Viviana Viera, candidata del POLO a las elecciones legislativas en Colombia



ELPLURAL.COM: ¿Cómo ve el debate sobre la inmigración en Europa?
Viviana Viera:
Todavía está secuestrado por los populistas de derecha. Ahora los conservadores quizá ya no gritan tanto contra la imaginaria "invasión" de inmigrantes como hace unos años, pero siguen empeñados en una actitud histérica, arrogante y cerril que hace pensar a mucha gente de buena fe que los extranjeros son un problema para Europa. No lo son en absoluto. Si acaso, son más bien un síntoma de fracaso de los países que expulsan emigrantes, entre ellos Colombia. En todo caso, la percepción sobre la inmigración ahora en España se está modulando cuando empieza a saberse que algunos españoles son expulsados de Bélgica, que otros no son bien tratados en Alemania, que los hay que no consiguen integrarse en Gran Bretaña. Muchos españoles se están yendo o están pensando en emigrar a Latinoamérica. Ahora el migrante ya no es necesariamente "el otro". Como colombiana residente en Europa hace más de 12 años, yo tengo claro que la solución a las identidades excluyentes es justamente acabar con esa idea artificial de "los de aquí" frente a "los de allí". Yo creo en la idea de pertenencia múltiple, de migración transnacional, que te permite ser por ejemplo colombiano y español simultáneamente y enriquecer así tu visión de la vida. Yo me siento caleña, colombiana, francesa y belga y no encuentro ninguna contradicción en eso.

España ha sido noticia, lamentablemente, por la muerte de 15 inmigrantes después de que la Guardia Civil disparase pelotas de goma contra ellos. La comisaria de Interior, Cecilia Malmström, cree que los disparos pudieron provocar el "pánico" de los inmigrantes y los relaciona directamente con su muerte. ¿Le daría algún consejo a las autoridades españolas? ¿Cómo cree que se deben afrontar esas cuestiones?
Cada persona que fallece fruto de reprimir la migración es una gran pérdida para la humanidad: es un padre, una madre, un hijo de alguien que fallece y esto nos duele a todos. No olvidemos que Europa se constituyó a través de las migraciones. Y es que la política de la 'Europa fortaleza' ha sido un fracaso: el enfoque represivo de la inmigración no funciona, es sumamente caro y además alimenta una xenofobia que luego es difícil de frenar. Supongo que a los españoles no les gusta ser mal tratados cuando viajan o emigran a otros países. Y me consta que los españoles no apoyan la idea de disparar contra personas indefensas que nadan en el mar huyendo de la tragedia.

Una candidata presidencial de la izquierda colombiana ha sido recientemente víctima de un atentado. ¿Es peligroso ser político en Colombia?
Muy peligroso. Hacer política hoy en Colombia es tener casi madera de héroe, sobre todo para la oposición de izquierdas. El gobierno de Santos ha fracasado en su intento de dotar a la oposición de garantías de seguridad, y el atentado de hace unos días contra la candidata Aída Abella demuestra que los actores profesionales de la guerra, sean los paramilitares, el ejército o la guerrilla, siguen intentando secuestrar la agenda política colombiana. Los que representamos a los ciudadanos colombianos somos los partidos democráticos, no los actores armados. Y no vamos a permitirles a los del fusil que nos arrebaten la legitimidad a tiros.

¿Cuál es la situación en Colombia de los derechos y libertades?
En Colombia hay una nefasta tradición de 200 años de asumir los derechos y libertades como un privilegio de la elite, lo que a menudo se ha llamado el Establecimiento. Yo creo en los derechos ciudadanos como logro democrático para todo el mundo, no como privilegio para quien se los puede permitir. Colombia es el país del mundo donde más sindicalistas son asesinados cada año, por ejemplo. Activistas sociales, líderes campesinos, periodistas, defensores de derechos humanos, abogados, políticos de la oposición siguen siendo hoy en Colombia hostigados, amenazados, perseguidos, espiados e incluso asesinados. Y más de 6 millones de campesinos han sido desplazados por la fuerza de sus hogares, la mayoría a manos de los paramilitares, y malviven desarraigados en los suburbios perpetuando en sus hijos el estigma del desplazamiento. Si en España se habla de inmigrantes de segunda generación, en Colombia hay desplazados de segunda generación.

Pese a la fachada que quiere mostrar el gobierno, Colombia sigue siendo un país donde se violan regularmente los derechos humanos. Solo en 2013 fueron asesinados 78 defensores de derechos humanos. Mi partido, el Polo, nació en 2006 con la vocación de agrupar a todas las izquierdas de Colombia, por apostar sola e inequívocamente por la democracia y por defender un fin negociado del conflicto armado, en vez de militar. Durante años fuimos estigmatizados, hostigados y acusados de terroristas por eso. Afortunadamente nos escucharon y hoy el gobierno de Santos y todos los demás partidos que orbitan alrededor de él han aceptado la idea de negociar en vez de guerrear. Pero el Polo sigue sufriendo presiones, amenazas y todo tipo de maniobras, legales y a menudo no legales, por parte de un poder poco acostumbrado a que la oposición le destape sus casos de corrupción, de guerra sucia o de clientelismo.

¿Qué posición tiene con respecto al diálogo con las FARC?
A favor, por supuesto. De hecho ese diálogo es una reivindicación histórica del Polo, que como le decía, siempre defendió la necesidad de conversar con las FARC, incluso cuando decir esto podía costar la vida. Pero las conversaciones tienen como objetivo la terminación del conflicto armado entre ejército y FARC, dos actores profesionales de la guerra. Una cosa es que estos dos actores armados dejen de guerrear entre sí y otra cosa distinta que la sociedad colombiana construya una paz inclusiva y verdadera. Esa paz vendrá después y la haremos entre todos, incluidas las víctimas y la mayoría social del país. La paz en Colombia nos pertenece a los colombianos, no a los uniformados.

¿Cuál es su relación con el Gobierno de Santos? ¿Hay diferencia entre su política y la desempeñada con Uribe, uno de los maestros de Aznar en relación a la postura de mano dura frente al terrorismo?
El actual presidente Santos es la continuación natural del ex presidente Uribe. Por algo fue su ministro de Defensa y su delfín político. Es cierto que muy pronto Uribe se posicionó de manera extremista en contra de la reconciliación nacional y de las conversaciones de La Habana, pero la agenda neoliberal de ambos es la misma y el daño a la economía, el empleo y la calidad de vida de los colombianos es el mismo. La idea de la "mano dura contra el terrorismo", tanto la de Uribe como la de Aznar, solo sirvió para encubrir la alarmante falta de ideas constructivas y la incapacidad para liderar el deseo de paz que abrumadoramente tenemos los colombianos.

Ya sabe que en España estamos inmersos también en un proceso que debe conducir al fin de ETA. Hay sectores del PP y la derecha que reclaman que rechazan rotundamente cualquier tipo de diálogo con los terroristas. ¿Cree que es necesario el diálogo en casos como éste?
Siempre preferiré el dialogo a la violencia.

¿Está afectando la crisis española a la colonia colombiana? ¿Cuál es su situación?
Está afectando aún más gravemente que al promedio de la sociedad española. Normalmente las crisis se ceban en los grupos sociales más débiles, y los inmigrantes están entre los grandes perjudicados de esta. Muchos colombianos han perdido sus empleos o han visto degradarse sus condiciones laborales, y en ocasiones se ven condenados a la economía informal. Muchos colombianos emprendedores han visto perjudicados sus negocios o han tenido que cerrarlos. Y los que adquirieron una vivienda se ven sometidos a una presión extrema porque la legislación hipotecaria española aún hoy sigue colocando sobre ellos la amenaza del desahucio y del pago de la deuda. La dación en pago sigue sin ser una opción generalizada y además numerosos inmigrantes colombianos sufren restricciones adicionales para ejercer su derecho a una sanidad pública. Algunos colombianos regresan a Colombia, otros se plantean reemigrar a otros países de la UE, pero la inmensa mayoría ya tiene lazos en España y está luchando con bravura por salir aquí adelante.

¿Cuál sería su programa para estos ciudadanos?
Lo primero es dotarles de derechos como colombianos, derechos de los que hoy carecen por culpa del desinterés del gobierno de Santos y de todos los que vinieron antes. Como candidata a representarles en la Cámara, me propongo que todos y cada uno de los 6 millones de ciudadanos que Colombia ha expulsado del país, de una manera u otra, dejen de estar abandonados y olvidados por el estado colombiano. Por eso quiero aprobar un Estatuto del Emigrante que reconozca un paquete de derechos que los colombianos tienen en tanto que colombianos, independientemente de los que tengan como ciudadanos en España. Los colombianos en España necesitan un Banco Ético del Emigrante que les permita enviar remesas a sus familias sin tener que pagar las comisiones, tasas e impuestos que hoy se quedan con hasta un 10% de su dinero. Necesitan que el tiempo cotizado fuera de Colombia se contabilice para el cálculo de su pensión en Colombia. Necesitan poner en marcha veedurías ciudadanas para controlar el funcionamiento y los gastos de nuestros consulados y embajadas en el extranjero. Necesitan que la homologación de sus títulos y diplomas deje de ser una quimera.

Pero necesitan también algo más: que el reciente tratado de libre comercio (TLC) entre la UE y Colombia les beneficie de alguna manera a ellos. Este discutido y asimétrico TLC, puesto provisionalmente en vigor aunque en realidad aún no está plenamente ratificado, perjudica considerablemente a los colombianos que viven en Colombia, pero además no mejora ni en un milímetro la situación de los colombianos que viven en la UE. Ese TLC hay que renegociarlo para dotar de papeles a todos los colombianos que se encuentran en situación irregular en la UE. No tiene sentido que el tratado más importante de la historia de Colombia inunde Colombia de productos europeos pero no prevea siquiera regularizar a mis miles de compatriotas que ya están trabajando y residiendo en la UE para devolverles la dignidad y sacarlos de la clandestinidad y la precariedad. Ese TLC hay que renegociarlo también porque es inverosímil que las corporaciones europeas puedan enviar a Colombia capital financiero sin trabas ni gravámenes pero no puedan hacer lo mismo los propios colombianos cuando envían sus ahorros a sus familias.

Y sobre todo quiero renegociar este TLC porque va a provocar otra oleada de emigración hacia Europa de muchos colombianos que se van a quedar sin trabajo ante la competencia de los productos europeos. La propia UE reconoce que va a tener un brutal impacto sobre la producción en Colombia y sobre el empleo, porque sectores enteros tendrán que cerrar por resultar inviables. Sería irónico que la UE firme un TLC supuestamente para relanzar la economía colombiana y europea y su efecto sea más paro y menos producción en Colombia, y más colombianos expulsados al exterior y hacia la propia UE.