Purificación Lapeña ha conseguido llegar hoy por fin ante el juez para  reclamar el rescate de los restos de su abuelo y  de su tío que fueron depositados por orden del régimen franquista en el Valle de los Caídos. Es el primer caso de memoria histórica que se tramita por vía civil y la primera vez que se cita en sede judicial a una nieta que reclama los restos de su abuelo.



El caso se instruye en el juzgado de primera instancia número 2 de San Lorenzo de El Escorial y obedece a un escrito presentado por el abogado de la familia, Eduardo Ranz el 20 de noviembre de 2014 en el que solicitaba la aprobación y protocolización de información ad perpetuam memoriam, autorizando la recuperación de los restos mortales de los hermanos desaparecidos durante la guerra civil, Manuel y Antonio-Ramiro Lapeña Altabás que fueron fusilados en Aragón.

Solicita la entrega de los restos
Ambos fueron inhumados en el Valle de los Caídos en Abril de 1959 procedentes de Calatayud. “Se solicita igualmente orden de entrega de los restos a su nieta y sobrina, doña Purificación Lapeña Garrido, todo ello realizando la debida inscripción de traslado ante el Registro Civil, y con las garantías de la policía mortuoria. El Ministerio Fiscal, ha emitido un Informe favorable a su admisión a trámite”, explicaba a ELPLURAL. COM, Eduardo Ranz.

Reconocer la verdad
“Esta lucha de tanta gente durante tantos años, con tantas dificultades, intencionadamente silenciada se resume ahora con  esta declaración en el reconocimiento de la verdad de lo que se pide, y la denuncia de los que tratan de llevar a efecto esta ocultación”, continuó el letrado.

Les mataron salvajemente
Recuerda Ranz que “los hermanos Lapeña, no tuvieron la posibilidad de huir de la guerra, no tuvieron la posibilidad de convertirse en refugiados que huían de la guerra. Les mataron  salvajemente, les apilaron y les llevaron al valle de los Caídos, sin pedir a nadie su consentimiento”.

El derecho a un entierro digno
“Esta declaración, pone de manifiesto lo obvio, - añadió- que es el reconocimiento del derecho de cada familia a enterrar a su abuelo como considere oportuno, lo cual espero sea el precedente de cerrar heridas que, 79 años después, siguen abiertas. Es algo de pura humanidad, justicia y reparación, tan justo como necesario, para cerrar heridas que terriblemente siguen abiertas, tras los años transcurridos”, concluyó.

Un nuevo hito jurídico
El caso de Manuel y Antonio Lapeña, los dos hermanos fusilados en 1936 y enterrados años más tarde en el Valle de los Caídos, ha pasado por todas las instancias posibles hasta el inicio de este procedimiento civil. Comienza  un nuevo hito en el largo camino de Purificación que solo desea recuperar los restos de los suyos.

El origen en el caso García Lorca
El cauce procesal que habilita a la demanda presentada que da origen a la declaración de hoy  es el propio Auto de Tribunal Supremo de 28 de marzo de 2012, emitido a raíz del proceso de la familia de García-Lorca en Granada, que permite acudir a la jurisdicción civil, a través de un expediente de jurisdicción voluntaria por las informaciones para perpetua memoria. El mismo auto, hace mención a la vía Penal, la Contencioso-Administrativa y la vía civil.

Un largo camino
El largo calvario jurídico de Purificación comenzó el 20 de noviembre de 2012 cuando se presentó esta demanda ante el juzgado de instrucción de San Lorenzo de El Escorial; continuó tras el sobreseimiento y archivo ya habitual en los casos de desaparecidos forzados del franquismo.

Agotada la vía penal
Tras desestimarse en la Audiencia Provincial,  posteriormente en el Tribunal Constitucional por primera vez, un fiscal, Manuel Miranda, estuvo de acuerdo en continuar el proceso, pero finalmente se vio abocado al desistimiento. Fue negativo también el resultado ante el Tribunal Europeo. Agotada la vía penal, abordaron pues la civil.

Ejecutados en el 36
Manuel Lapeña y su hermano, nacieron en Villarroya de la Sierra (Zaragoza). Poco después del levantamiento militar del 18 de julio de 1936, Manuel fue detenido y fusilado en el barranco de La Bartolina, en Calatayud. Antonio Ramiro se echó al monte, pero pocos meses después se entregó. Le ejecutaron el 20 de octubre de 1936 en la tapia del Cementerio Municipal de Calatayud.

Al Valle de los Caídos en 1959
Por orden del ministro de Gobernación Camilo Alonso Vega, el 3 y el 4 de abril de 1959 los restos de ambos hermanos fueron exhumados y trasladados al Valle de los Caídos donde llegaron el día 8 de ese mes. Están perfectamente identificados en el Registro de Inhumaciones de la Abadía Benedictina del Valle. Manuel Lapeña Altabás figura con el expediente número 3.746, y Ramiro aparece con el expediente número 3.745, incoado el 27 de noviembre de 1937.