Los populares no están dispuestos a dejar pasar la oportunidad de sacar rendimiento político a las diferencias internas en el Partido Socialista. Lo explicitaba esta semana el vicesecretario de Organización del PP andaluz, Toni Martín, al hurgar con delectación en la antigua herida: será “complicado –decía– que Pedro Sánchez y Susana Díaz mantengan un acuerdo” en materia de financiación autonómica, dado que el PSOE “se ha convertido en un gallinero interno en muchas cuestiones, pero sobre todo en esta”.

El partido que dirige Juanma Moreno en Andalucía intenta explotar una baza con la que no contaban sus adversarios socialistas: el apoyo a regañadientes del PP andaluz al modelo de financiación autonómico pactado previamente por los tres grupos de izquierda de la Cámara y al que finalmente, y para sorpresa del resto de grupos, no se sumó Ciudadanos.

La mina catalana

Ese amplísimo consenso que, sobre el papel, es un éxito político de la presidenta Susana Díaz está siendo hábilmente presentado por el PP, en la parte que le toca, como “un gesto de flexibilidad y generosidad” por su parte que contrastaría con la cicatería de los socialistas al negarse a ceder un puñado de votos para que España tenga Presupuestos Generales del Estado.

La estrategia de los populares parece orientada a agudizar las contradicciones internas de un Partido Socialista que no acaba de resolver satisfactoriamente debates internos que arrastra desde hace años.

Constatado que Pedro Sánchez debió en buena parte su victoria en las primarias a los socialistas catalanes (obtuvo el 82 por ciento de los votos del PSC), los populares ven ahí una mina que, convenientemente explotada, puede dar grandes rendimientos, pues entre la ‘España plurinacional’ que propugna el PSC y la ‘España federal pero unitaria’ que propugnan el PSOE-A y otros territorios se abre un abismo que hoy por hoy Ferraz no es capaz de salvar.

El fantasma de la ordinalidad

La ‘Biblia’ socialista en esta materia, la Declaración de Granada, fue suscrita en julio de 2013 en la ciudad andaluza después de más de diez meses de negociaciones, a veces muy tensas, entre el PSC de Pere Navarro y la dirección federal que entonces lideraba Alfredo Pérez Rubalcaba, pero parece haber quedado desfasada.

El documento no recogió el principio de ordinalidad que propugnaba el PSC, pero mientras los socialistas catalanes no han renunciado a él, para sus compañeros andaluces es casus belli. También defendida por el nacionalismo catalán antes de precipitarse hacia el independentismo, la ordinalidad alude la limitación de la solidaridad interregional para que las comunidades más ricas, tras su aportación fiscal al fondo común, no bajen puestos en financiación per cápita o en recursos.

Cuestión de principios

El principal reproche del PSOE andaluz y del Gobierno de Díaz a Ciudadanos por no participar del consenso sobre la propuesta autonómica de financiación es, precisamente, que los naranjas pretendían incorporar al documento el principio de ordinalidad.

El líder andaluz de Ciudadanos, Juan Marín, defiende en que los principios de solidaridad y ordinalidad son “perfectamente compatibles” porque el primero está “recogido en la Constitución” y, en cuanto al segundo, es “lógico que las comunidades que más recaudan y más recursos ceden no vean mermada la prestación de sus servicios”.

"No se puede penalizar a quien contribuye con sus impuestos porque sus vecinos tienen menos renta y que, por tanto, parezca que es la tierra la que contribuye", sentencia por el contrario la consejera de Hacienda, María Jesús Montero. Un reproche tan rotundo difícilmente sería compartido por el PSC ni probablemente por Pedro Sánchez, cuyo aliado más explícito es el partido hermano que lidera Miquel Iceta.

Cuestión de trámite

El PP es perfectamente consciente de todo ello, y de ahí su machacona insistencia en que sea el PSOE como tal quien haga una propuesta de modelo de financiación autonómica: los populares saben que Ferraz no puede hacer tal propuesta sin alborotar al ‘gallinero socialista’.

En realidad, Rajoy y los suyos hacen, y lo saben, una cierta trampa al poner el foco en el PSOE, pues nadie discute que el trámite de negociación de la tarta autonómica no empieza por los partidos sino que termina con ellos, cuando el modelo se vota en el Congreso. El trámite comienza en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), y quienes se sientan ahí no son los líderes de los partidos sino los consejeros de Hacienda de las comunidades de régimen común.

No hay motivo

Tras su encuentro en la Moncloa, el miércoles de Feria, con la presidenta andaluza, Mariano Rajoy se comprometió a convocar de manera inmediata el CPFF, pero todo el mundo da por hecho que el Gobierno seguirá, de un modo u otro, mareando la perdiz y culpando al PSOE –por sus contradicciones territoriales y orgánicas– de que no haya un nuevo modelo de financiación.

Puesto que Rajoy se comprometió con Díaz a esa convocatoria, para los populares andaluces la conclusión es obvia: "Ya no hay motivo –argumenta Toni Martín– para que el PSOE-A siga poniéndose en el escenario de la confrontación con Rajoy en vez de en el del acuerdo, como ha hecho el PP-A y su presidente, Juanma Moreno, en la financiación autonómica".

Los PGE entran en escena

De paso, el PP también intenta, por boca de Martín, pescar en el río revuelto del debate presupuestario: "Ya que son unos presupuestos buenos para Andalucía, no se entendería que ahora Susana Díaz y el PSOE andaluz no tengan la misma altura de miras, no sitúen los intereses de los andaluces por encima de los partidistas y no apoyen esos presupuestos".

Esta de los PGE es la otra línea de ataque de los populares para sacar rendimiento a las diferencias internas de los socialistas, y ello a pesar de que ni Ferraz sacrificará jamás en el altar de la estabilidad presupuestaria la bandera del ‘no es no’ con que Sánchez ganó las primarias ni San Vicente –sede del PSOE andaluz– entrará nunca en el juego planteado por San Fernando –sede del PP andaluz–.

Por lo demás, Díaz y los suyos no están pasando demasiados apuros para rechazar los PGE de 2018: la inversión en infraestructuras básicas, principalmente ferroviarias, sigue siendo demasiado escuálida como para que el PSOE-A se sienta comprometido a apoyarlos o incómodo por no hacerlo.