La contaminación de los ecosistemas marinos es uno de los problemas más preocupantes de la actualidad, pero nadie parece prestar atención a lo que se supone la industria pesquera en este ámbito. Cada año se vierten en los mares alrededor de 11 millones de toneladas de plástico, de los cuales el 10% son residuos de la pesca.

Según un informe de la organización ambiental WWF, entre 500 mil y 1 millón de toneladas de artes de pesca afectan a los océanos cada año. Al año, se vierten al mar 6% de todas las redes de pesca usadas, el 8,6% de las trampas y nasas y el 29% de todas las líneas de pesca. A estos aparejos de pesca abandonados en los mares se les conoce como 'redes fantasmas', ya que continúan generando un impacto muy negativo en la fauna marina durante décadas, sin que nadie las procese.

Las ‘redes fantasma’ dañan hábitats marinos, como los corales y la vegetación, provocan la acumulación de sedimentos, impiden que las especies accedan a los ecosistemas y son peligrosas para las navegaciones al provocar retrasos, pérdidas económicas y accidentes.

El 66% de los mamíferos marinos, el 50% de las aves marinas y el 100% de las especies de tortugas se han visto afectados por ellas. Más del 90% de los peces capturados en estas redes son para comercializarse en los mercados y luego los consumimos. La WWF hace un llamado para frenar esto a través de un tratado internacional de la ONU, obligatorio para todos los países. Además, pide participación de la industria pesquera, el sector privado, las empresas, las organizaciones para buscar soluciones y alzar la voz entre todos en campañas como #StopGhostGear o #NoMásRedesFantasma.

El nuevo documental de Netlix, “Seaspiracy”, sobre el grabe impacto de la pesca señala datos como que: el 47% del plástico de la isla de basura del Pacífico son redes de pesca, que los microorganismos absorben 4 veces más CO2 que el Amazonas, y que según las tendencias, los océanos estarán prácticamente vacíos en 2048, ha provocado un gran debate.