Las dos menores víctimas de una violación en la localidad valenciana de Burjassot, una de ellas grupal, están recibiendo amenazas desde prácticamente el primer día de la agresión. A las niñas, que tienen 12 y 13, no dejan de entrarles mensajes en sus redes sociales. Unas niñas, cuyos nombres y perfiles hizo públicos la tertuliana de extrema derecha Cristina Seguí en unos tuits en los que las llamaba mentirosas. Una exposición que ha llevado a Facua a denunciarla ante la Agencia de Protección de Datos y a la Fiscalía Provincial de Valencia a abrir una investigación por delito de odio.

Estas amenazas, adelantadas por El Mundo, dicen cosas como “Sois unas perras de mierda que lo único que queréis es fama y salir en la tele” o “de vergüenza ver como niñatas están bromeando y riéndose de algo q se han montado y que por desgracia a otras mujeres les pasa de verdad”.

De hecho, la cantidad de amenazas y la gravedad de las mismas ha llevado a la letrada de una de las niñas a presentar una denuncia. La abogada ha recogido siete folios con comentarios en Instagram y otro más de conversaciones de WhatsApp. Los usuarios que atacan a las niñas utilizan términos como “zerdonas”, “guarronas” o “cachondas” para referirse a las menores.

La denuncia

Todo lo anterior contrasta, y mucho, con el relato de los hechos que consta en la denuncia. Dicha denuncia afirma: “Que una vez en el parque público que se encuentra en la entrada de la casa se sientan los cuatro en un banco a fumar, siendo invitadas posteriormente éstas a acceder a la vivienda de manera voluntaria, negándose ambas, por lo que estos chicos se molestan y les dicen ‘si no entráis os cogeremos nosotros y os meteremos a la fuerza’, accediendo a dicha petición, dado que temían que pudieran hacerles daño tras no obedecerles, saltando la valla los cuatro y accediendo al interior de la vivienda siendo dirigidas por estos chicos a un sótano en el que había dos colchones, lanzando de manera sorpresiva L. a A. en el colchón más pequeño e I. a A. en el colchón más grande”.

Y prosigue explicando que, una vez sobre los colchones, una de las niñas vio “que accedían al habitáculo cuatro varones más a los que nunca había visto, pudiendo aportar únicamente que eran de etnia gitana y que tendrían entre 16 y 17 años de edad, agarrándola dos de los cuatro, uno de las manos y otro de las piernas”, acto seguido la denuncia describe qué le hicieron. También explica que los presuntos violadores le propinaron “varias bofetadas en la cara cuando gritaba para solicitar ayuda”, “soltándola tras finalizar dichos actos sexuales, retirándose los cinco varones a un lado de la habitación, aprovechando la otra niña el momento para colocarse las prendas de ropa que encontró a la carrera y emprender la huida hacia la estación de metro para regresar a su domicilio”.

Uno de los momentos más duros del relato es cuando una de las niñas narra cómo vio como la manada agredía a su amiga: “pudiendo ver cómo los cuatro varones agredían sexualmente a su amiga, pudiendo escuchar cómo pedían turno para realizarle penetración, a la vez que ella les pedía que pararan, no haciendo caso los varones a sus peticiones”.