¿Qué supone un cuarto de hora ante un infinito de espacio–tiempo urbano en el que podríamos vagar toda una vida? Como homos–urbanitas que somos, esta es la reflexión que debería rondar nuestras cabezas: cómo hacer nuestra vida más cómoda, con más garantías y, sobre todo, más sostenible. Sin embargo, el urbanismo se debate en términos orwellianos antagónicos: libertad vs control o sostenibilidad vs esclavitud.

La revolucionaria propuesta de la ciudad de 15 minutos desarrollada en París es ahora fruto de especulaciones y acusaciones extremistas: canales ultraderechistas, negacionistas del cambio climático o anarquistas en contra de los grandes poderes afirman que esta propuesta es el nuevo intento de las élites para “controlar y estabular a la población". “Pero nada más lejos de la realidad”, explica a ElPlural.com Carlos Moreno, el creador de este modelo de convivencia.

“Se trata de ofrecer más servicios y más calidad de vida en proximidad, que una educación y una salud de calidad estén cerca de tu casa. Simplemente una ciudad descentralizada, mejor distribuida y equilibrada” cuenta este colombiano Carlos Moreno, profesor de la Sorbona de París y asesor de la alcaldesa Anne Hidalgo, quien revolucionó la capital gala con esta nueva revisión de la ciudad.

Moreno nos atiende tras una gira por diversas ciudades españolas en las que presenta su libro La revolución de la proximidad y donde ha encontrado pulsiones muy diversas. Acaba de compartir en Sevilla el proyecto del regidor hispalense, Antonio Muñoz, para aplicar el modelo en diez barrios.

Pero, por otro lado, se topa con Ayuntamientos como el de Madrid y su vuelta atrás en las peatonalizaciones de espacios céntricos de la capital española. “La ideologización es muy perjudicial; necesitamos que la política se aleje de ella y escuche a la evidencia científica”, lamenta Moreno.

Su trabajo le ha valido reconocimientos internacionales, en España ha sido obsequiado, sin embargo, con “amenazas de muerte en redes sociales, me dicen que me van a buscar los defensores del auto con un machete. Ese obscurantismo me deja estupefacto en pleno 2023”.

La confrontación por convicción llega al urbanismo en España y ahora es otro campo de batalla cultural. Reaccionarios a la ciudad de 15 minutos esgrimen que es un intento de “estabular a la población”, afirman en los platós de TV ultraderechistas. “Nos quieren controlar como a los chinos”, advierten en redes sociales.

Pero la revisión de las urbes es una respuesta al cambio climático. Llama la atención que los que se posicionan en contra de los 15 minutos ponen también en duda el cambio climático y amenacen de muerte a quien no piense como ellos. 9 siglos después, Averroes debe estar recordando entre sus colegas de paraíso filosofal que `la ignorancia lleva al miedo, el miedo lleva al odio y el odio lleva a la violencia´.

El problema es que este posicionamiento tan radical espanta a los políticos que no sacan beneficios a corto plazo de una confrontación con actores tan beligerantes, “al final retrocedemos como sociedad”, apunta Moreno. Más si cabe en países como España, que en 2020 declaró la emergencia climática. Sin embargo, por lo que vemos en redes, todo pareciera cuestión de perspectiva y confrontación. La sequía actual, sin embargo, se empeña en resecar esos caudalosos debates.

El teletrabajo como esperanza

En 1972, el ingeniero Jack Nilles ya estudió las posibilidades del teletrabajo. No existía el universo digital que hoy nos es cotidiano, ni tampoco una pandemia que nos confinara, pero ya en aquel entonces concluyó que el teletrabajo ofrecía más productividad y más tiempo de vida útil.

El problema fue que los empleadores temían perder el control sobre sus empleados sino los tenían estabulados en sus oficinas. Hoy, además de contar con la experiencia del teletrabajo por la pandemia, contamos con los estudios a favor de las semanas de 4 jornadas… pero la reacción de los patrones sigue siendo similar a la de los 70.

Los cambios que promueve la ciudad de los 15 minutos tratan de ofrecer mejores servicios de cultura, salud y, sobre todo, acceso al trabajo cerca de casa. Los cálculos en grandes capitales europeas como Madrid –la tercera área urbana por extensión de Europa– son que pasamos una hora commuting, yendo al trabajo, y eso es solo para ir.

“El teletrabajo es la gran esperanza de cambio. “La pandemia ha acelerado los cambios. Por eso hablo dtodo y el teletrabajo es la gran palanca de cambio”, explica Moreno. Ofrece más flexibilidad, más productividad, menos contaminación y, para el trabajador, más tiempo útil para disfrutar de su familia”, sentencia Moreno.

Imagina el mapa de las ciudades. Normalmente hay barrios residenciales y otras zonas de edificios altos de oficinas a los que hay que viajar para trabajar. Erradicar esas distancias hoy es posible, asegura el nuevo paradigma urbano. “Nuestras ciudades están diseñadas para el petróleo, el plástico y el asfalto, con la distancia como unidad de medida”, todo eso está a punto de cambiar, asegura optimista.

¿Por qué el movimiento NIMBY?

Pero el negacionismo está ahí. En urbanismo, a la ideologización y a la confrontación del odio hay que añadir otro fenómeno: Not In My Backyard, el Nimby, por sus iniciales en inglés; es decir, están muy bien todos esos cambios, pero Not In My BackYard, no en mi parcela, o en mi barrio.

Nadie quiere obras y menos si acarrean cambios que no pueden controlar en aquel espacio o rutina que sí creen controlar. De ahí que haya personas que defienden la posibilidad de pasar horas atascados en sus coches como su propia libertad.

“Estamos ante un fenómeno constante en las transformaciones históricas, cuando más cerca está el punto de inflexión, más resistencia hay al cambio y con más ruido se expresa”, reflexiona Moreno. Como dijo Antonio Gramsci, “el viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Pero la urgencia climática no deja mucho espacio al debate y este inminente verano que en ciudades como Sevilla ya deja temperaturas de más de 35º en marzo lo evidencia.

Vivienda como síntoma y solución

La preocupación por el acceso a la vivienda no deja de crecer en España según el CIS. Este es otro de los factores en los que la revisión del paradigma urbano puede ofrecer respuestas.

Además, España es un país donde las grandes constructoras que cotizan en el IBEX35 atesoran gran influencia. Ferrovial, OHL, Sacyr, FCC, Acciona y Dragados vieron cómo, a pesar de las acusaciones de la CNMC de prácticas oligopólicas durante 25 años, las multas han sido finalmente irrisorias.

¿Cómo se posicionarán estos grandes actores ante una revolución urbana? Parece una cuestión determinante para saber si las ciudades de 15 minutos serán algo más que proyectos experimentales y ejemplares.

Moreno esgrime que, tanto en respuesta al problema de la vivienda como las prioridades de las grandes constructoras, ofrecen una oportunidad. Todo el espacio que ocupan las grandes avenidas y autovías internas, las grandes oficinas y las zonas residenciales deberían ser “rediseñadas, hay que hibridar utilidades de vida. En realidad, es una nueva gran oportunidad de negocio de la que todos debemos salir ganando”.