La digitalización de las administraciones públicas españolas avanza a buen ritmo, y el ciudadano o ciudadana de Andalucía que se haya digitalizado dispone ya de su Carpeta Ciudadana, que reúne toda la documentación personal gestionada por la Junta de Andalucía y da acceso a la que gestiona la Administración Central bajo el mismo nombre.

Si se descarga la aplicación móvil de la Carpeta Ciudadana andaluza, se puede llevar en el teléfono la tarjeta sanitaria y la receta electrónica con los medicamentos prescritos por el médico de cabecera, y hasta acceder a la historia clínica personal con su correspondiente apunte de vacunaciones. 

Hasta el momento las administraciones públicas no han publicitado con la boca grande estos avances para que no se desborden los servidores que los respaldan y porque, además, todavía se encuentran en desarrollo y no han completado su total implementación.

Están probando y testando las herramientas, la app de la Carpeta Ciudadana andaluza tiene poco más de 10.000 descargas en la versión para Android. Pero lo que sí hay que advertir desde ya es que todos los gobiernos, desde los ayuntamientos al Estado, pasando por las comunidades autónomas, deben coordinarse al máximo para que no se reproduzca la tradicional duplicidad y desconexión de la burocracia analógica.

En el nuevo paisaje digital todo debe estar integrado para facilitarle la vida a la ciudadanía y hay que evitar que se produzcan iniciativas desconectadas de la Carpeta Ciudadana como ocurre por ahora con la web y la app de la Dirección General de Tráfico, que permite llevar en el móvil el carnet de conducir y la documentación de vehículo con la misma validez que la documentación en papel. El futuro documento vacunal de la covid19 debe ir integrado en  este dispositivo para no dispersar la documentación y caer en ineficacias, como ya ha ocurrido con la aplicación Radar Covid de la que apenas se habla.

Pero de poco servirá el esfuerzo del Estado en la administración electrónica sin la colaboración del conjunto de la ciudadanía y de las organizaciones sociales para asumir la digitalización como una cuestión vital en la que nos jugamos la salida de la crisis y la recuperación social tras la pandemia.