Como investigador y defensor de la salud pública, mi carrera se ha centrado en apoyar a las poblaciones vulnerables: personas que consumen drogas, personas en prisión y comunidades que enfrentan desigualdades en salud. En todos estos ámbitos, un principio ha demostrado ser esencial: la reducción de daños salva vidas. Cuando las personas no pueden o no quieren dejar de consumir una sustancia, debemos hacer todo lo posible por reducir los daños que esta provoca.
La ley española transmite el mensaje equivocado de que todos los productos de nicotina son igual de dañinos
El proyecto de ley español, actualmente en consulta, avanza en la dirección contraria. Al proponer regular todos los productos de nicotina, cigarrillos, vapeo, tabaco calentado y nicotina oral, bajo el mismo marco estricto, la ley desconoce la diferencia fundamental entre el tabaco combustible y las alternativas no combustibles. Transmite el mensaje equivocado de que todos los productos de nicotina son igualmente dañinos, cuando la ciencia demuestra con claridad que fumar y los productos tóxicos de la combustión son, con diferencia, la forma de consumo más peligrosa.
No tratamos otras áreas de la salud pública de esta manera. Distinguimos entre agujas limpias y agujas sucias, entre metadona y heroína, entre sexo seguro y sexo inseguro. Estas diferencias importan porque previenen enfermedades, reducen muertes y liberan a los sistemas sanitarios de cargas enormes. Ignorar la reducción de daños en el ámbito del tabaco y la nicotina equivaldría a negar a los fumadores las mismas oportunidades de salvar vidas que brindamos a otros.
Suecia ha reducido la prevalencia del tabaquismo a tan solo un 4,5 % entre los adultos nacidos en el país, lo que la convierte en la primera nación del mundo en alcanzar la condición de “libre de humo”
El caso de Suecia ofrece una evidencia contundente. Gracias a la amplia disponibilidad de nicotina oral (snus y bolsitas), complementada más recientemente con el vapeo, Suecia ha reducido la prevalencia del tabaquismo a tan solo un 4,5 % entre los adultos nacidos en el país, lo que la convierte en la primera nación del mundo en alcanzar la condición de “libre de humo”.
Como resultado, las tasas de mortalidad por cáncer de pulmón en hombres son un 61 % inferiores a la media europea y el total de muertes por cáncer es un 34 % menor. Esto no es teoría: es un progreso tangible en salud pública.
España tiene una elección. Puede adoptar una vía que equipare todos los productos y, con ello, desanime a los fumadores a cambiar, o puede optar por una regulación proporcionada y basada en el riesgo que reconozca el potencial de salvar vidas de las alternativas más seguras.
El objetivo final no es simplemente reducir el consumo de nicotina, sino reducir enfermedades y muertes. La reducción de daños en el tabaco, como en todos los demás ámbitos de la salud, se basa en la humanidad, el pragmatismo y la ciencia. España no debe desaprovechar esta oportunidad.
Heino Stöver es profesor de Ciencias Sociales y de la Salud, Universidad de Ciencias Aplicadas de Fráncfort