Parece una historia predestinada. Casi como si fuera el título de un nuevo estreno de cine: “La historia se repite: una republicana en la corte”. De primeras podríamos pensar en nuestra doña Letizia. Ya sabemos que mientras trabajaba en TVE expresaba su sentimiento republicano y de izquierdas. E incluso excompañeros suyos han contado que se refería al entonces Príncipe de Asturias como “Felipito” o “El Borbón”.

De hecho, durante su estancia en México se le escuchó criticar al Rey y referirse a él como “mujeriego” y decir que censuraba a Felipe por su “falta de preparación”. Además de que en varias ocasiones dijo del Príncipe que no le parecía atractivo porque “no le atraían nada los hombres de pelo chino”.

Pero Letizia Ortiz no es la única que se ha dedicado a defender unos ideales y unos principios concretos y luego se ha visto envuelta en, nada más y nada menos que, la Familia Real. Esto ha ocurrido también con Meghan Markle, que pasó de ser actriz de Hollywood a casarse con el Príncipe Harry.

Sólo han pasado unos meses desde que Meghan y el Príncipe Harry se casaron, pero parece que ya han comenzado a aparecer algunos problemas. No parece que la ahora duquesa de Sussex encaje demasiado bien en los círculos de amistad del príncipe. Según The Daily Beast, el principal conflicto al que se ha tenido que enfrentar la actriz han sido los ideales elitistas y clasistas con los que ahora tiene que relacionarse.

Puede ser que lo que más irrite este roce sean los ideales políticos del entorno, que apoya un sistema conservador cuando ella viene de un ambiente más de izquierda liberal. Es más, la duquesa se ha negado en varias ocasiones a ser partícipe de algunas costumbres de Harry con las que ella no comulga; por ejemplo, la caza. Ella siempre se ha mostrado como una clara defensora de los animales. Y así lo cuenta Lady Colin Campbell, una amiga íntima de la familia real británica desde hace años, que afirma que la elección del duque no se ve con buenos ojos.

Puede ser que el duque de Sussex ande cambiando el rumbo hacia un pensamiento más progresista y tolerante por la influencia de Meghan. Fuentes cercanas a la familia real británica hablan de un punto de inflexión: la pasada cacería del urogallo de Balmoral, a la que Harry decidió no asistir por no molestar a su mujer.