La entrevista con la que Rajoy se estrenó como gran señor de TVE, no da lugar a tapujos, las cosas son como son, primero se cuadran las cuentas y después se tira uno a matar, hasta dejarnos a los españolitos para el arrastre como en el muy tradicional y escandalosamente sanguinario divertimento del Toro de la Vega ¿cuánta sensibilidad democrática hace falta para prohibir tal barbarie?

Gastamos, más que ganamos, así que nuestro único interés es que nos renueven los créditos con sus correspondientes intereses; así pues en “interés de España” que es la única jaculatoria que Don Mariano se tiene aprendida, va a recortar, ahorrar, cercenar, desmochar, rebanar, mutilar aquellas partidas presupuestarias que más nos interesan, y que descuadran ante sus correligionarios por sus propios intereses de abolengo. Resta y sigue.

Lamentablemente con las cartas marcadas por la troika comunitaria y la prima de riesgo, que son las nuevas tarascas de nuestro sin vivir, la faz del presidente se diluye, entre la mueca de lo irremediable y la del destino incierto. El tiempo pasará en un deshacer constante, y celebraremos la despedida del hombre que no pudo gobernar. Esa impresión me queda, visto lo visto, oído lo oído, en la noche de un lunes en que con regular humor puse atención a lo que nos decía y se callaba el Sr. Rajoy.

La banca es lo primero, como en los casinos y el resto a jugar a la ruleta rusa del desempleo. España se viste de gala para recibir EuroVegas, pero sin euros. El discurso es que somos unos fenómenos en la economía de servicios -¡como Vd. mande! Esperanza Aguirre, la aspirante, pone cara de haberse sacado los ases de la manga con el permiso del tahúr jefe, Mr. Adelson. Los del El Prat, responden con Diada, y esperan malhumorados el turno venidero de las barajas envenenadas.

En la vida cercana, la frutera china de guardia a todas horas, tiene de uñas a la farmacéutica del local de al lado, que mantiene su ventanilla entreabierta en el ocaso. La amiga de Shangai ha puesto un reclamo en su fachada con la frase de Hipócrates, “deja que el alimento sea tu medicina, y que la medicina sea tu alimento”. Los boticarios y los municipales, han concluido que esa publicidad no hace competencia desleal a las farmacias. La sorpresa es que en cada buzón nos encontramos una octavilla, contra la fruta que nos manda Fumanchú. Economía global de cine de barrio.

Trágicamente hay más de dos millones de “ninis”, -cosa que no pasaba con la vieja “mili”, me apunta un viejo militar retirado. Para no seguir con el debate, y por lo que pudiera venir, le muestro un titular de primera página local “Soldado rescata a España”, torpeza la mía. Rajoy sigue sin saber nada sobre el rescate.