Las personas que practican una actividad deportiva intensa tienen el doble de posibilidades de muerte súbita que las no deportistas: 1,6 por 100.000 frente al 0,75 por 100 del resto de la población, según datos de Revista Española de Cardiología. Es necesario incrementar la prevención y la presencia de desfibriladores en instalaciones deportivas.

La parada cardíaca repentina, causa cada año más de 30.000 muertes. Una parte de estas defunciones se producen en personas jóvenes que practican un deporte intenso.

En situaciones de máxima exigencia física, pueden ponerse de manifiesto anomalías cardíacas que pasarían desapercibidas en otras circunstancias vitales, llegando a producir incluso la muerte, si no se actúa con rapidez. En España, tras una parada cardíaca repentina, el índice de supervivencia se sitúa en un 4 por 100 en EEUU alcanza el 50 por 100 gracias a la implantación masiva de DESA –desfibrilador semiautómatico- en espacios públicos.

Estos equipos son capaces de revertir una situación de parada cardiorrespiratoria, también llamada muerte súbita, ya que se dispone de un plazo máximo de 5 minutos para asistir a la víctima con garantías de éxito. Además, por cada minuto que se pierde, desciende un 10 por 100 la probabilidad de supervivencia y aumenta el riesgo de padecer secuelas.

En España no hay una legislación que facilite y promueva la instalación de Desfibriladores en recintos deportivos o lugares públicos. Sólo cuatro Comunidades Autónomas: Andalucía, Canarias, País Vasco y Cataluña, regulan de manera específica la instalación de desfibriladores en instalaciones deportivas.

Sería importante que en nuestro país se instalasen los espacios de protección de la salud, sobre todo en lugares alejados de los centros de salud o ambulatorios. Estas zonas deberían contar con, al menos, un desfibrilador, con mantenimiento garantizado y con personas adecuadamente formadas para poder garantizar una rápida actuación en caso de paro cardíaco repentino (para conseguir que vuelva a latir el corazón de la persona afectada), hasta la llegada de los servicios médicos de emergencia.  El tiempo máximo para aplicar la desfibrilación a una persona que ha sufrido un paro cardiaco repentino es de un máximo de 5 minutos.

Hay identificados cuatro pasos críticos para tratar el paro cardíaco repentino, denominados Cadena de Supervivencia:

  1. Reconocimiento y llamada al servicio de emergencia.

  2. Una rápida resucitación cardiopulmonar (RCP).

  3. Desfibrilación temprana.

  4. SVA -soporte vital avanzado- y cuidados post-resucitación