El carisma de Mariano Rajoy no era un punto a tener en cuenta. Nunca lo ha tenido y los ciudadanos contaban con ello. Lo que no fue predecible fue su poca credibilidad. Es evidente por su resultado electoral de 2011 que los españoles le creían un político fiable. Pero al presidente del Gobierno le ha bastado un escaso periodo de tiempo para demostrar que no lo es. Hoy, todos los sondeos, de todos los colores, le castigan y por extensión, al PP, que cuenta con una intención de voto de un 30,1%, según una encuesta de El País, publicada este domingo. No es de extrañar, si se tiene en cuenta que el 64% de los votantes del PP dicen ahora no confiar en él.

Un nivel de confianza equiparable al de Zapatero o Aznar
Cuando Rajoy llegó a La Moncloa, sólo el 28% de los electores populares admitían no confiar en el líder del PP. La diferencia abismal con el porcentaje actual lo dice todo. Su nivel de confianza es el más bajo de su mandato y es equiparable al que tenía Zapatero entre sus votantes, pero al final de su presidencia, tras dos legislaturas y golpeado duramente por la crisis económica.

La confianza en Aznar al final de su segundo mandato también era baja, pero estaba a punto de marcharse. La situación de Rajoy es penosa, ya que está apenas en la mitad de su legislatura.

La palabra dada
El sondeo de El País refleja una intención de voto para el PP de un 30,1% con una participación estimada del 62%. A Rajoy le han pasado factura sus incumplimientos electorales, que han sido mayúsculos, y también la gestión de las crisis que afectan a su partido, como el caso Bárcenas. Su palabra vale poco para los ciudadanos. No es de extrañar en un presidente que prometió que el rescate a los bancos no caería sobre los ciudadanos, que ya se han enterado que el Estado no podrá recuperar el dinero. El mismo que, antes, aseguró que no subiría los impuestos, ni recortaría en Educación y Sanidad o que no devaluaría las pensiones. Todo mentira.