Curso definitivo
El Presidente sigue sin aclarar si pedirá o no el segundo rescate. No lo hará hasta entrevistarse dentro de unos días con la canciller Angela Merkel y al mismo tiempo ver la evolución de las principales macromagnitudes económicas. Estas dudas, habituales en el perfil psicológico del primer ministro, son letales para los inversores que un día dan su confianza a España y al día siguiente se lo retiran.
Pero alguna vez tendrá que tomar una decisión. Todo el mundo da por descontado que ese segundo rescate –por muy suave que se quiera- llegará antes de finalizar el recién iniciado mes de septiembre porque las cuentas españolas no resisten más pagos.

Concurso de consenso
Quiere el Presidente subir a su carro al resto de las formaciones políticas “responsables” porque es consciente que sólo con su mayoría absoluta será imposible sacar el país adelante. Lanza anzuelos constantes pero no parece que, salvo Pérez Rubalcaba por razones de mayoría y aspiraciones de gobierno, las minoritarias estén por la labor.

La derecha en la oposición se condujo asesinamente y ahora es tiempo de purgar esos pecados.

Contestación social
Lo que realmente teme el Gobierno y el PP es la contestación social en la calle, los supermercados, los pueblos y las ciudades. Si España entra en un proceso similar al de Grecia por mor de unos ajustes insoportables las hogueras hispanas seguirán estando en las primeras páginas de los principales diarios del mundo.

Observo precisamente en el Ejecutivo un interés máximo por llevarse al huerto a los dos principales sindicatos de clase. Algo que contrasta poderosamente con el tratamiento que Rajoy y sus ministros dieron a Méndez y Toxo nada más llegar aquellos al poder.
Parece ser que la UE y Berlín han advertido al jefe del gobierno español acerca de esta posibilidad. En Bruselas no gusta nada que uno de sus socios esté envuelto en llamas. Y a los inversores tampoco, obviamente.

Predicar y dar trigo
De modo y manera que el nuevo curso político empieza para el Gobierno, con la imperiosa necesidad por un lado de predicar en las instancias y organismos internacionales respecto a sus reformas; por otro, con la inestimable de dar trigo a la ciudadanía en forma de servicios sociales, educativos y sanitarios.

No es fácil la situación. Pero quizá ha llegado el momento de que el Gobierno demuestre que es capaz de pilotar una situación tan extraordinaria como complicada.

Eso fue, al menos, lo que vendieron cuando estaban en la oposición.

Graciano Palomo es periodista y escritor, director de FUNDALIA y editor de IBERCAMPUS