Hace 100 años, el 4 de noviembre de 1922, el arqueólogo Howard Carter descubría la tumba más buscada del Antiguo Egipto: la del faraón Tutankamón. Pero el hallazgo no fue casualidad, ya que el científico inglés tenía una larga trayectoria a sus espaldas con una gran experiencia acumulada en su ámbito.

Carter nació en el seno de una familia de once hermanos afincada en Kensington, un barrio rico de Londres, el 9 de mayo de 1874. Su padre era un conocido artista en todo el país que transmitió al arqueólogo su pasión por el arte del dibujo y la pintura, aunque acabó por recibir una educación muy intermitente debido a sus problemas de salud ya desde joven.

La curiosidad de Carter por la historia del Antiguo Egipto surgió a raíz de sus visitas a una mansión cercana, propiedad de una familia allegada, que contenía una colección de objetos procedentes de aquella época y lugar. A partir de ese momento, el interés del joven por este aspecto histórico se despertó tanto que viajó a los 17 años a la localidad egipcia de Beni Hassan para colaborar con sus dotes artísticas en unas excavaciones copiando bajorrelieves.

Desde entonces, Carter pasó por varios puestos bajo la dirección de diferentes arqueólogos como William Flinders Petrie, en 1892, o Édouard Naville, entre 1894 y 1899, hasta que en 1899 se convirtió en inspector de monumentos especializado en la zona del Alto Egipto del Servicio de Antigüedades Egipcias. Sin embargo, el arqueólogo dimitió de su cargo en 1905 tras una confrontación entre los guardias de uno de los yacimientos y un grupo de turistas franceses al corroborar la versión de los trabajadores y negarse a disculparse con los segundos.

Lord Carnarvon, el mecenas de Carter

Después de un tiempo desempleado, Carter conoció en 1907 al que posteriormente sería su mecenas, Lord Carnarvon, quien proporcionó la financiación suficiente al proyecto con el que descubrió la tumba de Tutankamón 15 años después. No obstante, los trabajos en el Valle de los Reyes no comenzarían hasta 1914, cuando el aristócrata recibió los permisos necesarios para que Carter pudiera comenzar las excavaciones en la zona.

La Primera Guerra Mundial provocó un parón en el proyecto, aunque se reanudó a finales de 1917. Ya en 1922 y ante la ausencia de logros, Lord Carnarvon aceptó la propuesta de Carter de financiar una última temporada de excavaciones en la necrópolis de los faraones cercana a la ciudad de Luxor, el Valle de los Reyes. Fue entonces gracias a esta oportunidad cuando el 4 de noviembre de 1922, hace 100 años, el arqueólogo y egiptólogo inglés Howard Carter descubrió el primero de los peldaños de una de las reliquias más codiciadas y mejor conservadas del Antiguo Egipto: la tumba de Tutankamón.

La herramienta que utilizó Carter para esta ocasión fue un cincel que le regaló su abuela por su cumpleaños número 17. Prácticamente intactos, los restos de Tutankamón yacían prácticamente igual que como sus antepasados lo habían dejado 3.000 años atrás. La envergadura de la excavación provocó que se estirase en el tiempo durante 10 años, debido tanto a su dificultad como a la cantidad de reliquias encontradas.