Pocos días después del golpe, la interpretación de lo sucedido deja una fecunda estela de declaraciones y silencios que al profano le parecen, más que una invitación a participar, un reto. Reiteradas consignas como “por el bien de España”, “por el partido” o “ahora toca... y ahora no toca...”, han venido promoviendo la demolición de lo que el comité federal del PSOE estableció y ha mantenido durante más de nueve meses, mientras algunos desde dentro del mismo y con ayudas externas la han preparado hasta conseguirla con aparente éxito. Una vez más, la máxima según la cual no siempre el que vence convence parece cumplirse a tenor de lo vivido el primer sábado de octubre dentro, fuera y lejos de Ferraz. No nos engañemos, las risas y las sonrisas acompañantes de muchos de los pertenecientes al bando ganador desde la votación a mano alzada no reflejan desgarro interior; cualquiera podría pensar y con razón que son fruto de la alegría por haber conseguido la expulsión de quien había sido elegido por otros muchos.

Mal precedente para el futuro de los cargos actuales y de los que estén por llegar. Muy mala noticia para los que hemos venido defendiendo las primarias como una apuesta decidida por la participación y estratégica, no táctica, para recuperar los aproximadamente 6 millones de votos perdidos desde 2008 por el PSOE, nunca robados por otras formaciones políticas. Por cierto, como no seré yo quien responsabilice de los primeros millones de votos perdidos sólo a Zapatero, ni de los siguientes  sólo  a Rubalcaba, tampoco lo haré de los últimos sólo a Sánchez. Eso sí, me resulta especialmente indignante ver sonrisas en los rostros de miembros del comité federal que, habiendo inmolado a uno de los suyos, se presentan como no corresponsables de los ¿éxitos? cosechados desde 2008. Lo que sí es irrefutable es la no responsabilidad de Pedro Sánchez como secretario general (no lo era) en la eclosión del descontento ciudadano el 15M ni en la aparición de Podemos. Cargar sobre quien recolecta lo que otros sembraron mal, cuidaron poco y regaron insuficientemente no parece de recibo.

La responsabilidad colegiada del comité federal y el fracaso de su gestión durante 9 meses debiera haber sido la noticia de portada desde el 26 de septiembre, pero no. Negar la influencia en los resultados de las elecciones vascas y gallegas del diario y permanente bombardeo al que se vio sometido Pedro Sánchez por compañeros y compañeras de su comité federal es pura vileza. Pero, ¿por qué esta trama y por qué este desenlace?

A fecha de hoy, ya nadie discute que era una salida para cambiar el no al PP por la abstención que le permita gobernar. Sin embargo, cuesta trabajo entender que la apuesta clara por dicha abstención sólo la han venido manifestando 2 o 3 dirigentes y ex-dirigentes cuyos intereses seguramente estén hoy en otras cosas, mientras que numerosas baronías y cuadros la han ocultado. Sin duda, el miedo y la vergüenza ante la militancia a ser reconocidos ya siempre como uno de  los que permitieron el gobierno del PP en 2016 con su abstención, viene justificando el que todavía no se sepa qué posición defiende alguno y alguna de los más interesados en liderar el partido en el futuro. A fecha de hoy, ya nadie duda del valor de Javier Fernández al defender lo indefendible, asumiendo el papel que quienes dinamitaron el partido el pasado 1 de octubre le han encargado, sin dar la cara. A fecha de hoy, ya nadie habla de terceras elecciones tras el desolador panorama que el dislate del día uno ha dejado. A fecha de hoy, todos esperamos la elección como sea de un hernándezmancha dispuesto a recibir tortas pero que garantice al final de la travesía del desierto el liderazgo de quien permanentemente viene amagando y amagando sin asumir riesgos, gracias al trabajo de conspicuos colaboradores.

“La tormenta perfecta provocada por el hombre o la mujer para conseguir lo que quería acabará en un éxito seguro: la abstención que permita el gobierno del PP”.