Desde la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa, el debate sobre la exhumación de los restos mortales del dictador genocida Francisco Franco y del líder “falangeistoide” José Antonio Primo de Rivera en el Valle de los Caídos, ha actualizado la “ruta de las criptas de la ignominia” que existen en España, y donde siempre la jerarquía eclesiástica está detrás y apoyando la conservación de los restos depositados en distintos edificios públicos e iglesias de los militares golpistas que se levantaron contra el Gobierno legítimo de la II República el 18 de julio de 1936.

Pero no solo en el Valle de Cuelgamuros se encuentra la gruta de horror y de la barbarie. No. A escasos 90 kilómetros de San Lorenzo de El Escorial se localiza el Alcázar de Toledo, un edificio símbolo de los golpistas españoles y de la derecha más rancia del país, que alberga en la actualidad el Museo del Ejército y la Biblioteca de Castilla-La Mancha y donde en pleno siglo XXI se encuentra una cripta con los restos mortales de varios generales que se levantaron en armas contra la legalidad constitucional del 36 y algunos de ellos, incluso, con las manos manchadas de sangre al dar la orden de ejecutar a cientos de milicianos republicanos que defendieron la libertad y la democracia.

Les llaman “Los mártires” del Alcázar, cuando en realidad no eran más que unos golpistas, cuya memoria los familiares y la Iglesia toledana se encargan de mantener viva con la celebración de distintos actos de exaltación, siendo la Hermandad de Nuestra Señora Santa María del Alcázar de Toledo la encargada de organizar los fastos, que todos los septiembres del año celebran una misa en el patio de armas del edificio, con la bendición de las tumbas y nichos de los “heroicos defensores del glorioso baluarte”, como catalogan a los sediciosos los familiares y simpatizantes de estos golpistas, entre los que suelen encontrarse algunos concejales del PP del ayuntamiento toledano, que no dudan en visitar la cripta donde descansan los restos mortales de varios generales sublevados.

Fosa del general golpista José Moscardó en el Valle de los Caídos del Alcázar toledano.

Fosa del general golpista José Moscardó en el Valle de los Caídos del Alcázar toledano.

Moscardó y Milans del Bosch

Y en esa cripta, en el Valle de los Caídos toledano, en la que hoy todavía se entierran a los mal llamados defensores del Alcázar, reposan los restos mortales de uno de los generales más sanguinarios de la Guerra Civil, José Moscardó, que siendo coronel encabezó el golpe militar del 18 de julio en Toledo y tras comprobar que la población estaba con el Gobierno de la República se atrinchero el 22 de julio de 1936 en el Alcázar de Toledo hasta el 27 de septiembre cuando las tropas franquistas al mando del general Varela tomaron la ciudad.

Moscardó llevó personalmente la represalia contra los toledanos que había defendido la legalidad y la leyenda urbana habla de ríos de sangre que corrían por las empinadas calles de la Ciudad de las Tres Culturas.

Cuarenta y cinco años después de aquella matanza, el general valenciano Jaime Milans del Bosch, cadete en el Alcázar de Toledo a las órdenes de Moscardó, sacó los tanques en Valencia en el intento fallido del golpe de estado del 23 de febrero de 1981.

Ambos cuentan con fastuosas fosas en la cripta de la ignominia toledana, centro de peregrinaje de fascistas que no dejan pasar la oportunidad de rendir homenaje a estos golpistas, cuyos restos mortales se encuentran en un edificio público, perteneciente al Ministerio de Defensa y al Gobierno de Castilla-La Mancha.

El último general enterrado

Aunque parezca un cuento de horror, la cripta del Alcázar es un trasiego constante y todavía hoy se siguen enterrando restos mortales de golpistas, las últimas cenizas en entrar en enero de este año en este espacio lúgubre fueron las del general Federico Fuentes Gómez de Salazar, participante en la sublevación y cadete a las órdenes de Moscardó en el Alcázar, además capitán en la División Azul y exdirector del Museo del Alcázar, ya desaparecido, que con orgullo mostraba a los visitantes, haciendo hincapié en el teléfono que utilizó Moscardó para hablar con su hijo.

Capilla de los miembros de la hermandad en la catedral toledana

Capilla de los miembros de la hermandad en la catedral toledana.

Pero no solo en el Alcázar se les rinde culto. No. También en la catedral primada de Toledo cuentan con el apoyo entusiasta de la Iglesia toledana, que año tras año cede espacios y curia para que la vertiente más fundamentalista del nacional-catolicismo tenga su día en el calendario y aclame el golpe de Estado de 1936. Tanto es así que, incluso, la basílica capitalina existe una capilla donde diariamente tiene lugar “la Santa Misa, a las 8,30, en sufragio de los difuntos de la Hermandad de Nª Sª del Alcázar”; es decir, en honor de los golpistas que se atrincheraron en el emblemático recinto. Letrero que permanece en la puerta de la capilla 82 años después del golpe de Estado contra el Gobierno legítimo de la II República, y tras once de la aprobación de la Ley de Memoria Histórica que prohíbe la exhibición y exaltación del régimen franquista.

Es evidente, y dentro de la Ley de la Memoria Histórica, que esta situación no puede durar en el tiempo. Habrá que tomar nota de lo sucedido en la cripta de los caídos de Pamplona, donde el Ayuntamiento ordenó la exhumación de los restos del general golpista Emilio Mola, o la misma suerte que correrá el genocida general Queipo de Llano, enterrado en la iglesia de la Hermandad de La Macarena de Sevilla, cuyos restos dentro de unos días serán exhumados y trasladados a un columbario común, localizado en dependencias de la propia iglesia.