Las profundidades marinas no son tan oscuras. Tres cuartas partes de los animales que viven entre la superficie del mar y 3.900 metros de profundidad son bioluminiscentes, esto es, pueden emitir su propia luz, según un estudio que ha llevado a cabo el Instituto de Investigación de la Bahía de Monterrey (Estados Unidos), y publicado en la revista Scientific Reports, Se trata del primer análisis numérico del número y los tipos de animales brillantes de las profundidades acuáticas. Porque no es fácil detectarlos, ver su reflejo. La oscuridad que tiene el mar por debajo de los 300 metros dificulta registrarlo, y la luminiscencia de estos animales no es constante por propia supervivencia, por la energía que les supone gastar y porque atraería a los depredadores.

Un censo difícil

Aun así, los investigadores recopilaron datos sobre cada animal de más de un centímetro que apareció en los vídeos de las 240 inmersiones de vehículos operados remotamente (ROV, por sus siglas en inglés), realizados durante 17 años en los alrededores del cañón submarino de Monterrey. Contaron más de 350.000 animales individuales, cada uno de ellos identificado por técnicos de vídeo utilizando una vasta base de datos conocida como VARS. Tras el recuento, el equipo científico dividió los animales observados en cinco categorías: definitivamente bioluminiscente, muy probable que sea bioluminiscente, muy poco probable que sea bioluminiscente, definitivamente no bioluminiscente e indefinido (no hay suficiente información disponible para determinar si es bioluminiscente o no). Y debido al amplio desconocimiento científico sobre las criaturas luminiscentes marinas, del 20 al 40% de los que se ven por debajo de los 2.000 metros se clasificaron como “indefinidos”.

Casi todos medusas

Además, se ha establecido que desde la superficie del mar hasta 1.500 metros, la mayoría de los animales brillantes eran medusas o ctenóforos (similares a las medusas); de 1.500 a 2.250 metros abajo, los gusanos fueron los más brillantes, y a partir de 2.250 metros pequeños animales parecidos a renacuajos conocidos como larváceos representaban aproximadamente la mitad de los animales brillantes observados. El análisis también mostró que algunos grupos de animales eran mucho más propensos a brillar que otros. Por ejemplo, del 97 al 99,7% por ciento de los cnidarios (medusas y sifonóforos) son capaces de producir su propia luz. En cambio, sólo la mitad de los peces y cefalópodos (calamares y pulpos) son bioluminiscentes.