Cada vez son más las personas que tienen sobrepeso. En nuestro país el 39,3% de la población tiene kilos de más y el 21,6% obesidad, siendo Asturias, Galicia y Andalucía, por este orden, las comunidades autónomas con mayor índice de prevalencia.

A esto hay que añadir que las estadísticas no son esperanzadoras. Todo apunta a que la incidencia de este problema seguirá en aumento en las próximas décadas.

A día de hoy se habla ya de epidemia. “A pesar de los múltiples intentos y recomendaciones para mitigar la prevalencia de la obesidad y sus comorbilidades, va

en aumento desde la década de los 80”, subraya el Dr. Alejandro García Muñoz-Najar, coordinador de la Unidad de Cirugía Bariátrica del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, integrado en la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid.

Aumenta la obesidad infantil

El número de casos va in crescendo no solo entre la población adulta, sino también entre la infantojuvenil. La incidencia en estas edades está ya entre el 7,4 y el 17% en los países desarrollados y se estima que el número de bebés y niños pequeños con subrepreso u obesos sea de 70 millones en 2025. 

Hábitos de vida y predisposición genética

Hay distintas causas detrás de la obesidad, aunque en gran medida están relacionadas “con una predisposición genética y una susceptibilidad ambiental para ganar peso debido al aumento de la ingesta y la reducción de los gastos de energía”, señala este especialista.

A esto hay que añadir que se han producido una serie de cambios que han creado un “entorno obseogénico, con alimentos de alta densidad calórica, de baja calidad y una inactividad manifiesta en todos los estamentos generacionales”. Del mismo modo, existen en el mercado infinidad de alimentos hipercalóricos con precios muy bajos, que se han colado en muchos hogares.

Todo esto conlleva un aumento del peso corporal y un problema de salud pública global.

Prevenir y detectar a tiempo

Prevenir el sobrepreso y detectarlo a tiempo resulta fundamental a la hora de afrontar el problema. En este sentido juegan un papel clave los médicos de Atención Primaria, puerta de entrada del sistema de salud. “Ellos son el vehículo de conexión con las unidades que se dedican al tratamiento médico y quirúrgico de la obesidad”, puntualiza el doctor García. Por ello, es necesario “informar y formar” a estos facultativos, “para que tengan presente lo importante que es la prevención de la obesidad y el tratamiento de la obesidad mórbida con el fin de disminuir el riesgo cardiovascular”, indica. La obesidad es un factor de enfermedades cardiovasculares, pero, además, está asociada a muchas otras patologías como la diabetes, la hipertensión arterial, la dislipemia, el síndrome de apnea del sueño, la esteatosis hepática y el reflujo gastroesofágico, entre otras.

Jornada sobre la obesidad celebrada en el HURJC

Abordaje multidisciplinar

En el abordaje de la obesidad participan distintos especialistas. “Actualmente, no existe ningún hospital que se dedique al tratamiento de la obesidad que no tenga constituida una unidad multidisciplinar”, afirma el Dr. García. “Cada especialidad tiene un espacio importante dentro del protocolo diseñado, con el fin de que el paciente pueda llevar a cabo una inmersión en su problema, que sea consciente de su enfermedad, que sea el candidato ideal una vez que la indicación esté sentada para el tratamiento quirúrgico o que llegue a la cirugía en las mejores condiciones según que comorbilidades tenga”, precisa.

La opción de la cirugía

La obesidad es un proceso crónico, multifactorial y que, a día de hoy, carece de tratamiento curativo. La dieta, modificar el estilo de vida, el ejercicio y la terapia conductual, así como el uso de algunos fármacos, cuya eficacia es limitada, “consiguen pérdidas de peso de alrededor del 10% a medio plazo, que pueden contribuir a mejorar algunas de las comorbilidades asociadas a este problema”, explica este médico.

Sin embargo, a largo plazo estos tratamientos “pueden tener resultados desalentadores en sujetos con obesidad mórbida”. Casi todos estos pacientes vuelven a recuperar el peso en menos de 5 años.

Esto ha llevado a buscar alternativas terapéuticas capaces de reducir los serios problemas a los que está asociada la obesidad. “La cirugía bariátrica es el único tratamiento que puede mejorar estas expectativas a largo plazo (> 5 años) ”, indica este cirujano.

Selección de pacientes

Para seleccionar qué pacientes son candidatos a esta opción existen unos criterios de selección, determinados por diferentes sociedades científicas endocrinológicas o de cirugía de la obesidad. En nuestro país, la SEEDO y la SECO han establecido que sean, fundalmentalmente los siguientes:

- Edad: Entre 18 y 60 años

- IMC ≥ 40 kg/m2 o IMC ≥ 35 kg/m2 con comorbilidades mayores asociadas, susceptibles de mejorar tras la pérdida ponderal.

- Evolución de la obesidad mórbida > 5 años.

- Fracasos continuados a tratamientos convencionales supervisados.

- Ausencia de trastornos endocrinos que sean causa de la obesidad mórbida.

- Estabilidad psicológica: a) ausencia de abuso de alcohol o drogas y b) ausencia de alteraciones psiquiátricas mayores (esquizofrenia, psicosis), retraso mental, trastornos del comportamiento alimentario (bulimia nerviosa).

El paciente debe estar estar en el momento óptimo para someterse a una anestesia general y a “una cirugía compleja que conlleva un riesgo quirúrgico asumible, pero que debe ser el menor posible”, precisa el doctor García.

Por ello, debe estar psicológicamente preparado, “con una prehabilitación adecuada,

una valoración de su estado pulmonar y cardiaco, una implementación de prevención de estas complicaciones y habiendo hecho una dieta hipocalórica estricta para minimizar las complicaciones técnicas de la cirugía laparoscópica”, concluye.