La Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) publicó un comunicado la última semana del mes de febrero en el que explicaba que es positivo hablar de las conductas suicidas para evitar que se conviertan en un tema tabú. Sin embargo, advirtió que no se han de especificar durante su tratamiento informaciones acerca de procedimientos, escenarios o justificaciones para evitar que se produzca un posible “efecto contagio”.

A lo largo de los últimos diez años, ANAR ha ayudado a 9.637 menores de edad que expresaron conductas suicidas, ya fuesen intentos o simples ideaciones. Esto se ha demostrado en base al Estudio sobre Conducta Suicida y Salud Mental en la Infancia y la Adolescencia en España (2012-2022), elaborado a partir de las casi 600.000 peticiones de ayuda recibidas a través de sus líneas de ayuda.

De estas casi 10.000 personas, 3.097 se pusieron en contacto con la fundación cuando ya habían iniciado el intento. Asimismo, se ha mostrado un gran incremento de los casos atendidos en los últimos tres años, coincidiendo con la pandemia de coronavirus, en la que el 63,8% de las personas que solicitaron ayuda, lo hicieron durante este periodo.

¿Cómo se debería tratar el suicidio por los medios?

En base a los datos recogidos, la fundación considera que los medios de comunicación poseen una importante labor activa en la prevención de este tipo de problemas. Por ello, han de tener cuidado con la manera en la que se aborda el tema. Por ello, ANAR advierte de que puede provocar mayor riesgo de que se dé un efecto contagio.

De esta forma, se recomienda utilizar calificativos que no lo hagan una actividad deseable y atractiva, como “sencillo”, “rápido” o “indoloro”. Además, se aconseja no asociarlo a actos de heroicidad, que tengan que ver con la valentía y, así, se justifique o normalice.

En este sentido, se pide evitar dar una visión “simplista”, basada en la “especulación”, dado que el suicidio es “un fenómeno multifactorial que nunca se puede atribuir a una sola causa”, expusieron en su comunicado la asociación.

También se recomienda no describir los datos o detalles del suceso, como el método empleado o la descripción del lugar, ya que puede contribuir “a su imitación” y puede ser ofensivo, tanto para las víctimas como para sus seres queridos. En lugar de utilizar fotografías del entorno o reproducir notas de suicidio, desde ANAR se considera que es mejor aportar datos objetivos y estadísticas, contextualizando el problema social y contar con las declaraciones tanto de expertos en conducta en suicida como de personas que hayan superado esta dificultad.

Por último, ANAR propone informar a los lectores acerca de los posibles factores de riesgo y las secuelas físicas de los intentos, como el daño cerebral, que puede funcionar como elemento de disuasión para conseguir que este incremento de casos descienda y sirva como recurso de ayuda.

El preocupante incremento de los suicidios en menores

La tasa de incremento de suicidios en menores no deja de crecer. En los últimos diez años, se han llegado a multiplicar casi por 26 los intentos de suicidio y casi por 24 las meras ideas de realizar el acto. Desde la asociación, se afirma que “el incremento ha sido mucho más significativo desde la COVID-19, en los últimos tres años”.

A raíz de que Internet conviva de la mano junto a las últimas generaciones, lo que ocurre en bastantes ocasiones es que se produzca ese contagio. De hecho, preocupa que los menores de edad que estén pensando en terminar con su vida recurran a redes sociales o a distintas páginas web, donde encuentran a otras personas que justifican el suicidio como una forma para resolver un problema y cómo llevarlo a cabo.

Dentro de los jóvenes, existen algunos grupos de riesgo que son más vulnerables a cometer los intentos. Entre ellos, destaca el colectivo de los adolescentes con discapacidad, menores de familias migrantes y del colectivo LGTBI.

Por su parte, Ballesteros advirtió que hay un grupo de niños que pasa desaparecido, el cual se trata de los menores de diez años, cuyo principal problema está asociado principalmente al acoso escolar, aunque también hay casos relacionados con el maltrato psicológico, las agresiones sexuales y el maltrato físico intrafamiliar.

No obstante, también se pide que se le dé importancia a la salud mental, ya que, en ocasiones, problemas psicológicos, trastornos de conducta alimenticia o la depresión también son causas que derivan en este incremento de los casos. Por este motivo, se ha de estar pendiente de la verbalización de pensamientos como ‘ya no puedo más’ o ‘quiero terminar con todo’, los cuales no se han de ignorar.

Por todo ello, si fuese necesario, la Fundación ANAR pone a disposición varios números de teléfono para recibir la atención de especializados en conductas suicidas y otros problemas. El primero de ellos, el 900 20 20 10, está dirigido para los jóvenes en riesgo, mientras que el segundo, el 600 50 51 52, está orientado para familias y centros educativos.