La vuelta al colegio después de las vacaciones de verano no solo conlleva una regeneración de energías y emociones, también está detrás de la vuelta de infecciones y contagios como son las enfermedades respiratorias en los niños.

Las aulas, por su propia naturaleza, suponen un espacio ideal de distribución e intercambio de enfermedades, al igual que sucede en cualquier otro lugar en el que se pueda congregar mucha gente. En el mundo laboral adulto, el equivalente serían las oficinas, los talleres, las fábricas, etc. Además, el cambio del clima, con el inicio del otoño, en ocasiones dificulta las posibilidades de estar al aire libre. Estas dos condiciones facilitan el contagio de ciertas enfermedades, especialmente las de carácter respiratorio.

“Cuando los niños están juntos, existe la posibilidad de que se contagien las enfermedades”, explica la Dra. María de la Parte, jefa del servicio de Pediatría del Hospital Universitario General de Villalba, integrado en la red pública madrileña (Sermas). “Esto ocurre más en el caso de los bebés y los niños más pequeños, que suelen limpiarse la nariz con las manos, se frotan los ojos y luego agarran otros juguetes o tocan a otros niños”. Y así es como algunos virus viajan de un niño a otro, por medio del contacto con partículas (gotas) de la nariz y garganta cuando tosen y estornudan o a través de secreciones respiratorias que se encuentran en la ropa y en las superficies, ilustra la experta.

A todo esto se suma que el sistema inmunológico de los niños aún está en desarrollo, lo que les hace más susceptibles a contraer infecciones. “Los niños se contagian de más procesos víricos en los primeros años de vida, gracias a estos primeros contagios, su cuerpo desarrolla una inmunidad contra las infecciones del futuro”, explica la doctora De la Parte, que insiste en la importancia de los cuidados habituales de higiene en guarderías y centros educativos para reducir al máximo posibles las infecciones.

Enfermedades más comunes en el colegio

Hay varias enfermedades que son ya casi una tradición en la etapa escolar y que forman parte de la vida cotidiana de los alumnos y también de los padres.

Las primeras que vienen a la cabeza son los resfriados y las gripes, los nombres comunes que damos a un amplio abanico de virus que provocan infecciones respiratorias. Congestión y secreción nasal, estornudos, tos y dolor de garganta son sus síntomas más habituales. En el caso de la gripe, suele acompañarse con fiebre alta y escalofríos, dolores musculares, fatiga intensa y dolor de cabeza.

Otra enfermedad clásica es la varicela, con menos propagación en los últimos tiempos gracias a la amplia extensión de la vacunación entre los niños, aunque de manera ocasional aún se ve esta patología, de forma más leve que en la era prevacunal. Esta enfermedad, que en el imaginario colectivo está relacionada con la infancia, puede provocar complicaciones graves si se contagia a adultos no vacunados, por lo que su monitorización es clave para identificar los casos y prevenir los posibles contagios.

También están entre el catálogo de enfermedades habituales la conjuntivitis, una infección ocular que puede ser provocada tanto por virus como por bacterias, y las enfermedades infecciosas que afectan al aparato digestivo como son la gastroenteritis.

Visitas a Urgencias

Enfermedades frecuentes también son las amigdalitis y las otitis. Dos inflamaciones que provocan quebraderos de cabeza a los padres porque sus momentos más críticos y donde los síntomas más molestos se manifiestan ocurren durante la noche. Esto conlleva, en ocasiones, visitas a Urgencias por la entendible preocupación de los padres, para que sus hijos sean valorados por un médico.

Son también habituales en el invierno la amigdalitis. Se trata de una inflamación de las amígdalas que produce un fuerte dolor y molestia para tragar, suelen asociar fiebre y su tratamiento, en el caso de sospecha de una etiologia bacteriana, son antibióticos específicos. Las otitis, que sufren en algún momento un elevado porcentajede los niños, produce un intenso dolor en el oído que se vuelve especialmente molesto cuando el niño se tumba para dormir. Suele venir acompañado de fiebre y se trata, en general,con antibióticos.

Claves para la prevención

Para prevenir los contagios, la clave siempre es la vacunación, por lo que es fundamental llevar al día el calendario vacunal de los más pequeños y programar con tiempo las citas médicas. Las vacunas no solo protegen a sus portadores, sino que fomentan la inmunidad de grupo y defienden a quienes nos rodean de posibles brotes.

“Sabemos que las vacunas salvan vidas, son seguras y efectivas, y nos ayudan a proteger la salud de nuestros niños frente a ciertas enfermedades que habían sido incluso muy temidas hace años, como por ejemplo la poliomielitis, actualmente prácticamente erradicada”, explica la jefa de Pediatría del Hospital Universitario General de Villalba. “La vacunación es un derecho básico en la salud y los brotes infecciosos suponen una amenaza importante para la sociedad. Actualmente podemos vacunar de tosferina, de tétanos, difteria, sarampión, polio, rubeola, parotiditis y meningitis, entre otras. Todas ellas son enfermedades potencialmente muy graves en niños y que a día de hoy prácticamente están erradicadas gracias a la vacunación”, señala la experta.

Dra. María de la Parte, jefa del servicio de Pediatría del Hospital Universitario General de Villalba, integrado en la red pública madrileña (Sermas)

La importancia de la nutrición

Frente a algunas creencias, no existen medicamentos ni componentes que puedan fortalecer el sistema inmunológico. Pero sí es fundamental mantener una adecuada nutrición para que los niños tengan en perfectas condiciones todas sus funciones vitales, incluidas sus defensas frente a las enfermedades.

“Al igual que los adultos, los niños necesitan consumir alimentos ricos en nutrientes y evitar las grasas saturadas”, explica la doctora De la Parte. “Los mejores alimentos para los niños son las frutas, verduras, cereales y las proteínas. A partir de los cinco años, ya pueden tomar frutos secos . Además, deben consumir productos lácteos como son la leche, queso o los yogures. Y, muy importante para el crecimiento, son aquellos alimentos ricos proteínas como son la carne, los huevos, el pescado y las legumbres”. “Deben evitar todos aquellos alimentos que contengan en azúcares y grasas saturadas, como son la mantequilla o la margarina de la bollería industrial”, al igual que los adultos.

Higiene y lavado de manos

Una lección que aprendimos también de la pandemia por Coronavirus que cambió nuestras vidas hace unos años fue la importancia de la higiene de manos.  “Conviene enseñar a los niños la importancia de lavarse las manos regularmente. Hay que realizar un adecuado lavado de manos cuando llegan al centro escolar, antes y después de comer, después de ir al baño y antes y después de jugar”, explica la jefa de Pediatría del HUGV.

“Para enseñarle a lavar las manos es fundamental que también lo hagan en casa y sabemos, según los CDC, que al menos deben estar durante 20 segundos realizando bien la técnica (hay que frotarse bien el dorso y limpiar entre los dedos). Se puede utilizar, en su lugar, un desinfectante que contenga al menos un 60% de alcohol”, señala la doctora De la Parte.

Otro aprendizaje fue la importancia de la ventilación en los centros educativos y la necesidad de evitar el contacto cuando se detectan enfermedades y mantener una distancia de seguridad. Y esa lección es bidireccional, por lo que es fundamental evitar la asistencia de los pequeños al colegio cuando detectamos que han contraído alguna enfermedad o infección.

Además de vigilar que los niños sigan todos estos consejos, los padres también deben aplicárselos. Y, sobre todo, mantener una comunicación abierta y fluida con la escuela para poder estar atentos a un posiblebrote de enfermedad contagiosa. La mayoría de los colegios mantienen abiertos canales de información regular con los padres y suelen brindar avisos en caso de aparición de enfermedades, para tomar las precauciones necesarias.

Cuándo acudir al médico

Aunque todas estas enfermedades son comunes y muchos padres ya están habituados, siempre se debe mantener la observación sobre los pequeños, para saber cuándo conviene acudir a nuestro médico de referencia. “Se debe buscar atención médica cuando veamos afectación del estado general del pequeño y en aquellos procesos febriles que vengan acompañados con alteraciones de la piel, como puedan ser exantemas y petequias”, subraya la jefa de Pediatría del Hospital Universitario General de Villalba. Las petequias son lesiones de aspecto violáceo que no desaparecen cuando pasamos la mano por encima. “En esos casos, de manera especial cuando están asociadas a fiebre, requieren ser valoradas de manera urgente por un médico”, destaca la doctora De la Parte.

Lo mismo ocurre con las fiebres prolongadas “Como en otros aspectos de la vida, esmejor hacer una consulta a un experto cuando uno tiene una duda, o bien acudir a fuentes de información que sean fiable, como lo es en pediatría la web En familia, de la Asociación Española de Pediatría”, recomienda la doctora.