El presidente catalán, Artur Mas (d), y la presidenta andaluza, Susana Díaz, en el Palau de la Generalitat. EFE



Que Susana Díaz no es del agrado de la derecha mediática y política no es ningún misterio. Desde que se convirtió en presidenta de la Junta de Andalucía y, sobre todo, un valor en alza dentro del progresismo está en el punto de mira. Este miércoles, Federico Jiménez Losantos lanza un ataque totalmente injustificado a la dirigente socialista al tacharla de golpista tras su entrevista del pasado lunes con Artur Mas:
"En una clásica operación concertada al mejor estilo PRISOE, la vieja guardia del diario El País y la Joven Guardia Roja sociata, representada por Susana Díaz y teledirigida por el Gran Timonel de Guanajuato, se han sacado de la manga una extravagante fórmula golpista para acomodar el separatismo catalán a su vuelta al poder previo desalojo del PP. La lideresa andaluza, cuyo único mérito político es el de haber sido elegida por Griñán cuando huía a uña de aforado del escándalo de los ERE fraudulentos, se ha presentado en Cataluña, según explicaba El País, con este modesto propósito: «Susana Díaz ofrece a Mas una salida al desafío soberanista». Y, naturalmente, uno se pregunta tres cosas: quién es Díaz para ofrecer nada a Mas, quién le ha dicho a Díaz que Mas quiere abandonar el desafío separatista y de dónde se saca Díaz que, deshaciéndose de la soberanía nacional española, Mas y sus aliados de ERC van a renunciar a la soberanía nacional catalana".

Ha sido en su columna de El Mundo, ya bajo la batuta de Casimiro García Abadillo. Por si fuera poco, este capo de la Brunete mediática la menosprecia referiéndose a ella como "folcórica nulidad" y "lideresita". Como decía el director de ELPLURAL.COM el pasado 7 de septiembre, ¿ladran? luego cabalgamos.
"Todo está en el editorial de El País: la acción conjunta del pistard González con el Follonero y su acuerdo con Artur Mas para recibir en La Vanguardia como Emperatriz del Sur a esta folclórica nulidad. Su modelo de Estado es cambiar la Constitución para «estar todos a gusto» (le faltó el toque Ortega Cano: «tan a gustito»). Su reforma constitucional consiste en blindar las competencias de las comunidades autónomas y evitar, ojo, las injerencias del Tribunal Constitucional –teleinsultado por González– y del Gobierno Central. ¿Y esta lideresita tenía una idea de España? ¡Será la de cargársela!"