Por su parte, el PP no ha aportado ni una sola solución desde la oposición, ni una sola idea. Cuando se es líder de la oposición -incluso cuando se está en el Grupo Mixto- un diputado (o grupo de diputados) también tiene una alta responsabilidad. Al Grupo Parlamentario Popular le ha faltado responsabilidad, respecto de este país y la gente que lo integra.
El PP a lo largo de esta difícil legislatura que concluye este domingo se ha limitado a poner palos en las ruedas y defender los intereses de los poderosos: CEOE, grandes y multimillonarios banqueros y la Conferencia Episcopal (así como al retahíla de kikos y legionarios de Cristo, fanáticos ultracatólicos que, junto a Rouco Varela y compañía -Botín, entre otros, en el mundo financiero- han vomitado contra la democracia, que no construyeron ellos.
Entre tanto, Aznar se ha dedicado a ser el contraembajador español, predicando una doctrina antiespañola, de visos españolistas -de una peculiar visión de España-, aconsejando a esos organismos privados, especuladores y corruptos llamados agencias de calificación penalizar a España para asediar su economía, sus intereses y su bienestar.
No sólo hay que atender al discurso de la izquierda (de todas las izquierdas) advirtiendo de qué va a hacer la derecha con este país. Lo estamos viendo en las comunidades autónomas donde gobierna el PP. ¿Cuándo se ha preocupado la derecha de la clase obrera?
Y una pregunta más: ¿cómo es posible que una administración socialista sea capaz de pagar a sus funcionarios y a sus acreedores y cuando entra el PP, no? Quizá porque el sistema público está pensado por la izquierda. El PP ni comprende ni asume -por no comprender- el espíritu que mueve la 'res publica'.
Atención, Andalucía, porque Arenas también bota de alegría, como Rajoy, sintiéndose ganador, sin respeto a los votos de la alegría democrática de todos los ciudadanos, votemos lo que votemos.
*Ígor R. Iglesias es periodista y lingüista