Psicópata, sádico extremo, sanguinario, enfermo mental, uno de los grandes criminales de guerra y fiel colaborador y seguidor de Hitler. Estos y algunos más son los calificativos que se usaban para definir la perversa personalidad del croata Vjekoslav Luburic, el creador del tercer campo de exterminio más sangriento de la II Guerra Mundial. Lo de “sádico extremo” le fue añadido por los propios miembros del régimen nazi al conocer su forma de actuar en el campo de exterminio de Jasenovac donde llegó a matar a la gente a martillazos, ordenaba que sus víctimas -vivas- fueran cortadas a golpe de serrucho u organizaba con sus guardias un concurso consistente en matar al mayor número de prisioneros mediante un único corte de cuchillo en el cuello.

De Vjekoslav a “Don Vicente”


Así de espeluznante y así de terrible era Luburic, el croata nazi que tras huir de los aliados llegó a España donde fue protegido por el régimen franquista. En Valencia comenzó una nueva vida de reconocimiento y normalidad conocido como el respetable “Don Vicente”, el propietario de una imprenta en Carcaixent en cuyo cementerio municipal descansan sus restos desde 1969 en un panteón destacado en lugar preeminente a la entrada del camposanto. Fue enterrado en el cementerio carcagentino tras ser asesinado con cinco puñaladas por un supuesto espía de la Yugoeslavia comunista del mariscal Tito.

 
Vjekoslav Luburic


Aprendió técnicas asesinas en Auschwitz y otros campos nazis


Vjekoslav Luburić fue sin duda el genocida nazi más sanguinario de Croacia. Vio la luz en 1914 en Ljubuski, localidad de la actual Bosnia Herzegovina. A principios de los 30 abraza la causa de la Ustase, un movimiento organizado de claro tinte fascista que entre sus principios proclamaba la supremacía de la supuesta raza croata. En 1941, tras crearse el Estado Independiente de Croacia, aliado de los nazis, lo nombraron general. Desde ahí y frente a la resistencia liderada por Tito, puso en marcha el siniestro campo de concentración de Jasenovac donde murieron más de 150.000 personas, en su mayor parte serbios. No en balde este campo fue considerado como el tercero más atroz y cruel de los existentes jamás. A tanto llegó el extremo sadismo que aplicó en este centro que uno de los más destacados altos mandos militares de Hitler lo calificó como el "epítome del horror". Tiempo después Luburić se vanagloriaba de ostentar, la para él categoría, de “criminal de guerra”. En una comida con oficiales del campo afirmó de manera ufana: “Hemos asesinado aquí en Jasenovac a más gente que el Imperio otomano durante su larga estancia en Europa”. Y es que carácter asesino lo “perfeccionó” entrenándose Luburić en Auschwitz y conociendo otros campos de concentración alemanes donde adquirió conocimientos de exterminio. Se cree que entre 100.000 y 600.000 personas encontraron la muerte en Jasenovac.


Escapa tras la II Guerra Mundial vestido de franciscano y protegido por la Iglesia


Tras finalizar la guerra y la conquista de los Balcanes por los resistentes partisanos, muchos de los miembros de la fascista Ustase fueron, tras pasar por los tribunales de justicia, condenados a muerte. Pero algunos, como fue el caso de nuestro criminal protagonista, pudieron huir bajo el amparo de la Iglesia. Así Luburić fue uno de ellos al conseguir llegar a España emboscado con la ropa de un franciscano. Su primera residencia donde anclar su nueva personalidad fue en la localidad valenciana de Benigánim, al sur de la provincia, en la comarca del Valle de Albaida y lindante con Xátiva. Allí se casó, creó una familia y se hizo granjero. Tras separarse se estableció a poco más de 25 kilómetros de Benigánim, en Carcagente (Carcaixent), a orillas del Júcar, en la comarca de la Ribera Alta.
 

Asiliado de lujo en Carcaixent


Allí, en Carcaixent, “colgó los hábitos” de granjero y se hizo impresor con empresa propia en la casa de la calle Santa Ana, 33 que mostramos en la imagen (fotos de Josep Rubio Rovira y Pepe Malena). No le fue mal en este nuevo proyecto ya que la edición de libros y revistas para los exiliados la fascista Ustase fue trabajo diario de las máquinas impresoras. Eso, y la nada despreciada ayuda y protección del régimen de Franco que además le posibilitó tener una nueva vida con documentación falsa. También se “bautizó” con un nuevo nombre, y siendo Valencia ¿cómo no? Vicente, y de apellidos dos emblemáticamente castellanos, Pérez y García. Rápidamente se hizo popular entre la población de Carcaixent hasta tal punto que era conocido como “Don Vicente”. Vistió su pasado de “general polaco”, un valiente y resistente militar que había luchado contra el comunismo del Este y creó, ya en España, una organización llamada Resistencia nacional croata.El amparo del franquismo, su laureada epopeya anticomunista unidos a sus buenos contactos le hicieron granjearse la confianza de guardias civiles y militares asiduos de la imprenta. Tenía hilo directo con el entorno militar de Franco y se le considera un protegido nada más ni menos que del general

Estado actual de la casa de Vjekoslav Luburic (Fotos realizadas por Josep Rubio Rovira y Pepe Malena para ELPLURAL.COM)

Agustín Muñoz Grandes, que tras comandar la más “División Azul” enviada al frente ruso en apoyo del ejército alemán, fue condecorado por el propio Adolf Hitler. Franco premió a Muñoz Grandes por su “hazaña” anticomunista” con distintos nombramientos tales como capitán general de la Región militar de Madrid, ministro del Ejército, Jefe del Alto Estado Mayor y, finalmente, en 1962, vicepresidente del Gobierno, lo que le hizo ser una de las figuras más importantes del régimen. Con ese apoyo es fácil entender la prosperidad de “Don Vicente”, el general polaco en Carcaixent.

En esta localidad arraigó y con la conocida y consabida protección especial del régimen franquista no era extraño que Luburić, tuviese familiaridad con gobernadores civiles, mandos de la Guardia Civil, militares y policías de la Brigada Político Social y miembros de la Hermandad Nacional de la División Azul además de otras personas afectas a la dictadura.

Francesc Bayarri, periodista y autor de 'Cita en Sarajevo' y que investigó profundamente la vida del genocida y sobre su asesinato, halló el archivo privado de Luburić. En ese material histórico y entre otra mucha documentación investigada, halló las agendas del general croata en la que se recogían direcciones y teléfonos incluso de ministros de Franco. También pudo constatar como el genocida y su organización disfrutaban de ayudas directas del Gobierno franquista desde Valencia y Madrid". Una carta hallada explica su personalidad asesina. Se trata de una carta que Luburic envía al coronel en jefe del Tercio 34 de la Guardia Civil de Valencia, Ildefonso Martínez en la que le dice: "Yo soy, gracias a Dios, criminal de guerra número uno para Tito y para todo comunista".
 

Siete puñaladas y un golpe en la cabeza fulminaron a Luburić


Pero esta discreta y próspera vida en Carcaixent se le acabaría el día que un ayudante suyo en la imprenta, le asestó siete puñaladas y un golpe letal en la cabeza en la casa de la calle Santa Ana 33. Fue en 1969 cuando el criminal de guerra fue asesinado por su ayudante, Ilija Stanic. Así lo narró el diario Levante cinco días después de los hechos:

Es mediodía y en la calle de Santa Ana, número 33, Vjekoslav Luburi se sirve un café... cuando de pronto alguien le golpea con una barra de hierro en la nuca. Es Ilya Stanic, su ayudante, quien le clava un puñal siete veces hasta que muere. Después, arrastra el cadáver a la habitación y lo empuja debajo de la cama. "Como si nada hubiera pasado, limpia la sangre, se lava las manos, echa una ojeada al frigorífico y prepara el almuerzo. Luego abandona la casa y desaparece para siempre".

¿Espía, agente doble, ajuste de cuentas entre el exilio croata o crimen pasional?


Por las investigaciones de Bayarri se sabe que se fue en taxi a Valencia y luego, en coche alquilado, llegó hasta Barcelona. A partir de ahí solo se conocieron especulaciones que lo ubicaban en 1975 en Australia en 1975. En 2003, Bayarre lo localizó en Sarajevo -con los delitos ya prescritos- mientras, curiosamente, la Interpol no halló rastro en varias décadas del asesino del genocida croata.

La pregunta que cabe hacerse es ¿era Stanic un espía, un agente doble o fue un ajuste de cuentas entre el exilio croata? Lo cierto es que a Stanic nunca se le detuvo y fue todo un héroe nacional en la Yugoslavia de Tito. Otros investigadores se inclinan por el crimen pasional.
 

Y la otra pregunta es ¿cómo un personaje tan cruel, asesino, criminal de guerra y abyecto puede mantener una sepultura de lujo y preeminente en un cementerio público como el de Carcaixent? Puestos al habla con el Ayuntamiento carcagentino, el concejal competente de Memoria Histórica, el socialista Raimon Marí, nos comenta que en 2026 cesa la concesión de los derechos funerarios y el propósito del Ayuntamiento es exhumar a este genocida del cementerio. El Ayuntamiento, a través de la Concejalía de Memoria Histórica, asume que superado el límite de 50 años se podrá proceder al traslado de la tumba. De este modo, la tumba de Luburić se instalará en un nicho ordinario suprimiendo su localización en un lugar privilegiado como el actual mausoleo. 
 

Primicia: Exhumar porque un escudo del mausoleo es de un grupo terrorista


No obstante continúan trabajando por retirar el mausoleo antes del vencimiento de la titularidad de la tumba. “Nuestro objetivo es encontrar instrumentos legales que faciliten el proceso”, comenta Marí. Una de las opciones que contemplan es proceder a incluir en la Ley de Memoria Histórica la eliminación de vestigios de otros conflictos bélicos diferentes de la Guerra Civil. Y nos da una primicia como es que esta línea para la exhumación podría estar reforzada porque otra de las posibilidades barajadas es “acogernos al artículo 578 del Código Penal que tipifica la apología al terrorismo ya que recientemente se ha descubierto que el escudo que preside en el mausoleo del genocida pertenece a un grupo terrorista croata.  Encontrar algún engranaje supondrá una victoria. No nos sentimos cómodos teniendo un trozo de uno de los episodios más crueles de la historia mundial en nuestro municipio”

 
Lápida de la tumba de Vjekoslav Luburic (Fotos realizadas por Josep Rubio Rovira y Pepe Malena para ELPLURAL.COM)

Pintadas nazis en Carcaixent


Es curioso la aparición de pintadas nazis en la localidad. La concejalía de Memoria Histórica está eliminando cerca de 700 pintadas con simbología nazi repartidas por las calles de Carcaixent. Tras denunciar los hechos a las autoridades pertinentes, el autor ha sido localizado. Actualmente, el Ayuntamiento se encuentra en trámites de personación como acusación para que los vecinos no sufraguen el coste de limpieza de estos emblemas nazis y también de índole racista, homófobo, xenófobo y antifeminista ¿pervivirá en Carcaixent el espíritu de este criminal de guerra protegido por el franquismo entre una minoría fanática con sucesores en la España actual? En todo caso, la verdad final es que hasta que le llegó su muerte, Vjekoslav Luburić vivió protegido y mimado en la España franquista durante más de 40 años.