Viernes, 7.31.- No se me van de la cabeza del duermevela los listos que titilan (es ad hoc) a cinco columnas las pandemias del paro. Dicen que a la hostelería le ha ido fatal. Como no sea (Gila supongo) que los bares están cerrados, no me entra en la cabeza.

Viernes, 8.32.- Repasando bolsos del ayer encuentro un boli Luxury Collection. Se me escapan las uñas de los pies. Fue el último día de la libertad. Supongo que marzo.  Éramos tres, un número inquietante a una hora decente: bloody mary, frutos secos, frío con sol, guiris (pocos, se lo veían venir) vitaminados por la parte del bolsillo. El boli me lo quedé por la cara.

Viernes, 9.05.- Hasta aquella mañana, lo recuerdo como la taza de chocolate (eso fue todo) de mi primera comunión. Se hablaba, muy cerca de allí, del milagro y empleo en Andalucía.

Viernes, 9.33.- Horrible paradoja la de los políticos y sus dietas. Nos gobiernan por tan poco dinero que han tardado tres semanas y diez mil muertos en darse cuenta de que si no viajan no deberían (Torrente) hacerse unas dietillas.

Viernes, 9.34.- Los listos, los ricos, los otros, para los que en general trabajan, ya han donado cientos de miles de mascarillas para hacerse perdonar sus cuentas corrientes. Llegan tarde y peor. Es el precio por creerse las propias mentiras. La de los alquileres de altos cargos, por ejemplo.

Viernes, 10.45.- Donde antes había pulcritud portátil y cristasol, ahora hay restos de galletas, teclas pringosas, mocos y la vaca Lola, que tiene cabeza y tiene cola. Y sin embargo, en mi mesa también se amontonan periódicos, libros, revistas... La memoria me regala la música de las teclas de aquella Olivetti portátil que me había regalado mi padre, a la que se le atascaba la cinta. Solo no está ni se le espera el cenicero atestado de colillas. Ni el vaso con restos de vino peleón.  Ni aquel poema de Cohen: Anoche te invité a cenar/no me miraste a los ojos/ cenaste en paz.

Viernes, 12.25.- Si yo entendiera de política y renunciara a cobrar dietas, me gustaría, sólo por esta vez, ser Inés Arrimadas (hablo del cuerpo político). El destino le da una segunda oportunidad a Ciudadanos, claramente inmerecida, pero la suerte es justamente lo contrario a un concurso de méritos. Sólo tiene que reinventar el centro que ella misma ayudó a destruir.

Viernes, 12.42.- El instinto de Inés puede decidir dos cosas: hacerse la Rivera y ponerse a las puertas de Génova a que le den trabajo cualificado, digamos Europa (y un traje negro para los funerales); o apuntarse al compromiso que habla de los pactos de la pandemia, como la reedición de aquella extraña conjura en la que Suárez, Felipe, Fraga,  Carrillo y los nacionalistas se pusieron de acuerdo para hacernos la Transición y sacar adelante la Democracia. El invento dura, con sus achaques, más de cuarenta años.

Viernes, 14.45.- Sacamos la mesa al porche, una excursión. Los niños se llevan los correpasillos y ellos se ponen el jersey sobre los hombros, como domingueando. Hay cerveza y quisquillas (congeladas). Suena un poco de Norah Jones. La Tercera Transición debería ser esto.