El quid de la cuestión está en las expectativas que se tuvieron del PSOE respecto de la solución de los problemas a la medida de los que esperaban una respuesta socialista de cara al mundo obrero, adjetivos -socialista y obrero- que dan nombre al PSOE. Este partido ha gobernado para todos, en mi opinión, incluidas las inmensas minorías, y eso a las mayorías disgusta. Zapatero ha mirado al desprotegido, pero también al fuerte; ha atendido los requerimientos de la derecha económica y política europeas para que este país no se convirtiera en Grecia, Portugal o Italia. Sin embargo, Zapatero es ultrajado con virulencia por aquellos que se quedaron en casa el día de las elecciones europeas y no fueron a votar, como si la cosa no fuera con ellos. En esto he de añadir que sí, me hubiera gustado más izquierda en lo económico, pero viendo el patio comprendo el porqué de las maniobras del presidente actual del Gobierno.

Por su parte, el PP no ha aportado ni una sola solución desde la oposición, ni una sola idea. Cuando se es líder de la oposición -incluso cuando se está en el Grupo Mixto- un diputado (o grupo de diputados) también tiene una alta responsabilidad. Al Grupo Parlamentario Popular le ha faltado responsabilidad, respecto de este país y la gente que lo integra.

El PP a lo largo de esta difícil legislatura que concluye este domingo se ha limitado a poner palos en las ruedas y defender los intereses de los poderosos: CEOE, grandes y multimillonarios banqueros y la Conferencia Episcopal (así como al retahíla de kikos y legionarios de Cristo, fanáticos ultracatólicos que, junto a Rouco Varela y compañía -Botín, entre otros, en el mundo financiero- han vomitado contra la democracia, que no construyeron ellos.

Entre tanto, Aznar se ha dedicado a ser el contraembajador español, predicando una doctrina antiespañola, de visos españolistas -de una peculiar visión de España-, aconsejando a esos organismos privados, especuladores y corruptos llamados agencias de calificación penalizar a España para asediar su economía, sus intereses y su bienestar.

No sólo hay que atender al discurso de la izquierda (de todas las izquierdas) advirtiendo de qué va a hacer la derecha con este país. Lo estamos viendo en las comunidades autónomas donde gobierna el PP. ¿Cuándo se ha preocupado la derecha de la clase obrera?

Y una pregunta más: ¿cómo es posible que una administración socialista sea capaz de pagar a sus funcionarios y a sus acreedores y cuando entra el PP, no? Quizá porque el sistema público está pensado por la izquierda. El PP ni comprende ni asume -por no comprender- el espíritu que mueve la 'res publica'.

Atención, Andalucía, porque Arenas también bota de alegría, como Rajoy, sintiéndose ganador, sin respeto a los votos de la alegría democrática de todos los ciudadanos, votemos lo que votemos.

 

*Ígor R. Iglesias es periodista y lingüista