La XI Conferencia de las Partes (COP11) del Convenio Marco para el Control del Tabaco, que se celebra esta semana en Ginebra, se ha convertido en un escenario clave para definir el futuro de la lucha contra el tabaquismo y las nuevas formas de consumo de nicotina. Más de 180 delegaciones debaten medidas con un objetivo claro: avanzar en políticas globales para reducir el consumo de tabaco. Sobre la mesa se discuten medidas relativas a fiscalidad, espacios libres de humo, nuevas amenazas para la salud pública y regulación de productos sin combustión.
España y Dinamarca, al frente de la regulación
Antes de a la reunión en Ginebra, se acordó por parte de todos los estados no impulsar prohibiciones globales sobre productos de nicotina sin combustión (como los cigarrillos electrónicos o las bolsas de nicotina), mantener una regulación diferenciada entre el tabaco tradicional y las alternativas, evitar también medidas extremas que tuvieran un impacto socioeconómico negativo, y que todos convergieran en un mandato final con una postura sin prohibiciones ni impuestos agresivos, para proteger tanto a la industria como al empleo.
Sin embargo, tanto Dinamarca como España han realizado una propuesta unilateral para permitir esas prohibiciones o restricciones severas sobre estos productos alternativos, es decir, quieren equiparar las restricciones de los vapeadores y otros dispositivos sin humo a las del tabaco tradicional, lo que incluiría limitar la publicidad, endurecer el empaquetado y restringir la venta, con especial atención a los sabores. Esta iniciativa ha llevado al resto de estados a decir que con esto se contradice el mandato de la UE y se negocia sin transparencia.
Es más, España ya ha intentado imponer restricciones severas vía Real Decreto, una medida criticada por varios países de la UE por ser desproporcionada y contraria al mercado único. Bruselas frenó el decreto, exigiendo bien una justificación bien una modificación.
📢 COMUNICADO: Las políticas públicas sobre tabaquismo ya no están funcionando. Desde #PSSF llamamos a la @WHO, @OPSOMSMexico, y delegados de la #COP11 a actualizar estrategias y a adoptar la Reducción de Riesgos y Daños, como ya lo hicieron países que hoy son libres de humo. 🚭 pic.twitter.com/ywgRQnQK33
— Procurando Salud Sin Fronteras (@ProcurandoSalud) November 20, 2025
China, juez y parte en el debate
Mientras Europa avanza hacia una regulación más estricta, a este contexto se suma otro elemento relevante: el creciente peso financiero y político de China dentro de la OMS. Según publicó El Mundo el pasado mes de mayo, el país prometió destinar 500 millones de dólares adicionales a la organización en los próximos cinco años, convirtiéndose en su máximo donante y ocupando el espacio presupuestario dejado por Estados Unidos tras los recortes anunciados por Donald Trump.
Esto hace que China ocupe un papel singular en la COP11. Con 300 millones de fumadores y el control del mayor monopolio tabaquero del mundo a través de China National Tobacco Corporation (CNTC), el país actúa como regulador internacional y operador industrial al mismo tiempo. Esta doble condición vuelve a plantear dudas sobre la transparencia y la independencia de las decisiones, especialmente en un foro que mantiene sesiones cerradas y acceso limitado a observadores
El dilema de las alternativas sin humo
La contradicción se acentúa en la regulación de los productos sin combustión. Mientras países como Reino Unido defienden estrategias basadas en evidencia científica que reconocen su menor riesgo, China mantiene una postura ambigua: regula con dureza el vapeo en su territorio, pero lidera la exportación mundial de dispositivos, muchos de ellos sin cumplir estándares internacionales.
Por ese motivo, distintas organizaciones de gobernanza sanitaria y reducción de riesgos han planteado durante la COP11 la necesidad de revisar el funcionamiento del tratado. Entre las propuestas debatidas figuran una clarificación del artículo 5.3 para asegurar que los Estados con estructuras industriales integradas declaren sus posibles conflictos; una mayor apertura a la evidencia científica sobre productos de menor riesgo; la creación de espacios para expertos independientes en toxicología y salud pública; y el refuerzo de la transparencia mediante retransmisiones públicas, información accesible en tiempo real y una acreditación más amplia de medios.
La discusión, en cualquier caso, es compleja y está lejos de resolverse. China es el país que concentra la mayor población fumadora del planeta y un actor imprescindible para avanzar, pero también un beneficiario directo del mantenimiento en el mercado de los cigarrillos de combustión.