Repasemos los tiempos. Todo indica que el 13 de enero se constituirán las Cortes Generales (Congreso y Senado). El Presidente de las Cortes (Presidente del Congreso de los Diputados) informará al Rey del resultado electoral. (El Rey se los sabe de sobra, pero las formalidades son muy importantes en las democracias). El Rey iniciará una ronda de consultas: para simplificar, charlará y conocerá a todos los nuevos líderes parlamentarios. Y a los antiguos. Verá que el que tiene más escaños es Mariano Rajoy y le encargará que convenza al Congreso de que le voten por mayoría absoluta (176 diputados). Mariano Rajoy se explicará ante la Cámara y no conseguirá esa mayoría de ninguna manera. Y empiezan los tiempos medidos.

A las 48 horas de esa votación, Mariano Rajoy, volverá a someterse a votación: en este caso basta que tenga un sólo voto más que los que voten en contra (y lógicamente no cuentan las abstenciones). Por más que repaso posiciones de unos y de otros, no me sale que Mariano Rajoy salga elegido.

Y aquí empiezan las negociaciones de verdad: tienen los parlamentarios dos meses de consultas y votaciones para elegir por simple mayoría al nuevo presidente del Gobierno. Pero, si tras todas las votaciones que se estimen oportunas no se elige nuevo presidente, y tras esos dos meses, se disuelven las Cortes Generales y se convocan nuevas elecciones generales. Vayamos preparándonos para votar en abril de 2016.

¿Y por qué esa previsión? Pues porque hasta hoy -hasta hoy- hay lineas rojas por todas partes. Repaso algunas.

El PP no piensa aliarse con Podemos; se puede aliar con Ciudadanos, pero en ese caso no tienen que votar en contra ni Podemos ni el PSOE. Muy difícil.

El PSOE no piensa juntarse con el PP. Y con Podemos no quiere, mientras este partido defienda la autodeterminación de Cataluña.

Lo complejo del momento es que, no sólo hacen falta votos positivos para un proyecto, hace falta que no haya votos negativos: se sale Presidente con unos votos mayoritarios positivos y sin más votos negativos.

Tal como están las cosas hoy no veo ninguna posibilidad.

¿Podrían cambiar las líneas rojas hoy marcadas a fuego? Podría ser, pero con mucho coste político para quien lo hiciese.

Y luego hay una realidad muy interesante: todos los partidos tienen la sensación de que podrían haber tenido más escaños el pasado día 20.

¿Quién no se apunta a una segunda oportunidad si crees que en el examen democrático podrías haber obtenido mejores notas?

Si juntáis las líneas rojas más la esperanza, resulta que todos los partidos desean volver a votar.

¿Se puede hacer algo para evitar que en abril estemos otra vez delante de las urnas? Yo creo que no. ¿Y tú cómo lo ves?

Luis Solana es militante socialista y promotor de Nuevas Tecnologías
www.luissolana.com