El proyecto Stolpersteine, del artista alemán Gunter Demnig, es una iniciativa que se traduce ya en más de 75.000 “piedras de la memoria” en 20 países. Se trata de pequeños bloques de cemento grabados con los datos de la víctima, es decir, su nombre, fecha de nacimiento, datos de la deportación y fecha de fallecimiento o liberación. Se colocan en el suelo en memoria de las víctimas del nacionalsocialismo (judíos, homosexuales, presos políticos o miembros de las Brigadas Internacionales) entre los años 1933 y 1945. Se trata de pequeñas piezas de cemento en forma cubos con un formato de 10x10x10 centímetros. En su parte de arriba, la que se puede ver y leer y que aflora al exterior, llevan incrustada una placa de latón, también de 10x10 centímetros, en la que se pueden leer grabados los datos más destacados de la persona que se conmemora. Se ubican en la calle, en torno a los edificios donde vivían o trabajaban las víctimas de los nazis. Al transitar por las calles de Berlín y también de otras ciudades de Alemania, es habitual encontrarse con alguna de estas piezas cuadradas y con brillo dorado, integradas en el pavimento del umbral de los edificios, portadoras de nombres, fechas y breves narraciones.

Solo en la capital alemana hallaremos cerca de 8.000 de estas piezas que hacen que los visitantes caminen absortos, mirando al suelo y se emocionen con los cortos relatos sobre los crímenes masivos del Holocausto.

“Piedra de tropiezo”

Stolperstein (en plural stolpersteine) significa en alemán “piedra de tropiezo” y designa a una piedra en el camino que puede hacer tropezar al caminante. El objetivo inicial de este pequeño monumento exhortatorio es recordar a los deportados y asesinados por los nacionalsocialistas. Se ubican en las aceras, integrándose en estas, quedando su superficie superior casi al ras del suelo. Como se sobrepasa levemente por el grueso de la placa metálica, puede ocasionar un tropiezo al caminante. De ahí el significado de su nombre, ya que se persigue que la persona, al percibir el resalte en el camino, se detenga y se incline –como gesto  de respeto al personaje recordado- para leer el texto grabado en la placa.

Aquí residió, Aquí vivió, Aquí enseñó, Aquí eligió la muerte

Demnig, con los datos obtenidos, fabrica un cubo de hormigón de 10 centímetros de lado, revestido de una placa de latón, marcados con texto como Aquí residió, Aquí vivió, Aquí enseñó, Aquí eligió la muerte, etc. Además, se incluye el nombre de la víctima, el año de nacimiento, su destino o la fecha de la deportación o de la muerte. Lo habitual es que se coloquen siempre en la acera junto a la casa donde nació, o vivió la víctima. En caso de no conocerse estos datos en el lugar de trabajo o en un sitio público de la localidad.

Llegan a España en 2015

Los stolpersteine comenzaron a llegar a España a través de las asociaciones memorialistas y de algunos ayuntamientos para recordar y hacer honor a represaliados españoles perseguidos por nazismo y, muchos de ellos, deportados a campos de concentración alemanes. En nuestro país, el Ayuntamiento barcelonés de Navas fue el primer municipio español que se adhirió a este proyecto al colocar el 9 de abril de 2015 adoquines stolpersteine para cinco republicanos catalanes deportados al campo de concentración de Mauthaussen durante la Segunda Guerra Mundial, tres de los cuales fueron asesinados después de trasladarlos al subcampo de Güsen.

Posteriormente, se han ido extendiendo a otras ciudades españolas. Tenemos el dato de que hasta finales de junio de 2021 se habían instalado 480 stolpersteine en 79 municipios de nuestro país, aunque la demanda sigue aumentando.

Historia de los "stolpersteine"

Corría el año 1990, cuando el escultor berlinés Gunter Demnig se interesó por conmemorar artísticamente los 50 años de deportados de 1.000 gitanos de Colonia, que significó el preparativo para posteriores deportaciones masivas de judíos. Demnig se documentó ampliamente y, a la luz de la información que acumulo, creyó que era más justo que en vez de un solo y gran monumento conmemorativo en un emplazamiento concreto, se erigieran muchos y pequeños así como distribuirlos en distintas zonas de la ciudad. Así nació la idea de los stolpersteine, con la ventaja adicional de su pequeño coste.

El primer stoperstein que colocó Demnig fue el 16 de diciembre de 1992, conmemorando los 50 años del fatal día en el que Heinrich Himmler (máximo dirigente de las temibles SS del partido nazi) deportó al millar de gitanos de Colonia mencionados anteriormente. Su enclave fue el adoquinado de la plaza del Ayuntamiento de Colonia y en la placa se grabaron las primeras líneas del texto del decreto de deportación. Fue a partir de ese momento cuando Demnig desarrolló el proyecto Stolpersteine para honrar la memoria de todos los asesinados por el nazismo.  

En enero de 2016 ya existían más de 50.000 stolperteine en distintos países de Europa, calculándose que en la actualidad son más de 75.000 “piedras de la memoria” las que podemos ver en 20 países.

Fabricación manual

Una de las características que ennoblecen la fabricación de los stopersteine, es que se realizan de manera manual, ya que según Demnig, teniendo en cuenta que el asesinato de las víctimas por los nazis fue masivo y semiindustrial, estas piezas deben realizarse en contraposición siempre y, por tanto, una a una y manualmente. Por ello y ante la alta demanda, el escultor berlinés cuenta con una serie de colaboradores.

Habitualmente los stolpersteine son sufragados mediante donaciones y apadrinamientos de ciudadanos individuales, estudiantes de colegios, gremios profesionales y comunas. En España son ayuntamientos y asociaciones de Memoria Democráticas quienes tienen la iniciativa. Un stolperstein tiene un coste de 120 euros.