En Mogadiscio han asesinado a otro periodista. Son dieciocho en lo que va de año. Se llamaba Mohamed Mohamud Turyare, tenía veintidós años y también era poeta. Seguro que ya había escrito versos sobre esta tragedia. Le descerrajaron varios tiros porque se atrevió a decir en su programa de radio que los pistoleros son un peligro para la población civil del país. Para los más débiles y desprotegidos. Lo mataron a traición con la impunidad habitual que existe en todos esos sitios que hemos abandonado a su suerte para ocuparnos de nuestros problemas domésticos.

Mientras en tantos y tantos foros los periodistas nos mirábamos el ombligo disertando sobre el futuro de nuestra profesión, el joven poeta de Mogadiscio señalaba desde las ondas a los mismos criminales que han terminado con su vida. Lo mismo ocurre con aquellos reporteros que se atreven a denunciar con todas las letras al narco mexicano, los que caen cada día en Siria, o los que están en cárceles de Irán, Eritrea, China…

La próxima vez que hablemos de la crisis del periodismo y su futuro, volvamos la vista hacia estos lugares en los que ejercer la profesión supone jugarse la vida cada día; lidiar con siniestros personajes que tratan de quemarte vivo, como le ha ocurrido a Fernando Vidal en Bolivia. Si ellos y ellas están dispuestos a hacerlo, cualquier otro dilema será secundario. Mientras haya un periodista libre en Mogadiscio, el periodismo no estará en peligro.

Ion Antolín Llorente es periodista y blogger
En Twitter @ionantolin