Ahora, un enjambre de leyes internacionales y nacionales se disputan en una de las calles más ricas de Londres qué se puede hacer para sacar a Julian Assange de la embajada. En ese caso Reino Unido ya ha manifestado su opinión el pasado jueves a través del canciller británico, William Hague, asegurando que no le otorgarán ningún documento para que el periodista y confundador de Wikileaks pueda salir de allí. Sin embargo, el abogado de Julian Assange, Baltasar Garzón, dice que el gobierno de David Cameron debe cumplir la Convención del Refugiado.
Para las Naciones Unidas, un refugiado es "una persona que, debido a un miedo fundado de ser perseguido por razones de raza, religión, nacionalidad, membresía de un grupo social o de opinión política en particular, se encuentra fuera de su país de nacimiento y es incapaz, o, debido a tal miedo, no está dispuesto a servirse de la protección de aquel país".
El problema ya estaría resuelto. Pero Assange tal y como he visto antes tiene causas pendientes con la justicia sueca y en el documento de las Naciones Unidas se específica que el estatus de refugiado no sería válido “si existen razones para considerar que ha cometido un crimen politico grave fuera de su país de refugio”.
Periodistas frente a la Embajada de Ecuador en Londres
Ahora, a un lado de la cuerda diplomática se sitúa la defensa de Assange centrada en solicitar un documento que permita al cofundador de Wikileaks pisar suelo británico, al otro, el Gobierno de Cameron que en declaraciones a la BBC ya ha dicho que será paciente. El tiempo será el último cable de Assange.