No habrá referéndum soberanista porque no lo permite la ley. Ese es el mensaje que Mariano Rajoy repitió una y otra vez este fin de semana en la convención del PP en Barcelona, donde se presentó como el abanderado de la Constitución que garantiza la unidad de España. El presidente de Gobierno ya se había esforzado la semana pasada por dejar caer un mensaje nítido durante su almibarada entrevista con Gloria Lomana en Antena 3: no habrá independencia en Cataluña con él como presidente.

Perfil bajo y largas a Mas
Desde que Artur Mas iniciara de la mano de ERC su escalada soberanista, la estrategia de Rajoy ha sido muy clara: aplicar sordina al conflicto. En su ya clásica manera de gestionar los problemas, el presidente cree que el tiempo y la ley agotarán a Mas y de ahí que dilate los plazos para encarar el desafío soberanista y con la baza de una posible solución por la vía de la financiación como vía de emergencia.

Aznar marca sus propios tiempos
El problema es que al igual que con la política antiterrorista, el ala más inmovilista del partido cree que las cosas están llegando demasiado lejos y no puede haber un punto de no retorno. Alejo Vidal-Quadras era una de los representantes de esas voces más impacientes y preocupadas dentro del PP, pero se ha marchado camino de Vox. Pero el otro gran referente de ese sentimiento de preocupación entre los populares, José María Aznar, sigue con su larga sombra hostigando y apremiando los pasos de aquel que un día eligiera como su sucesor.

El gesto de Aznar de no acudir a la convención del PP este fin de semana en Valladolid ha sido interpretado como todo un signo de preocupación en la derecha ante la dimensión de la fractura, aunque la secretaria general del partido intentara minimizar la brecha. Y este miércoles la principal plataforma política de Aznar, la FAES, es decir, la fundación ideológica del PP, ha difundido un informe que dinamita la estrategia marianista de la hipotensión.

20 preguntas sobre la secesión
El informe, 20 preguntas con respuesta sobre la secesión de Cataluña, enfatiza en realidad los argumentos de Rajoy presentando la Constitución como cortafuegos porque el referéndum es ilegal así como la inviabilidad de una Cataluña independiente dentro de la UE, pero en un tono muy diferente al que está empleando la dirección popular. Ya puede estar el Gobierno diciendo cosas similares, pero por si acaso ya está la FAES de Aznar para recordar que para campeones de la Constitución, ya están ellos. Insisten también, como ya hicieran en un documento anterior, en el “mito del expolio fiscal”, aunque la financiación sea el salvavidas de Moncloa para distender la cuerda con CiU.

Una posibilidad que se toman muy en serio
Pero el principal motivo de inquietud para el Gobierno es que el informe presenta en términos alarmistas y de confrontación el escenario del que Rajoy no quiere oír ni hablar, la posibilidad de que la independencia se produzca. Así, muestran su "convencimiento” de que “la secesión, si llegara a producirse, lejos de ser expresión de la identidad catalana, solo sería resultado de la fractura de esa misma identidad. De los catalanes y de todos los españoles".

Consecuencias “sobre las dinámicas” en todo el mundo
De hecho dedican un bloque específico de preguntas y respuestas a “analizar las consecuencias de una eventual secesión”. Y deja caer algunas sobre ese hipotético escenario, alertando de "la soledad y debilidad institucional y económica de la Cataluña escindida la convertirían en un territorio vulnerable e irrelevante en el plano internacional” o los efectos políticos negativos que tendría “sobre el conjunto de España, sobre el proceso de integración europeo y sobre las dinámicas que tienen lugar en todo el mundo”. El problema es que tomándose de forma tan alarmante el problema, no ofrecen más soluciones constructivas un voluntarista llamamiento a la convivencia.