El Ministerio de Sanidad y las comunidades han impuesto un control especial para los nuevos tratamientos de fentanilo de liberación rápida (una fórmula que elimina el dolor de forma instantánea, cien veces más potente que la morfina) para frenar el incremento de adicciones a estos analgésicos.

Los medicamentos que contienen fentanilo de liberación inmediata están indicados para el tratamiento del dolor irruptivo oncológico en adultos que ya están recibiendo de forma crónica otro tratamiento de mantenimiento con opioides.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) detectó en 2018 un aumento del uso de estos medicamentos en los últimos años, según un informe del observatorio del uso de medicamentos de la AEMPS, que desveló que el suministro de esos fármacos se había duplicado en el año 2016 con respecto al año 2010, un uso superior al de otros países de nuestro entorno. España es el cuarto país con mayor consumo de fentanilo de la OCDE, por detrás de EE UU, Alemania y el Reino Unido, según el informe anual de 2019 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE).

Una situación que para los expertos es preocupante, teniento en cuenta la crisis de salud pública ocurrida en Estados Unidos, donde se estima que alrededor de medio millón de personas han fallecido por la prescripción descontrolada de estos fármacos.

Sanidad quiere limitar su uso a pacientes oncológicos

La medida aprobada por el MInisterio de Sanidad conjuntamente con las comunidades autónomas está recogida en el nuevo Plan de Opioides, aunque su entrada en vigor se adelantó al pasado 1 de julio sin que haya trascendido hasta ahora, según adelanta El País. Las autoridades sanitarias pretenden que se limite el uso de estos medicamentos solo para pacientes oncológicos con dolor irruptivo (súbito y de gran intensidad), después de que se comprobara que una de cada cuatro unidades vendidas hasta ahora son recetadas a otros enfermos, sobre todo personas que sufren dolor crónico sin relación con el cáncer, a pesar de que en el prospecto se indica sólo para estos pacientes.

Un inspector tendrá que dar el consentimiento

Las autoridades sanitarias establecen ahora que las recetas prescritas por los médicos tendrán que ser revisadas por un inspector antes de que el paciente pueda retirar el medicamento y que este sea financiado por la sanidad pública. El inspector tendrá que comprobar que el fármaco será administrado sólo a pacientes con cáncer y sólo en otros casos con "carácter excepcional". Se desconoce aún cómo será el funcionamiento en la sanidad privada de esta medida, que viene gestándose desde hace más de dos años, pero se quedó dormida por la urgencia de hacer frente a la pandemia de coronavirus. 

Los médicos creen que deben suministrarse a otros pacientes

La exigencia de un inspector no convence a los médicos, que temen que sea una traba burocrática que perjudique al paciente. Además, es una especie de cuestionamiento del criterio clínico rdel facultativo por alguien que no conoce al paciente. 

La experta Ana Mínguez, que ha participado en la elaboración del Plan por la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), ha explicado que “los controles existentes en España hacen imposible que se repita lo ocurrido en Estados Unidos. Hay que mejorar la administración de estos fármacos y el seguimiento de los pacientes, pero también ser conscientes de que los opioides son la única alternativa terapéutica para muchos enfermos. Hay más esperanza de vida y la gente quiere y tiene derecho a vivirla con dignidad. Esto significa hacerlo sin dolor, aunque debe hacerse de forma adecuada para maximizar el beneficio y minimizar el riesgo”.

Según Sanidad, entre un 11% y un 17% de la población sufre dolor crónico no relacionado con el cáncer, y las causas más frecuentes son la artrosis (56%), el dolor lumbar (31%), el dolor cervical (27%) y la migraña o dolor de cabeza (5%). El documento establece que “se debe reevaluar el papel” del fentanilo de liberación rápida en estos enfermos “debido a la insuficiente evidencia de efectividad a largo plazo, a los potenciales efectos adversos y al aumento progresivo de los problemas de adicción relacionados”. El consumo de este tipo de opioides fuera de indicación asciende ahora al 27% del total de prescripciones.

Ana Mínguez, que ejerce en la unidad de dolor del Hospital General de Valencia, considera que “hay pacientes no oncológicos que, con el debido seguimiento, podrían beneficiarse de las presentaciones de fentanilo” que ahora se pretenden limitar, que son administradas por vía nasal y bucal (no habrá cambios con las presentaciones en parches). Esta especialista lo ilustra con un dato: “La mayoría de los pacientes que atendemos en la unidad del dolor no son oncológicos, sino personas mayores”.

Juana Sánchez, de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y que también ha participado en la elaboración del plan, también cuestiona la figura del inspector: “Es algo que tiene el riesgo de excluir a pacientes que pueden beneficiarse de estos fármacos. Sin embargo, admite que "es cierto que hemos visto que la mayoría de casos de adicción están relacionados con el tratamiento no adecuado de fentanilo de liberación rápida en dolores crónicos no oncológicos. Estas presentaciones incrementan mucho la tolerancia que suelen desarrollar los pacientes que toman opioides [la necesidad de tomar dosis cada vez mayores para lograr el mismo efecto] y disparan el riesgo de adicción”.

“Ha habido en algunos casos un mal control de pacientes a los que se prescribía fentanilo de liberación rápida sin hacer un seguimiento adecuado. No son muchos, pero es un problema que existe y que el plan pretende encauzar”, añade Sánchez.

El visado por parte de iun inspector no será necesario para los pacientes que ya venían tomando el fentanilo de liberación rápida. Para estos casos el plan de Sanidad establece que, cuando sea posible, se cambie el tratamiento hacia otros opioides menos problemáticos. En aquellos casos más complejos, está prevista la derivación del enfermo “al circuito específico de adicciones”, que incluye “programas de desintoxicación” u otros tratamientos.