Hace tiempo que Jaume Collboni, el líder de los socialistas barceloneses y persona de máxima confianza de Miquel Iceta, primer secretario del PSC, tiene línea directa con la actual alcaldesa Ada Colau. Ésta precisa el apoyo de los socialistas para gobernar, cosa que hasta ahora no ha hecho más allá de postureo y fuegos de artificio.

El último plante de todos los grupos con respecto al polémico tranvía que ha de cruzar Barcelona para enlazar el Baix Llobregat y el Barcelonés Nord, ha provocado la alarma en la alcaldesa. Convergentes, socialistas, Esquerra, Ciudadanos y PP se han mostrado contrarios a este proyecto. Colau, que no es tonta aunque cometa numerosas tonterías, le ha visto las orejas al lobo. La decisión ya está tomada: hay que pactar con Collboni y conformar un equipo de gobierno entre su formación política y el PSC.

No es algo que surja de repente. Las conversaciones entre ambos responsables políticos vienen de lejos. De hecho, sin las pasadas elecciones catalanas y españolas, ya se habría verificado el acuerdo. Colau precisa un gobierno estable de mínimos y gente con experiencia en la gestión municipal. A partir de ahí, los socialistas accederían a Concejalías difíciles en las que la alcaldesa no ha sabido o no ha podido encontrar entre los suyos a personas competentes. Dicen los que están muy próximos a la edil barcelonesa que, aparte de Pisarello, su mano derecha, Colau está sola. Además, no se fía de Esquerra ni de las CUP, a los que considera como su competencia directa de cara a unas futuros comicios autonómicos que, más pronto que tarde, se celebrarán.

Vistas así las cosas, fuentes de ambos partidos coinciden en afirmar que el anuncio de la coalición es inminente. Miquel Iceta, el artífice de este acuerdo, practica la geometría variable en materia de pactos, aprovechando la debilidad de los demás, utilizando los contactos que le brinda el lobby rosa, transversal entre todos los partidos y muy poderoso e influyente, y colocando a sus personas de confianza en lugares estratégicos. Es así como ha conseguido entenderse a la vez con Colau y con Carles Puigdemont.

Socialistas en Gerona, de villanos a compañeros de viaje

Aún estaban frescas las palabras de la consejera Neus Munté acusando a los socialistas de todo menos de matar a Kennedy cuando saltó la noticia. Junts pel Sí hacía dimitir al hombre de Puigdemont en Gerona, Ballesta, quien renunciaba al acuerdo con Esquerra y pactaba con el PSC. ¿Qué había pasado? Pues que el president de la Generalitat ha comprobado cómo su formación política está acorralada en el parlament entre el radicalismo de las CUP y Esquerra, que practica un attentisme digno de la Francia de pre guerra, esperando recoger los restos del electorado convergente.

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez se saludan al inicio de su primera reunión en el Palau de la Generalitat.

Hay que aprobar los presupuestos y, sobre todo, evitar unas nuevas elecciones que llevarían a la formación de Artur Mas al descalabro absoluto. Visto que el famoso Procès es solo humo, el pragmatismo se ha instalado en el Palau de la Generalitat. Puigdemont tiene instrucciones muy claras: hay que salvar los muebles. El pacto con el PSC, que no entraría de momento en el Gobierno, establecería la aprobación de los presupuestos, la no beligerancia de los convergentes en el ayuntamiento de Barcelona, una hoja de ruta pactada con Pedro Sánchez basada en la reforma constitucional y una eventual consulta, cambios en el modelo financiero y políticas sociales. De estas cuestiones hablaron el otro día el president y el candidato a la Presidencia del Gobierno de España, ni más ni menos. Todo eso ya ha sido aceptado por ambas partes, según nos aseguran fuentes socialistas y convergentes.

No todos los barones del PSC ven con buenos ojos este mariàge de raison, claro, pero lo aceptan porque saben que solo así, visibilizando al partido, tienen oportunidades de volver a colocarse en una posición de fuerza tanto en Cataluña como en el conjunto del estado. A los de Colau y Puigdemont también les viene de perlas tener como socio a una formación seria, que no cae en estridencias y con una conocida experiencia en la gestión pública. Miel sobre hojuelas, pues.

En las próximas semanas veremos cosas interesantes porque, siguiendo con los vocablos franceses, Puigdemont, Iceta y Colau han organizado un menàge a trois que puede dar mucho de sí, especialmente si Sánchez pretende sentarse en el sillón de la presidencia del Gobierno de España. Ojo.