Con todas las miradas puestas en los rebrotes de coronavirus, cada vez más preocupantes, son muchos los que todavía confunden las distintas pruebas que existen para detectar el SARS-CoV-2 en el organismo. Este tipo de virus, causante de la enfermedad a la que se ha bautizado como COVID-19, puede diagnosticarse de tres modos diferentes:

Prueba PCR

Las pruebas PCR, siglas de reacción de cadena de polimerasa, se basan en la detección molecular del virus, a través de la presencia de partículas de este en las vías respiratorias.

La muestra del paciente se toma de la zona nasofaríngea y el resultado está disponible a los pocos días.

Si la prueba es positiva, “significa que se ha detectado ARN viral”, explica el Dr. Daniel Carnevali, jefe del servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, centro que lleva a cabo este y otro tipo de análisis del Covid. Esto quiere decir que existe una infección activa, por lo que el afectado puede contagiar a otras personas. Hasta que esta prueba no es negativa “se considera que el individuo es potencialmente contagioso”, advierte, por lo que ha de permanecer aislado.

Por norma general, los pacientes tardan pocas semanas en dar negativo, aunque hay casos en los que se tarda más tiempo en que negativice. “Esto suele ocurrir en casos graves de la enfermedad”, indica este especialista, aunque también hay infectados con sintomatología leve y ya curados que han dado positivo en reiteradas ocasiones. “Puede pasar que no haya virus completo, sino fragmentos”, aclara el Dr. Carnevali, pero, como no es fácil discriminar entre una u otra situación “a efectos de prevención, se debe considerar contagioso a todo aquel que tenga una PCR positiva”, subraya.

La PCR, eso sí, solo se determina si hay o no presencia del virus, no la carga viral. Esta, a día de hoy, solo se puede determinar en centros de investigación, pero no en la clínica.

Prueba PCR

Test de anticuerpos

Esta otra forma de diagnóstico se basa en la búsqueda y cuantificación de anticuerpos frente al virus. Para llevarla a cabo se precisa una muestra de sangre, en la que se analizan las inmunoglobulinas. Estos anticuerpos, que nuestro organismo genera cuando está en contacto con un patógeno son proteínas que “reconocen, captan y bloquean los virus para que las células del sistema inmune (linfocitos) puedan reconocerlos y eliminarlos”, aclara el jefe de medicina interna del citado hospital madrileño.

Las inmunoglobulinas no determinan la presencia del virus, sino la respuesta inmunológica de nuestro cuerpo cuando hemos estado expuestos a él; de manera que indican si el individuo ha estado o no en contacto con el SARS-CoV-2, aunque no haya desarrollado síntomas.

Se estima que más del 90% de las personas que han tenido el virus desarrolla una respuesta de anticuerpos, así que la sensibilidad de este tipo de pruebas es aproximadamente de un 90%. “Solo 10 de cada 100 personas con anticuerpos muestran la prueba negativa”, precisa el Dr. Carnevali.

Existen cinco tipos de inmunoglobulinas: IgA, IgM, IgG, IgE (con varios subtipos) IgE (relacionada con las alergias) e IgD.

En caso de infección “nos interesan dos, la IgG y la IgM”, afirma este médico. Esta última se detecta y desaparece antes que la primera, que tarda algo más en generarse, pero que permanece más tiempo en sangre, en ocasiones, incluso, indefinidamente. No obstante, varía dependiendo de la persona y del tipo de infección.

Si al efectuar la prueba de anticuerpos solo se observa la presencia de IgM, “probablemente nos encontremos en las fases iniciales de la infección”, ya que estos comienzan a aparecer entre el cuarto y el séptimo día y siguen aumentando hasta el 14. Esto implicaría que el individuo tiene el virus activo, por lo que se recomienda realizar una PCR para confirmar si es así.

Cuando el análisis muestra IgG e IgM “pensamos que ha pasado más tiempo desde el inicio de la infección y que quedan restos de la fase aguda”, añade, y si solo se observan anticuerpos IgG “consideramos que la fase de replicación viral ha pasado”.

Test de anticuerpos mediante análisis de sangre

Otro aspecto a tener en cuenta es el periodo de incubación, el tiempo que trascurre entre que la persona entra en contacto con el virus y se desarrolla la sintomatología o se detecta a través de PCR. Suele oscilar entre los tres y los 12 días y durante el mismo, aunque el virus se reproduce, las pruebas no son capaces de detectarlo.

“Normalmente cuando el individuo empieza a mostrar síntomas es cuando empezamos a ver su PCR como positiva, pero puede haber individuos con PCR positiva en fase presintomática”, sostiene el Dr. Carnevali.

Esto les ha pasado en varias ocasiones, relata, cuando detectan un caso y estudian a las personas que han estado en contacto con el infectado. Al observar su evolución, comprueban que al cabo de unos días comienzan a mostrar síntomas. “Esta es la razón por la que es tan importante que guarden cuarentena no solo los infectados, sino también sus contactos, aunque estén bien”, insiste.

Visto esto, la secuencia sería la siguiente: contacto con el virus- periodo de incubación (PCR negativa)- PCR positiva- IgM positiva- IgG positiva. Según va transcurriendo el tiempo y se supera la infección la PCR daría negativa, después desaparecería la IgM y mucho más tarde, o tal vez nunca, la IgG.

Gráfico desarrollo de anticuerpos en el Covid 19

Test de diagnóstico rápido

Este tercer tipo de prueba no identifica el ARN del virus, sino que detecta también los anticuerpos producidos frente a él en sangre. La diferencia con respecto a la anterior es que no los cuantifica, solo determina si están presentes o no.

Para llevarla a cabo se realiza una pequeña punción en la yema del dedo, como la que se hace para medir el nivel de azúcar en sangre.

La ventaja de este tipo de test es que ofrecen resultados de forma casi inmediata, similar a uno embarazo. Sin embargo, tienen una sensibilidad y especificidad muy inferior a los otros dos.

Test rápido Covid 19