La festividad navideña, resplandeciendo en rojo en calendarios alrededor del mundo, convoca a multitudes en un abrazo anual de unidad y vínculos familiares. Es un periodo donde los corazones se abren a la empatía, y lazos afectivos se refuerzan en torno a mesas compartidas y risas contagiosas. Es un crisol de tradiciones, desde la entusiasta decoración hasta las canciones resonando en cada rincón, todos buscando una misma meta: ese momento de conexión y dicha que solo la Navidad parece invocar. Un oasis en el tiempo que invita a sumergirse en la gratitud y el afecto, recordándonos la importancia de valorar la presencia de nuestros seres queridos.

Ahora, llegada la Navidad, rememoramos aquellas pasadas en las que el gran humorista Miguel Gila amenizaba las veladas televisivas con sus monólogos a veces casi surrealistas. Quizá el más recordado de todos es aquel en el que llamaba con su teléfono al enemigo desde la guerra: “¿Está el enemigo? ¡Que se ponga!". El que decía “Me dice el tío: '¡Oye que me has dado!'; pues no seas el enemigo” o quien de manera natural preguntaba “¿a qué hora piensan atacar mañana? ¿no puede ser por la tarde, después del fútbol?”. Gila con fino sarcasmo apelaba a una tregua por Nochebuena.

“La Vaquilla” de Berlanga

Muchos años después en la gran película "La Vaquilla", un clásico del cine español de Luis García Berlanga, donde no se dispara ni un solo tiro aunque nos hallamos en un frente de trincheras durante la contienda civil española. Con la inteligencia de Berlanga  se narran los hechos en plena guerra civil en un pueblo tomado por los nacionales y separado por trincheras de los republicanos donde  se escucha el anuncio de una tregua para intercambiar víveres y otros elementos ambientado con una corrida de toros, comilona y su posterior baile con motivo de la Virgen de Agosto.

Pero el recurso de la paz por Nochebuena en la guerra fue una realidad cierta en 1914, en la denominada ‘Tregua de Navidad’ de la Primera Guerra Mundial. Sucedió entre tropas británicas y germanas en el frente de Flandes de forma espontánea en la Navidad de 1914 cuando solamente llevaban cinco meses enrolados. La nostalgia familiar y el hecho de que la contienda aun no estaba en su fase de extrema lograron que al canto de los soldados alemanes, el famoso villancico de ‘Noche de Paz’, se uniesen las tropas británicas incluso con intercambio de regalos (bebidas alcohólicas y tabaco) en una zona neutral.

Requetés y milicianos se encuentran en el monte vasco de Kalamua

Y también en España, está documentada al menos una de estas treguas oficiosas en la Guerra Civil española. Se dio unos de estos armisticios oficiosos al comienzo de la guerra, en el frente norte. Fue en la Nochebuena de 1936, en el País Vasco y se la conoce como la tregua del monte Kalamua.

Sus protagonistas fueron milicianos vascos y requetés (carlistas) del Tercio de Lácar. Estos acordaron  usar las armas ni pegarse tiros el 24 de diciembre de 1936. Nos estamos refiriendo a la primera Nochebuena de la Guerra Civil. Tal vez la menor inquina acumulada de fechas posteriores lo permitió y la paz temporal derivó por la nostalgia de la familia y del hogar en esas fechas entrañables. En el semanario “La Lucha de Clases” se narra cómo ocurrió  un encuentro a medio camino entre ambas  trincheras. Aunque parece que acontecieron otros hechos así, posiblemente en la Sierra de Madrid, esta es la única tregua que nos ha sido heredada de manera bien documentada.