Muchos nervios en casi todo el PP. No poco desconcierto en buena parte de Cs. Júbilo general en el PSOE y fastidio discreto en Adelante-UP-Podemos-IUCA-Etc.

La causa de tantas emociones encontradas era esta noticia que saltó ayer y cogió por sorpresa incluso a quienes lograron componer a toda prisa el gesto de suficiencia que daba a entender que ellos ya lo sabían: el portavoz de Cs en el Ayuntamiento de Sevilla, Álvaro Pimentel, ofrecía al alcalde socialista Juan Espadas un pacto estratégico de estabilidad que "garantice la mayoría suficiente en el gobierno de la ciudad durante los próximos dos años".

Cs lo explicó en un comunicado que certificaba el giro estratégico de Cs que viene impulsando la nueva líder nacional del partido, Inés Arrimadas: "La situación excepcional que se está viviendo desde hace meses", decía la nota naranja, "nos obliga a dar un paso al frente para buscar todo aquello que nos une y llegar a un pacto por Sevilla que posibilite la reactivación económica y social, dé certidumbre a los sevillanos, y permita desbloquear grandes proyectos a corto y medio plazo".

Y por si quedaban dudas: "Lo que Ciudadanos está poniendo encima de la mesa –explicó Pimentel– es la estabilidad política de la ciudad, traduciendo en presupuestos, ordenanzas y proyectos para Sevilla la mayoría plenaria que salió de las urnas en 2019". Casi na.

Marín esquiva las balas

El presidente regional de Cs y vicepresidente del Gobierno andaluz sostenido por Vox hizo lo que pudo para esquivar las contradicciones cuando los periodistas le preguntaron por una alianza que de algún modo desacredita el obsesivo antisocialismo desplegado, tan terca como innecesariamente, por Marín tras su ruptura con el mismo PSOE al que él sostuvo plácidamente durante tres años en la Junta de Andalucía.

Pimentel, vino a decir Marín, está haciendo en el Ayuntamiento de Sevilla “lo que siempre hemos hecho en Cs”. ¿Y qué es lo que siempre han hecho en Cs? “Buscar puntos de encuentro”, se sobreentiende que con todo el mundo, aunque hasta ahora unos han sido bastante más todoelmundo que otros.

Mientras el PP se ponía de perfil por boca de su portavoz parlamentario José Antonio Nieto – “Cs tiene su autonomía y perfecto derecho a alcanzar los pactos que considere oportunos”–, en el PSOE no desaprovechaban la ocasión de meterle el dedito en el ojo a Marín: “Cs tiene dos almas, una absolutamente vendida al PP, que es la que lidera Juan Marín, y otra que valora de forma más positiva los acuerdos, que es la que representa Inés Arrimadas”, decía en rueda de prensa el portavoz socialista José Fiscal.

Inés del alma mía

Al contrario de lo que sostiene Fiscal, no es evidente que Cs tenga no ya dos almas, sino una siquiera, entendiendo ‘alma’ como 'ideología de perfiles políticos y estratégicos bien definidos'.

Es más: de Cs puede decirse con bastante propiedad que, hoy en día, es un partido en busca de su alma, la que perdió en la oscuridad cuando Albert Rivera se dejó cegar por aquel Diablo de la Codicia que le susurraba al oído que el sorpasso al PP era cosa hecha.

Con los pecios que quedaron a la deriva tras el naufragio del barco naranja en 2019, Inés Arrimadas está armando pacientemente el farol con el que, como el célebre griego de antaño, hallar el alma perdida de su partido. Diógenes buscaba un hombre honesto con su farol y Arrimadas busca el alma genuina de Cs con el suyo.

La doble plegaria

El Cs de Arrimadas se avino primero a llegar a acuerdos con el Gobierno rojo de España, empezó después a distanciarse sin complejos de la presidenta azul de Madrid y ahora se está dispuesto a garantizar la estabilidad del Ayuntamiento socialista de Sevilla.

Ese Cs de Arrimadas está determinado a ponerle una vela a Dios y otra al Diablo. En realidad, es el único camino transitable que tienen partidos mestizos en lo ideológico y transversales en lo estratégico como Cs en España o los modestos pero tantas veces decisivos partidos liberales en distintos países de Europa.

Si Dios es la derecha –y merece el título, pues no en vano lleva siglos apropiándoselo– y el Diablo es la izquierda –así señalada por el dedo de Dios–, para Cs es justo y necesario poner velas a ambos. De esa doble, comprometida plegaria depende su supervivencia. Sabemos que Arrimadas lo ha entendido. Lo que no sabemos es si también lo ha hecho Marín.