Pero siguiendo la Ley de Murphy, las cosas pueden derivar a peor y así fue. La ley del empeoramiento de las cosas se ha instalado en el PP andaluz y cuando todos los compromisarios, aunque defraudados por oír a una ministra de regional preferente -y en fase de jugarse la permanencia- en vez de extasiarse con los discursos de los pesos pesados de La Moncloa, se conformaban esperando que mañana domingo les reconfortase la intervención del jefe y líder supremo Mariano Rajoy, ¡zas! va el gallego recortador de recortadores y se presenta por sorpresa en la tarde del sábado y clausura el cónclave un día antes de lo previsto. Parafraseando a la Nova Trova cubana, "llegó el líder y mandó parar" el Congreso de despedida de Javier Arenas. Por arte de magia el congreso, previsto con una duración de tres días, se redujo solo a dos por orden de Madrid, ante el estupor de delegados que habían planificado su estancia en Granada atendiendo al programa inicial.

Causas del caos organizativo: El miedo a las protestas
Los delegados atónitos y sorprendidos por tal caos y cambio de programa se preguntaban que ocurría. Finalmente, de boca en boca y de corrillo en corrillo, se supo la versión real -que no la oficial-. Esta es simplemente que ministros y presidente de Gobierno estaban aterrorizados por que las protestas de trabajadores y funcionarios a la puerta del Palacio de Congresos de Granada se incrementaran ante su presencia y deslucieran un más que caótico congreso regional.

Demonizar a sindicatos
Paralelamente en un intento de echarle la culpa a los sindicatos, dirigentes y miembros destacados del PP andaluz dejaban caer para que circulara el rumor de que conocían de la llegada mañana de centenares de autobuses fletados por los sindicatos de funcionarios, algo que desde fuentes de toda solvencia se ha negado categóricamente.

Mentiras desde los micrófonos del Congreso
No obstante las falsedades se han seguido extendiendo desde los micrófonos de la Mesa del Congreso al justificar el cambio de agenda de Rajoy y el adelanto del cierre del cónclave en el hecho de que "el país no está para fiestas" por lo que habían pensado que era mejor "acortar" en la medida de lo posible su clausura, ocultando que en realidad lo que ocurría era que a Rajoy y a la dirección popular le embargaba el miedo a las protestas.