No podemos engañarnos. Formar un gobierno consiste en crear una red social lo más cohesiva posible que integre, además, a la mayor cantidad de grupos de influencia. De esta forma e independientemente del signo político del partido en el poder, el ejecutivo se conecta con los recursos (financieros, mediáticos…) necesarios para cumplir con parte de sus objetivos. El problema surge cuando los árboles no dejan ver el bosque y el gobierno, pese a ser democrático, acaba atrapado en una red que acaba haciendo de los medios fines.

Si en una entrega anterior nos referíamos a cómo los intereses de las empresas armamentísticas, de la banca de inversión, de las constructoras, de las agrarias y de otros grupos de poder de origen no democrático habían colonizado los ejecutivos del PP, en este artículo profundizamos en algunos de sus actores principales, citando cinco ejemplos más a través de los cuales el gobierno conservador privatiza progresivamente la democracia para servir a otros intereses que no hemos elegido.