Miguel Ángel Revilla ha cumplido su palabra y ha regresado a El Hormiguero para celebrar sus ochenta años en el programa. "Tengo que agradecerte que el último día que vine, que yo venía muy tocado porque le operaban de un cáncer a mi mujer al día siguiente, pacté contigo que íbamos a llevarlo de una manera que no se notara que yo estaba muy afectado. Le operaron y ahora está con la quimio, pero con mucha raza. Es el amor de mi vida", comenzaba diciendo nada más sentarse en el programa el cántabro.

"Viniste a El Hormiguero destrozado y lo hiciste fenomenal", le respondía Pablo Motos, que no podía evitar contener las lágrimas al referirse a Aurora Díaz, mujer del presidente de Cantabria. "Ella está aquí porque es una crack, porque ha tenido una operación de colon y luego la quimio es dura, pero esta noche Aurora ha sacado fuerzas... ¡joder!", decía el presentador. "¡Cómo se nota que eres mi amigo!", añadía Miguel Ángel Revilla antes de levantarse de su asiento y acudir hacia la grada para encontrarse con su esposa y cantarle la ranchera que le dedicó el día que se declaró. "Soy un desastre, sé que voy a hacer el ridículo, pero a mí no me importa", explicaba antes de entonar la canción.

El 'simpa' de Pedro Sánchez

Como es habitual, el programa se llenó de anécdotas divertidas. En una de ellas, Revilla reveló el "aprieto" en el que le puso Pedro Sánchez. "Espero que no le siente mal que lo cuente, pero yo pase un momento muy jodido a cuenta de eso. Él estaba muy agradecido porque yo, cuando todo el mundo se lo quería cepillar, le apoyé. Probablemente ganó las elecciones porque yo le defendí en muchos programas. Quiso tener un detalle y me invitó a comer a su casa, pero le dije que mejor en un restaurante. Me invitó en el Asador Donostiarra, pero mi vuelo se demoró y llegué tarde. Ya estaba comiendo. Había pedido un chuletón. Llegaron las cuatro y media y me dijo que mejor salía él primero para evitar fotos. Este es el momento delicado. Esperé diez minutos, me tomé un café y un chupito, y me marché. Y, de repente, me paran casi en la puerta. Venían con la cuenta. Toda la gente mirando. ¡Otra vez el gorrón!", indicaba explicando que la cuenta le costó 98,50 euros