El pasado lunes, los Veintisiete acordaban mejorar los derechos laborales de los trabajadores de las plataformas, los conocidos riders. Hace un mes, la ministra de Trabajo Yolanda Díaz anunciaba un nuevo paquete que afectaría a los trabajadores al aire libre tras la aprobación del Consejo de Ministros en relación con la sequía y el sector laboral. De hecho, el pico de temperaturas vuelve a España este fin de semana, fecha en la que el calor se instalará de nuevo con olas extremas que incluso impedirían desempeñar el ejercicio profesional al aire libre.

Vamos a prohibir el desempeño de las actividades profesionales cuando la AEMET de alerta roja o naranja”, precisaba la ministra desde Alcorcón. La nueva normativa acoge tres reglamentos: la prohibición y limitación de algunas tareas en plena exposición al sol, la reducción o redistribución horaria de la jornada laboral de los trabajadores, y, por último, la obligación a determinadas empresas de adoptar medidas específicas reforzadas como las directrices de vestimenta para evitar los temidos golpes de calor.

Hay varios sectores afectados por esta normativa, el calor se expande en todos los vectores, pero las lagunas no tardan en salir, especialmente, en el caso del mundo de los riders y las plataformas digitales de reparto de comida a domicilio. “No es una medida que nos beneficie, es que nosotros trabajamos en las franjas horarias fuertes porque es donde entran todos los pedidos, ¿sabes? Entonces nos da igual”, explica Ramiro (pseudónimo), que trabaja como repartidor en Glovo.

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De hecho, en una conversación con ElPlural.com, el rider aclara respecto a esta medida que al colectivo “nos viene mal” y es muy crítico con las legislativas publicadas por el Gobierno. “Las leyes no las hacen para nosotros, como no les afecta, pues les da igual, es que no las hacen para nosotros porque les da igual”, dice tajantemente, mientras se sube con prisa a su bicicleta y arrima su mochila amarilla con el logo de Glovo bajo sus hombros tras informarnos de que le toca un pedido y debe ponerse en camino.

¿Trabajadores o no trabajadores? El Supremo ya ha dictado sentencia

Bajo el pedal, estas grandes compañías acogen un eterno debate en los que componen su conglomerado: sus trabajadores, los repartidores de a pie o en bicicleta, también conocidos como riders. La división ya estaba marcada entre los trabajadores del algoritmo. Por un lado, el colectivo se fracturaba en aquellos que querían desempeñar su actividad laboral a cuenta propia como autónomos. Por el otro, los que buscaban que los gigantes del reparto de comida en España acogieran a sus trabajadores bajo un contrato, tal y como dicta su naturaleza en las labores realizadas que distan mucho del oficio como profesión independiente.

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Si la disputa ya estaba reñida dentro de este nicho de mercado, en el tema jurídico también. No había una sentencia aclaratoria por parte de la esfera de la Justicia, ¿son falsos autónomos o no? En 2020, el Tribunal Supremo por fin se pronunciaba. Son falsos autónomos. Así declaraba su primer fallo contra Glovo puntualizando que la entidad se sirve de repartidores que no tienen una organización empresarial “propia y autónoma” y que “prestan su servicio insertados en la organización de trabajo del empleador”.

Contratados y no contratados: la brecha de la precariedad 

Pero se abre una nueva brecha. La nueva medida anunciada por la titular de Trabajo da por fin soluciones a los repartidores contratados. “Los que estamos contratados tenemos esa evaluación de riesgos laborales por parte del Servicio de Prevención de Riesgos de la propia empresa, tenemos Comité de Empresa y vamos a negociar este tema”, asegura Fernando García, miembro de Riders X Derechos y UGT. “Nosotros tenemos agua, ya tenemos un centro de trabajo al que tenemos que acudir para ir al baño, tenemos aire acondicionado, tenemos calefacción, etcétera”, continúa.

Y, ¿qué pasa con los no contratados?”, lamenta García.

“La mayoría de falsos autónomos no tienen ni centro de trabajo ni evaluación de riesgos ni nada, se chupan 12 horas al día seguidas en la calle sin tener acceso ni a un baño y ni a una silla porque la plataforma manda, el algoritmo no entiende de derechos laborales”, reitera. Fernando dice que “es una vergüenza” porque la mayoría de los trabajadores no contratados apenas tienen acceso a elementos básicos como el agua o disponer de un recinto destinado a las necesidades. “Yo también he estado muchos años como ellos y estamos mendigando en los restaurantes que nos dejen entrar (porque no somos trabajadores del restaurante) y hay sitios que no te dejan”, explica.

El calor abrasa en verano, la lluvia cae más fuerte en invierno

El calor sofoca durante cada pedaleada, el motor es el ritmo que no puede caer de los mínimos requeridos para que ese mismo calor no se pierda en la comida de su reparto en camino hacia la dirección del cliente y las protecciones también brillan por su ausencia. “En temas de seguridad hemos estado negociando, por ejemplo, los cascos para la gente que trabaja en moto; hemos estado diciendo que necesitamos un casco para verano que son más abiertos”, aclara. “La medida es buena porque es verdad que es angustioso trabajar en ese calor, además que estamos en medio del tráfico y el asfalto desprende más calor o cuando estas parado en los semáforos detrás de los autobuses te estás quemando vivo”, argumenta.

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Pero el calor no solo abrasa en verano, la lluvia cae más fuerte en invierno

Pero el calor no solo abrasa en verano, la lluvia cae más fuerte en invierno. “El uniforme es lo único que tienen los no contratados durante la lluvia y eso es porque la chaqueta tiene publicidad, son chaquetas que tienes que pagar y que suelen usar los riders, pero más allá de la publicidad no hay nada, no hay nada, claro”, confirma Fernando García. Tampoco se incluye el propio casco porque corre a cargo del bolsillo de los trabajadores y “eso no es ninguna seguridad por parte de la empresa”.

Cuentas subalquiladas, el pozo de los riders

Los falsos autónomos no son el único grupo olvidado por parte de los gigantes en el mercado del reparto de comida a domicilio. Por debajo de ellos hay una planta inferior más. Una que habla sobre condiciones y estratos: las mejores horas para los titulares de las cuentas, los picos de calor para los que buscan cuentas alquiladas, es decir, una masa de trabajadores precarios que reparten bajo esos 40 grados en plena calle.

“¿Quién está en la calle a 40 grados? El titular no. Los titulares trabajan en las mejores horas, los mejores días y dejan las horas más penosas, las más duras, las menos productivas para el resto”, desarrolla Fernando. De hecho, ultima lamentando la situación de las cuentas subalquiladas, “un mercado que es, bueno, algo que estas empresas buscan”.