Con la llegada del calor y las vacaciones, es habitual que los niños pasen más tiempo en la piscina o en la playa, disfrutando del agua y las actividades al aire libre. Sin embargo, esta estación del año también trae consigo un notable aumento de las consultas médicas por infecciones del oído. La otitis, en sus distintas variantes, se convierte en una de las patologías más frecuentes del verano, y sus causas están estrechamente relacionadas con nuestros hábitos estivales.

El ambiente húmedo, el calor, la exposición prolongada al agua y el uso inadecuado de bastoncillos son algunos de los factores que, combinados, favorecen la aparición de esta infección tan molesta como dolorosa. Pero ¿qué tipos de otitis existen? ¿Cuáles son sus síntomas? Y lo más importante, ¿cómo podemos prevenirlas para no estropear las vacaciones?

¿Por qué hay más otitis en verano?

La relación entre la estación estival y la proliferación de otitis está más que demostrada. "El verano es la época del año en la que más otitis vemos en las consultas, sobre todo en niños", afirma el Dr. Raimundo Gutiérrez Fonseca, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, centro integrado en el servicio público sanitario de la Comunidad de Madrid (SERMAS).

El motivo es sencillo: pasamos más tiempo en contacto con el agua, ya sea en playas, piscinas o entornos húmedos, y esto favorece un escenario perfecto para que proliferen microorganismos. "La combinación de calor, humedad y baños frecuentes crea un ambiente ideal para que proliferen bacterias y hongos en el oído", añade el especialista.

El conducto auditivo externo es una estructura sensible que, al mantenerse húmeda durante largos periodos, pierde parte de su protección natural. Esto permite que bacterias y hongos encuentren un entorno propicio para desarrollarse. Si a ello sumamos pequeños traumatismos causados por una higiene inadecuada, el riesgo de infección se multiplica.

La otitis externa: la más común en esta época

Existen distintos tipos de otitis, pero no todas se presentan con la misma frecuencia ni en las mismas condiciones. La que predomina en los meses de verano es la otitis externa, también conocida como "otitis del nadador". "La otitis externa, también llamada 'otitis del nadador', es la más frecuente en verano", explica el Dr. Gutiérrez Fonseca.

Esta forma de otitis afecta al conducto auditivo externo, es decir, la parte del oído que va desde el pabellón hasta el tímpano. Suele estar provocada por la entrada de agua contaminada o por pequeñas heridas que aparecen al manipular el oído. El contacto continuo con el agua, sumado a una ventilación insuficiente del conducto, contribuye a la maceración de la piel, creando un entorno ideal para que se instalen bacterias y hongos.

Los síntomas de esta infección pueden ir desde picor leve hasta un dolor intenso que se agrava al mover el pabellón auricular o presionar la zona. En ocasiones, también aparece supuración o sensación de oído taponado.

El peligro invisible de los bastoncillos

Uno de los errores más comunes y peligrosos es el uso de bastoncillos para "limpiar" los oídos, especialmente después del baño. "El hábito de usar bastoncillos para limpiar los oídos es especialmente nocivo", advierte el otorrino.

Aunque muchas personas los emplean con la intención de secar o eliminar cera, lo cierto es que su uso puede resultar contraproducente. En lugar de limpiar, los bastoncillos suelen empujar la cera hacia el fondo del canal auditivo, compactándola. Además, pueden causar pequeñas lesiones en la piel del conducto, que sirven como puerta de entrada para las infecciones.

La piel del oído externo tiene un pH y una flora bacteriana específicos que actúan como barrera frente a patógenos. Cualquier alteración de este equilibrio, como la causada por un bastoncillo, incrementa el riesgo de desarrollar una otitis externa.

¿Piscina o mar? No todo el agua afecta igual

No todos los entornos acuáticos tienen el mismo impacto sobre la salud auditiva. Mientras que las piscinas pueden estar cargadas de productos químicos y microorganismos, el agua del mar tiene un efecto diferente. "El cloro puede irritar la piel del conducto auditivo, haciéndola más vulnerable, sobre todo cuando tiene lesiones por manipulaciones con bastoncillos", señala el Dr. Gutiérrez Fonseca.

En cuanto al agua salada, el experto matiza que, aunque en general tiene propiedades desinfectantes, no está exenta de riesgos. "El agua del mar, pese a su salinidad, está actualmente más contaminada que antaño", afirma. Es decir, aunque el mar pueda parecer menos peligroso que una piscina, también puede ser un foco de infección si no se toman las precauciones necesarias.

Además, otros entornos como ríos, lagos o albercas pueden representar un riesgo aún mayor, ya que su agua suele estar estancada y con mayor presencia de bacterias y hongos.

Consejos prácticos para prevenir infecciones

Para evitar que una jornada de playa o piscina acabe en la consulta del otorrino, existen algunas pautas sencillas y efectivas. La primera, eliminar cualquier resto de agua tras el baño. "Tras el baño, es útil inclinar la cabeza hacia los lados para que el agua salga del oído", recomienda el especialista.

Secar suavemente la parte externa del oído con una toalla, sin introducir objetos, es otra de las recomendaciones clave. En niños con antecedentes de infecciones o predisposición, puede ser útil el uso de tapones especiales para nadar. "Si hay antecedentes de otitis frecuentes, es recomendable consultar con un especialista antes del verano", indica el doctor.

También conviene evitar las zambullidas bruscas o el buceo si se tiene alguna molestia previa en el oído o si hay inflamación nasal. Las personas que usan audífonos deben prestar especial atención a su limpieza y mantenimiento durante los meses de calor, ya que la humedad también puede dañar estos dispositivos y favorecer infecciones.

Por supuesto, hay que desterrar definitivamente los bastoncillos del botiquín y optar por métodos seguros de limpieza auditiva. Si se siente picor, molestia o sensación de taponamiento, lo ideal es acudir a un profesional para una limpieza adecuada.

Cuándo acudir al especialista y qué no hacer nunca

Aunque muchas otitis pueden mejorar por sí solas, hay situaciones en las que es imprescindible buscar atención médica. "Hay que acudir al médico si el dolor persiste más de 24-48 horas, si aparece fiebre, si el oído supura o si se nota pérdida de audición", advierte el Dr. Gutiérrez Fonseca.

El tratamiento dependerá del tipo de infección y su gravedad. En las otitis externas, lo habitual es emplear gotas óticas con antibióticos o antifúngicos, a veces combinadas con corticoides. En el caso de una otitis media, pueden requerirse analgésicos y antibióticos orales.

Sin embargo, en ningún caso debe iniciarse un tratamiento sin prescripción profesional. "Nunca se debe automedicar ni usar gotas sin prescripción médica", insiste el especialista. Algunas gotas pueden estar contraindicadas si existe una perforación del tímpano y podrían agravar la situación.

En definitiva, la prevención sigue siendo la mejor medicina. Con unos cuidados adecuados y evitando malos hábitos, es posible disfrutar del verano sin que las otitis agüen las vacaciones. Y ante cualquier duda o síntoma persistente, lo más sensato es acudir al otorrinolaringólogo para un diagnóstico certero y un tratamiento seguro.

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