El que el Presidente de una Comunidad Autónoma se dedique a propagar insidias sobre la actividad académica de su oponente político, no estoy seguro que sea ilegal, estoy seguro que es amoral, y en todo caso es sintomático.

Soy consciente de que hay personas que consideran que para “ganar vale todo” y en consecuencia, en política te puedes esperar de “todo”. En ocasiones, como ésta, además se puede incurrir en la difamación, en el estricto campo particular de la dignidad personal y profesional.

Es entonces cuando debes comprobar si quien lo ha hecho, quien formula la difamación es consciente no solo de la falsa acusación, sino de que esas dudas salen de la esfera de lo público, de lo político y entran en el ámbito estrictamente personal.

Por esa razón quise ir a la justicia ordinaria y acogerme a un procedimiento previo en sede judicial, que está programado antes de la interposición de una demanda judicial, que se denomina acto de conciliación, por el que las partes pueden “aclarar” la intención y la envergadura de las palabras o declaraciones.

Asistí personalmente al acto de conciliación, no así el Sr. Sanz Alonso, que fue representado por un Letrado. La consecuencia del acto es la afirmación por parte del Sr. Sanz Alonso de negar la intención de acusar, indicando que únicamente se hizo eco de un rumor y que únicamente  preguntó públicamente a su adversario político si era cierto o no.

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