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omo sabéis cada día leo un periódico diferente. Hago esto para mantener el espíritu crítico, alejado de los sesgos que supone la lectura de una prensa repetida. Gracias a esta diversidad de enfoques consigo contrastar el tratamiento de los hechos y, llegar así, a una composición más real de la verdad. Hace años era un lector asiduo de El País. Era tan fiel a sus noticias, tribunas y columnas que cuando no quedaban ejemplares en el quiosco de Andrés, prefería darme media vuelta e irme a casa con las manos vacías. Me resultaba incómodo leer el ABC, La Razón o El Mundo de Pedro Jota (ahora de Casimiro), porque sus líneas editoriales no comulgaban con mis preferencias progresistas. El domingo, para no ir más lejos, compré El País. Lo compré, les decía, y lo comparé con el periódico que tanto defendí en los mentidores de la calle. Hoy en día, la verdad sea dicha, el buque insignia del grupo Prisa ha roto con el compromiso "rojo" de los tiempos aznarianos. Entre sus páginas eché de menos los artículos de Maruja Torres; las crónicas deJavier Valenzuela; los relatos bélicos de Ramón Lobo y Mercedes Gomis; los renglones salmón de Santiago Carcar Romera María Isabel Lafont. Las únicas alegrías que recibí, mientras leía entre las cenizas de El País, fueron los artículos de Cercas Marías. Y cómo no, la columna de cierre del célebre Vicent.

Desde que El País hizo el ERE, hace casi dos años, su línea editorial ha cambiado drásticamente. Ha cambiado hasta tal punto que si a algunos ejemplares, publicados recientemente, les suprimimos el rótulo de la portada, no sabríamos distinguir si se trata de un periódico de la caverna o un rotatorio progresista. Desde que Antonio Caño cogió las riendas del periódico, hace cinco meses, y sustituyó a Javier Moreno, la derechización del medio ha sido un secreto a voces. Ha sido un secreto a voces, les decía, porque las filas de Cebrián han bajado la crítica al gobierno de Rajoy. "Algo habrá tenido que ver en este trato cortés – dicen las malas lenguas de la Yuste Madrileña – la estrecha amistad que existe entre el presidente del grupo Prisa y la vicepresidenta del Gobierno, la señora Soraya Sáenz de Santamaría". Tan sólidos son los lazos de amistad entre El País y el Ejecutivo que hasta el propio Rajoy ha escrito, recientemente, una tribuna en las páginas de Caño. Fenómeno que no sucedía, recuerden, desde la guerra fría entre Aznar y El País por el caso Sogecable.

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