Un cartel de venta de pisos en la fachada de un inmueble de Bilbao. EFE/Archivo



A medida que los distintos organismos oficiales van dando a conocer datos económicos correspondientes a todo el 2013 se confirma un hecho: no hay ni un solo dato positivo. Se continuó destruyendo empleo, la población activa está en mínimos, la tasa de paro en el 26%, la deuda pública superó el 98% del PIB por primera vez en la historia, el déficit del 7,5% del PIB es peligrosamente elevado, los salarios cayeron y el consumo también y las exportaciones, de las que tanto presume el Gobierno, comenzaron a caer en el verano pasado. Solo ha habido un buen dato, pero que no se ha traducido ni en más empleo ni en más riqueza, el año pasado hubo récord histórico de entrada de turistas y sin embargo los ingresos hoteleros cayeron. Lo del sector inmobiliario es ya la ruina, en palabras de los operadores.

Récord histórico, pero negativo
El número de préstamos hipotecarios constituidos en 2013 ha marcado un nuevo récord negativo. Es el peor dato desde 2007: se constituyeron 197.641 créditos hipotecarios, un 84% menos que hace seis años. El descenso interanual  fue de un 27,8%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Ya va seis años consecutivos de descensos. La caída más brusca en 2012 con un descenso del 33%, en 2011 del 32,8%, en 2010 del 6,7%, en 2009 del 22%, en 2008 del 32% y en 2007 del 6,7%.

Situación crítica
El jefe de estudios del portal idealista.com, Fernando Encinar, ha señalado a varios medios de comunicación que "la fotografía inmobiliaria que nos deja el cierre de 2013 es crítica. Todos los datos vinculados al mercado están en mínimos históricos". No solo está en mínimos históricos el número de hipotecas firmadas, sino también el importe de la hipoteca media concedida que bajó un 3,5% hasta situarse en 99.800 euros. El capital total prestado bajó un 30,3%, hasta los 19.732 millones de euros.

A pesar de la caída del precio de las casas, la mayoría de las que están a la venta siguen siendo demasiado caras para los españoles, castigados por el paro, aquellos que trabajan ganan menos dinero y, para rematar, los bancos conceden menos créditos y por menos dinero.