José Antonio Labordeta (1935-2010) fue muchas cosas: político -uno de los más carismáticos, sin duda-, cantautor por la libertad y presentador de Un país en la mochila, que intentaba poner en el centro del mapa la hoy llamada España Vacía. Pero también y, por encima de todo, ejerció de padre, abuelo y esposo.

Queda claro después de esta entrevista que, pese al título de la película -que ve la luz el próximo 23 de septiembre-, el aragonés nunca fue Un hombre sin más, aunque sí que se mostró como tal.

El documental, dirigido por su hija Paula Labordeta y el ganador del premio Goya Gaizka Urresti, explota la faceta épica del de Zaragoza y muestra también la más íntima gracias a la participación de su mujer, hijas, nietas y un personaje inédito: un diario personal escrito a puño y letra del propio maño.

ElPlural.com se da cita con la directora y el codirector del filme entre los libros y los posters de cine que engalanan la librería Ocho y Medio, un lugar de ensueño en el que los amantes de cualquiera de estos dos pasatiempos se sentirán como en casa.

Allí, ante la atenta mirada de grandes actores y directores de nuestro cine y el de otras partes del globo, se pone en valor el papel de una persona que cambió la manera de entender la política y el mundo y que sigue siendo apto para todos los públicos por su lucha incansable y que, seguro, mantendría por la democracia y la igualdad de oportunidades.

En la presente entrevista se indica cuándo habla Paula Labordeta (P.L) y cuándo lo hace Gaizka Urresti (G.U)

PREGUNTA (P): José Antonio era muchas cosas, pero, para cualquiera de ellas hay que ser ante todo un hombre sin más, una buena persona. ¿En qué medida cumplía esto?

RESPUESTA: Paula Labordeta (P.L): Era una persona buena en el amplio sentido de la palabra, pero lo que hemos intentado con la película es que la gente conozca no tanto al personaje, sino a la persona. Para entender en qué momento escribe el Canto a la libertad o por qué canta sus canciones, o por qué mandó a la mierda a la mitad de los diputados en el Congreso, hay que entender al hombre: un hombre que siempre estaba con la poesía, con la canción. Un hombre frágil… Para conocer todo el personaje, hay que conocer primero a la persona, y esa ha sido nuestra intención, que a través de esta película conociéramos a la persona y así conocer mucho mejor a Labordeta.

P: La película indaga en la vida personal, ¿cierto?

R: Gaizka Urresti (G.U): Pero no exactamente. La película cuenta la parte épica, la que todo el mundo conoce, sus años en el Congreso de Diputados, su canción... todo, pero desde un punto de vista diferente, que es a través de la mirada de sus mujeres: de su viuda, de sus hijas, y a través de un diario personal que apareció durante el rodaje. Entonces, combina los dos lados, la parte épica y la parte íntima. Por eso lo del título que decía: “Un hombre sin más es una paradoja". ¿Cómo es un hombre sin más alguien que cuando murió fueron a despedir 50.000 personas? No es un hombre sin más. Es decir, sí, era un hombre sin más, es él quería ser recordado, pero también se repasa su biografía conocida, por así decirlo.

¿Cómo es un hombre sin más alguien que cuando murió fueron a despedir 50.000 personas?

P: Precisamente su faceta íntima es menos conocida, pero, ¿cómo era el Labordeta padre, el Labordeta abuelo…?

R: P.L: Uy, el Labordeta padre y el Labordeta abuelo eran muy diferentes (risas). Es divertido, pero eran muy diferentes. Suele ocurrir en todas las personas, que son padres primero y luego abuelos. Como padre era maravilloso, era fantástico. Lo que pasa es que a nosotros nos tocó vivir un momento en el cual mi padre estaba en auge y entonces lo veíamos los fines de semana, porque entre semana daba clases y los fines de semana se iba a cantar. Entonces lo veíamos poco, pero cuando lo veíamos en vacaciones, navidades, veranos, cuando estaba en casa, era un padre absolutamente maravilloso.

De hecho, yo tengo la anécdota de que en el despacho suyo de casa, donde pasaba grandes horas porque siempre estaba escribiendo canciones, escribiendo libros, rasgando la guitarra en una nueva canción que le rondaba la cabeza… Esa puerta jamás estuvo cerrada, la tenía siempre abierta, jamás se encerraba a trabajar ahí. Y tú con tus 2, 4, 8, 15, 20 años, podías entrar tranquilamente a su despacho aunque él estuviera trabajando, sentarte a su lado y hacerle cualquier pregunta, leer un libro, leer un cómic, preguntarle una duda de un examen… Yo siempre intento defender esa faceta de padre porque era maravilloso.

Y como abuelo era el típico abuelo. Se le caía la baba por sus nietas, las adoraba. Él decía que era lo mejor que le había pasado en el mundo y, desde luego, como ya trabajaba menos, pues intentaba pasar el mayor rato posible con esas dos niñas que adoraba. Y además era mutuo el amor.

Jamás tuvo la puerta de su despacho cerrada. Era un padre maravilloso

G.U: Y durante sus ocho años en Madrid convivía contigo.

P.L: A mí se me metió ahí de okupa (risas) y de repente sale como diputado y me dice “Cojo un hostal”; y yo le dije “Va, vente a casa”. Me dice que no, que iban a ser cuatro años y a la semana que viene va a estar dos días… Mentira, estuvo ocho años y durante la semana estaba cinco días, con lo cual éramos un matrimonio un poco mal avenido, con un perro que había que sacar, con leche caducada, me esperaba cuando yo salía de noche en pijama y señalándome las agujas del reloj en plan “¿Qué hora son estas de llegar?” y yo le respondía “¡Por Dios, papá!”. Era un padre.

Paula Labordeti y Gaizka Urresti
Imagen facilitada por Hayeda Cultura.
 

P: A Labordeta le conoce casi todo el país. Sin embargo, hay una pequeña parte más joven que, igual le conoce menos o ni siquiera sabe quién es. ¿Cómo animaríais a esas personas a que vieran también el documental?

R: G.U: Yo creo que la película además de la vida de Labordeta es un recorrido por la historia de España. Recorre lo que era la posguerra, lo que era esa España opresiva, en blanco y negro de los años 50 y 60 en la que Labordeta estudia, en el que conoce a Juana de Grandes, ese Teruel de los 60, esa España medieval casi, las luchas políticas, todo el tema de la Transición, la llegada de la democracia y los 80. Es también un recorrido en la historia reciente de España, desde el 35 hasta el 2010, su años en el Congreso, la Guerra de Irak… Entonces tiene ese discurso.

Pero sobre todo la gente tiene que venir a verlo porque independientemente de si conocen o no a Labordeta, es una película en la que hemos pretendido emocionar. Al final es la historia de una viuda, de una mujer y unas hijas, recordando el vacío que supone haber perdido a su hombre y cómo lo recuerdan años después. Y en ese sentido es una película muy emotiva.

La película también es un recorrido por la historia de España

P.L: Además hay una cosa que a la gente joven va a sorprender muchísimo, y es que Labordeta, todas sus luchas que empezó en el 60 con lo que ahora llaman la España vaciada, en todo lo que Labordeta luchó, ahora un chaval de 20 o 30 años se va a ver muy reflejado porque todavía están absolutamente vigentes. Con lo cual se van a sorprender de lo moderno que era Labordeta en su momento, porque se van a ver reflejados y lo van a entender perfectamente. Desde luego no es una película para gente mayor, sino para todo el mundo.

P: Entiendo que a Paula le hace mucha ilusión formar parte de este proyecto, pero me quería detener en Gaizka porque las producciones llevan un trabajo de fondo considerable. No sé si en este caso ha sido igual de trabajoso que en otras ocasiones o algo menos al estar rodeado de la familia.

R: G.U:  Cuando en su día hice El último guión, los cómplices eran Jean-Claude Carrière y Juan Luis Buñuel, que eran como los dos hijos, uno un hijo intelectual y otro el primogénito de Luis Buñuel. Este viaje ya lo he hecho.

Lo que pasa es que en este caso es cierto que el compromiso de toda la familia ha sido especial, tanto en la dirección y la escritura del guion como en el protagonismo que tiene Juana, que no solamente está en la pantalla, sino que ha intervenido en todo el trabajo de documentación. De hecho, ella volvió a releer todos los poemas, las biografías y las memorias que José Antonio Labordeta tiene.

He sentido un baño especial y, además, al igual que Labordeta, he estado rodeado de mujeres. El otro día hacíamos bromas de que ellas estaban “Esta escena, mami, la otra…” y yo al final terminaba llamando a Juana de Grandes, a su madre, también mami.

Ha sido un viaje muy especial al que me ha invitado a participar la familia, porque ya digo, no solo es el recorrido de la biografía de Labordeta, es el viaje que hacen ellas; y ha sido muy especial.

P: ¿Qué pensaría Labordeta hoy si viera el escenario político actual?

R: P.L: Yo pienso que estaría profundamente triste viendo que lo que él, junto a otra mucha gente -esas luchas más sociales, globales, en grupo…- han desaparecido y ahora son individuos que luchan solos casi por sus egos.

Pero yo estoy convencida de que, de una manera u otra, no sé si por las redes o cómo lo haría mi padre, seguiría luchando y dándonos grandes lecciones de lo que hay que hacer en esta vida para defender lo que uno quiere.

Mi padre estaría profundamente triste con la política actual, pero seguiría luchando

P: Se caracterizaba por ser muy directo. Eso hizo que fuera muy querido, pero también controvertido con respecto a la persona a la que se dirigía. Con todo, ¿creéis que alguien llegó a odiarle?

R: G.U: En la película se habla de un episodio…

P.L: Pero yo creo que era muy complicado. Lo normal es que no le odiara nadie porque él, además, no era un hombre que odiaba. De hecho, juntaba a diferentes generaciones para aprender, de izquierdas, de derechas… Le daba igual. Tenía amigos en todos los lados y de todos.

Evidentemente, hay un momento histórico que son los cuatro años de mayoría de Aznar, donde la sociedad está muy enfrentada, muy polarizada, que es cuando manda a la mierda, que es por otro lado un grito que todo el mundo deseaba que ocurriera.

En esa época muy puntual sí que tuvo algunos episodios desagradables de insultarle por la calle, de escupirle, pero yo eso lo he vivido en esa época y durante mi vida, que fueron 40 años con él, fue siempre lo contrario. Era todo “muy bien Labordeta” o “Yo no voto como tú, pero me caes muy bien”. La gente le quería mucho.

P: ¿Consideráis que esta película es el último broche de oro a un legado que va a perdurar siempre?

R: G.U: De hecho, el documental parte con ese objetivo por parte de la fundación. Cuando a mí me invitan a participar, ellos querían contar una película. Se habían hecho ya piezas televisivas, reportajes de menos tiempo de duración, más cercanos al momento de su muerte…

Entonces la Fundación y Paula querían hacer una película más ambiciosa, tanto de duración como de producción, como de contenido… que insistiera en ese lado íntimo. Y así nace la película. No sé si es la película definitiva. Ojalá no, ojalá dentro de 50 años haya que hacer algo más; eso significará que  sigue vigente.

Es una película muy especial, no solamente por el personaje retratado, sino porque el punto de vista para contarlo ha sido muy íntimo, a través de los seres a los que más quería y que más le conocían.

P.L: Yo creo que además lo que queríamos lo hemos conseguido. Por lo tanto, no sé si es el  último broche de oro, pero sí creo que mi padre estaría muy orgulloso de esta película y se vería absolutamente reflejado en ella.