es un grito contra la desigualdad” y que eso fue lo que salió a la calle en la Transición a reivindicar la autonomía.Por esta razón, el profesor cree que el “nacionalismo burgués del Partido Andalucista” no ha funcionado. “La gente sabía de dónde venía Alejandro Rojas Marcos”, sentencia. Del mismo modo, acusa al PSOE de haber usado la bandera de Andalucía “para frenar las grandes movilizaciones de las clases populares”.El que fuera decano de la Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Sevilla considera que la construcción de un nuevo andalucismo de izquierdas, que participe en el debate territorial actual, tiene que poner su mirada en la raíz, en acabar con el “capitalismo de élites” que persigue a Andalucía desde hace tantos siglos y huir de buscar rasgos definitorios en el pasado y empoderar a las clases populares andaluzas, “porque lo que define a Andalucía está delante de nosotros: la humillación, el atraso, el desempleo y la desigualdad”, concluye.