Entre 2000 y 2019, en España se podrían haber evitado 30.865 muertes si se hubieran aplicado las mismas políticas contra el tabaquismo que en Suecia. Así lo sostiene el informe de la organización Smoke Free Sweden (Suecia sin Humo), que denuncia el impacto de no haber adoptado un modelo basado en la reducción de daños.
El tabaquismo es un grave problema de salud pública en todo el mundo. Esta adicción provoca cada año más de ocho millones de muertes prematuras. La reducción del consumo de cigarrillos se ha convertido en una prioridad para los gobiernos y organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El modelo sueco: menos combustión, menos muertes
Suecia es el país con la tasa más baja de muertes por cáncer de pulmón de toda la Unión Europea. Un dato que no se explica por un menor consumo de nicotina, sino por su apuesta por productos sin combustión. La tasa de consumo de nicotina en Suecia es similar a la media europea, pero su porcentaje de fumadores es el más bajo de toda la Unión Europea: 5,3% frente al 23,5% de media.
“Hay un 34% menos muertes por cáncer y un 44% menos muertes de hombres por tabaco”, subrayó el doctor Delon Human, secretario general de la Asociación Médica Mundial (AMM). En declaraciones a ElPlural.com, Human aseguró que el éxito sueco responde a “una política nacional que combina el control del tabaco con estrategias de reducción de daños”.
Para Suecia Sin Humo, las alternativas sin combustión, como el tabaco calentado, las bolsas de nicotina o los cigarrillos electrónicos, son la solución más eficaz para reducir tanto el tabaquismo como las enfermedades relacionadas con él.
Un decreto que podría causar más daño que beneficio
“Si España aceptase el sistema sueco, muchas vidas se podrían salvar”, enfatiza Human. Tanto él como la organización Smoke Free Sweden han criticado el Real Decreto propuesto por el Ministerio de Sanidad, al considerar que restringe el acceso a las alternativas sin humo y, con ello, dificulta que los fumadores abandonen los cigarrillos de combustión.
“Los productos de tabaco para la reducción de daños deberían fomentarse”, apuntó el médico, quien alertó de que restringir su acceso podría causar “más daño que beneficios”.
En este sentido, también se ha mostrado crítico con el límite de 0,99 mg de nicotina por bolsa que plantea Sanidad para las bolsas de nicotina, por considerarlo demasiado restrictivo. Según un estudio del Instituto Federal Alemán para la Evaluación de Riesgos, un límite de hasta 16,6 mg por bolsa sería viable y eficaz para personas con alta dependencia.
Ese mismo estudio, además, señala que los usuarios de snus —una forma de tabaco oral legal solo en Suecia— son más propensos a dejar completamente los cigarrillos de combustión.
“Una condena a muerte prematura”
Pese a que el Ministerio de Sanidad defiende que el decreto busca “mejorar la protección de la salud pública”, Human advierte de que su efecto podría ser el contrario. “La idea central de la reducción de daños del tabaco es ofrecerles a fumadores alternativas a los cigarrillos de combustión que resulten atractivas y satisfactorias para el consumidor y que sean menos dañinas para la salud”, explicó.
En su opinión, restringir de forma tan severa estos productos “reduce las posibilidades de optar por alternativas menos dañinas, aumenta las probabilidades de recaída y disuade del abandono del hábito de fumar”.
El secretario general de la AMM equiparó las regulaciones que limitan el acceso a alternativas con “meter a un grupo de personas en una habitación con solo una salida en vez de varias”. El resultado, según dijo, es claro: “los estás condenando a una muerte prematura asegurada”.
España, sola frente a Europa
La normativa española no convence a Suecia ni a otros Estados miembros de la UE. Siete países europeos consideran que el texto podría vulnerar el principio de libre competencia. Así, Rumanía, Hungría, República Checa, Grecia, Italia y Suecia han presentado dictámenes razonados en el marco del procedimiento TRIS contra el Real Decreto español mientras que Croacia ha hecho una serie de observaciones.
España ya ha respondido a los dictámenes razonados y las observaciones, Esto obligó a paralizar la tramitación del decreto tres meses más, hasta el 28 de julio.
La combustión, no la nicotina, es lo que mata
Human insistió en que lo verdaderamente perjudicial para la salud no es la nicotina en sí, sino su forma de administración: la combustión. “El modo de entrega importa”, remarcó, al tiempo que explicó que solo en la quema de un cigarrillo se desprenden más de 4.000 químicos, muchos de ellos directamente vinculados al cáncer, enfermedades pulmonares y cardiovasculares.
Un estudio del Comité de Toxicidad y Salud Pública de Gran Bretaña confirma que las alternativas sin humo son “significativamente menos dañinas que fumar”.
A pesar de que otros países europeos han implementado políticas contra el tabaquismo, Suecia es el único que ha logrado reducir la mortalidad de forma tan significativa, según Human, gracias a su apuesta generalizada por alternativas que reducen el riesgo.
Prohibir alternativas puede aumentar el daño
El informe de Smoke Free Sweden señala que las medidas del Gobierno español podrían resultar contraproducentes, revirtiendo el descenso en la tasa de fumadores logrado en los últimos años. Para Human, “la restricción o prohibición de alternativas de nicotina más seguras, mientras se mantienen cigarrillos en el mercado, aumenta el daño, no lo reduce”.
“Las políticas que promueven la transición de combustión a formas más limpias de nicotina son las formas más efectivas de reducir el cáncer de pulmón, enfermedades de corazón y muertes prematuras. El modelo sueco es la evidencia más clara y del mundo real de que la reducción de daños, no la prohibición, salva vidas”, sentenció.
La ayuda que muchos fumadores necesitan
Según la OMS, en el mundo hay 1.300 millones de fumadores, y entre el 60 y el 70% de ellos quieren dejarlo. Sin embargo, muchos lo intentan entre seis y ocho veces antes de conseguirlo.
Human subrayó que los parches u otros reemplazos de nicotina tradicionales tienen una tasa de éxito muy baja —en torno al 3%—, mientras que un estudio científico de Cochrane demuestra que los cigarrillos electrónicos con nicotina aumentan significativamente las tasas de abandono del tabaco.
“A menudo, los fumadores no consiguen dejar de fumar por abstinencia de nicotina, no necesariamente por el hábito físico de fumar”, explicó el especialista. Por eso, defiende el uso de productos que permitan una reducción progresiva, como vapers o bolsas de nicotina, que evitan los químicos tóxicos del tabaco combustible.
¿Reducción de daños o política de prohibición?
La conclusión para Human y otros expertos en salud pública es clara: las alternativas sin humo deben entenderse como herramientas sanitarias, no como puertas de entrada al tabaquismo.
“España debería implementar estrategias basadas en la ciencia de reducción de daños como complemento al control del tabaco tradicional”, recomendó. Mientras el Ministerio de Sanidad apuesta por endurecer la regulación, la evidencia científica y los datos suecos demuestran que el camino más eficaz para salvar vidas pasa por ofrecer más salidas, no menos.