La esperanza de vida en Madrid se redujo en 2020 respecto a 2019 en 3,07 años, según refleja un estudio publicado en Gaceta Sanitaria elaborado con datos del Padrón Municipal de Habitantes. Haciendo referencia a la esperanza de vida a los 65 años, el retroceso fue de 3,43 y 2,42 años, respectivamente. Entre distritos hay notables diferencias, siendo el barrio de Salamanca, el de mayor renta per cápita de Madrid, el que menos ha visto reducida su esperanza de vida en 2020.

Así, la esperanza de vida de los madrileños bajó en 2020 a los 82,46 años (79,31 años para los hombres y a los 85,25 para las mujeres), mientras que en 2019 estaba fijada en 82,98 y 87,81, respectivamente. Pero lo más relevante del estudio está en las diferencias que se dan dentro de la ciudad, en función de sus distritos y la población mayoritaria que haya en ellos.

El barrio de Salamanca es el distrito que menos ha experimentado la bajada en la esperanza de vida, con 0,21 años. En cambio, los mayores descensos en la esperanza de vida al nacer fueron en Tetuán, Ciudad Lineal y Arganzuela, con una caída bruta de 4,72, 4,55 y 4,53 años, respectivamente. Esto en lo relativo a los hombres.

En lo referente a las mujeres, los descensos brutos más acusados se registraron en Chamartín, Ciudad Lineal y Puente de Vallecas, con una disminución de 3,91, 3,37 y 3,18 años en la esperanza de vida al nacer, respectivamente.

Variables socioeconómicas

José Manuel Díaz, investigador del estudio, ha explicado en declaraciones a ElPlural.com las posibles causas de los peores datos en los barrios más pobres. "Hay causas que explican que las zonas con mayores dificultades socioeconómicas sean las que mayor mortalidad han tenido en esta pandemia. Son grupos de personas que muchas de las medidas preventivas no las han podido desarrollar. Es mucho más difícil que puedan teletrabajar o que se queden en casa y no tengan que coger el autobús o el metro", explica Díaz.

En el mismo sentido, añade: "En estas zonas de la ciudad también es mucho más fácil encontrar a gente que viva en una vivienda hacinada y, por tanto, si una persona se contagia, no se pueda aislar y mantener en cuarentena. Es decir, la propia precaridad en lo que es la vida diaria, la social y la laboral pone muchos impedimentos a estas personas para poder tomar las medidas preventivas lógicas y eficientes que las personas en mejores condiciones sí pueden hacer".

Tal como se detalla en el estudio, cuando se examinó conjuntamente toda la población se obtuvieron también coeficientes significativos con la renta para la caída bruta de la esperanza de vida al nacer (−0,37), y para la caída bruta de la esperanza de vida a los 65 años también con la renta (−0,39), el indicador educativo (−0,38), el desempleo (0,44) y el porcentaje de inmigrantes (0,41). En ningún análisis se halló una correlación significativa con el tamaño del hogar ni con el porcentaje de mayores de 65 años.

Con las variables independientes cuyos cruces fueron significativos y tras comprobar que se cumplían los supuestos de linealidad, independencia, homocedasticidad, normalidad y no colinealidad, se obtuvo un modelo de regresión lineal múltiple para las caídas brutas en esperanza de vida al nacer de los hombres, en el que el 24% de la variabilidad hallada se explicó por las variaciones en el porcentaje de mayores de 80 años y el porcentaje de inmigrantes económicos. Así, se concluye que la tasa de inmigrantes y la tasa de paro se correlacionan de forma significativa con los descensos de la esperanza de vida en hombres, además de la proporción de mayores de 80 años.