Martes, 2.15.- Dicen que Stendhal bailó de alegría cuando leyó la crítica que Balzac había hecho de su novela La Cartuja de Parma, que por cierto me llama desde el estante. Mil doscientas dieciséis páginas después, Roberto Bolaño y yo hemos dado por concluida nuestra relación. Como dirían en Cádiz: tampoco es para ponerse así.

Martes, 9.30.- Los sindicalistas acusan al gerente de un hospital (por supuesto público) de ser el culpable de las infecciones de los profesionales. Lo bueno que tiene el trabajo de sindicalista liberado (por supuesto, público) es que la culpa la tienen siempre los gerentes. Y juegan al tiro al plato: ¡otro!

Martes, 9.31.- Se dice que si abrazas la fe sindicalista (por supuesto, pública) una nueva sabiduría ilumina tus pasos. Si te liberas con los pluses de productividad y fin de semana, esa iluminación alcanza cotas de mesianismo: la sanidad, la educación, las telecomunicaciones, el transporte... Son tareas sencillas gestionadas por enchufados políticos. Conocí a un liberado sindical con 25 años (por supuesto público). Se jubila mañana. Con la mejor cotización, por supuesto.

Martes, 9.45.- La compra del pan ya no es un (lo cual que) relato dominguero de Umbral, otra fama fugaz disuelta en olvido. Mis precedentes en la cola, observo, disimulan el pijama debajo de la gabardina. Lo primero que desaparece con una pandemia son ganas de gustarte a ti misma.

Martes, 12.05.- El acopio de los muertos. La necrofagia de la derecha peor. Foto de Casado con el rito funerario del minuto de silencio en la puerta de Génova, uno de los barrios más caros del mundo. Ladrones de tumbas vestidos de Armani.

Martes, 12.06.- La afición viene de lejos. Rajoy y Arenas en la casa de los padres de Marta del Castillo. La respuesta era sencilla: estaban en la oposición.

Martes, 14.20.- Ha llovido, mejor dentro. Hoy cerveza con boquerones en vinagre. El New York Times afea a Aznar su huida a Marbella, donde los ricos creen (y yo) que se pueden morir mejor. Me aburren Aznar y su punto hortera de niki de pádel. Nunca entendí que tanta vulgaridad tuviera éxito. Mi altocargo exhibe plumero: hombre, si lo dice el New York Times…Aquella boda de nuevos y corruptos ricos…En fin... Si lo dice el New York Times.

Martes, 16.42.- Una amiga, guapa y rubia, con la que discuto sobre las tentaciones de la equidistancia, me reconoce que lo que antes era escándalo y portada, ahora apenas es menos que nada. Ya sólo hay periódicos de derechas o lo que diga el señorito Cebrián. Antes del confinamiento estuve con un Polanco en la terraza del hotel de los ricos: todo eran pestes. Sobre Cebrián.

Martes, 19.45.- Los medios se llenan de profetas del evangelio que viene : “Un nuevo mundo con otras reglas”. En 2010 también abundaban: sólo hay que cambiar pandemia por burbuja.

Martes, 20.06.- Determinada a escribir un cuento largo sobre los recuerdos del futuro. Arranca con un funeral de Estado y la bandera a media asta.